Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, Rivera y Velasco y de Tovar, nace en Roma el día de los Reyes Magos del año 1587. Nace en Roma porque su padre, don Enrique de Guzmán conde de Olivares, era el embajador del rey Felipe II de España ante los Estados Pontificios. El nombre de Gaspar es el resultado de sortear el nombre de los tres Reyes Magos por la fecha del nacimiento. Más adelante don Enrique de Guzmán es nombrado virrey de Nápoles y Sicilia por lo que Gaspar creció en estos ambientes italianos. Y como era el segundo hijo varón estaba destinado a la carrera eclesiástica, como era habitual en las familias de la nobleza española. A los diez años de edad ya es canónigo de la catedral de Sevilla. Después cursa estudios de humanidades en la Universidad de Salamanca donde desarrollará su afición por estas disciplinas, afición que le acompañarían el resto de su vida.
En 1604 muere su hermano Jerónimo, el primogénito de la familia. Así Gaspar, a sus 17 años se convierte en primogénito heredero del título nobiliario destinado al servicio de la Corte, por lo que deja los estudios eclesiásticos. En la Corte tiene buen cuidado de frecuentar el círculo del príncipe heredero, el futuro Felipe IV.
En 1607 muere su padre, don Enrique de Guzmán. Gaspar, a los 20 años de edad, se convierte en el tercer conde de Olivares. En este mismo año se casa con su prima doña Inés de Zúñiga y Velasco, Es evidentemente un matrimonio de conveniencia pero que cristalizaría en un verdadero afecto que duraría toda su vida. Cuando el príncipe heredero contrae matrimonio con Isabel de Borbón, hermana del rey Luis XIII de Francia, es preciso crear Casa propia para el heredero y don Gaspar de Guzmán es nombrado uno de sus seis gentilhombres. Esta proximidad con el Príncipe se transforma en una relación de confianza que no ocultaba las ambiciones de Olivares para mayores empresas. El valido del rey Felipe III, el duque de Lerma, recela, con razón, de la influencia de este ambicioso gentilhombre sobre el débil carácter del Príncipe e intenta alejarle de la Corte. Le ofrece el suculento puesto de embajador en Roma pero Olivares no lo acepta. Prefiere mantenerse próximo al heredero pues ya entiende que será su hombre de confianza en el futuro. Cando su esposa, doña Inés de Zúñiga, es nombrada dama de la Reina, la influencia de don Gaspar de Guzmán en Palacio es enorme. Los nobles del reino, Grandes de España (Olivares no lo era) se convierten en sus enemigos pues le consideran un advenedizo, casi un usurpador. Esta enemistad durará toda su vida y será fundamental en su caída final.
A la muerte del rey Felipe III el 31 de marzo de 1621, sube al trono su heredero con el nombre de Felipe IV. El nuevo rey nombra a su amigo y hombre de confianza, don Gaspar de Guzmán, su valido o primer ministro. Así, el conde de Olivares se convierte en el hombre más poderoso del mundo pues en sus manos está todo lo que ha de suceder en un Imperio donde nunca se ponía el sol. En 1626 el rey le concede el ducado de Sanlucar La Mayor por lo que el conde de Olivares no es solo conde sino además es duque. Conde Duque de Olivares, título con el que ha pasado a la historia. La historia de una gran ambición. Ya es Grande de España.
EL ENFERMO
Cuando don Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde Duque de Olivares, llega a la Privanza a los 34 años de edad, ya era un hombre enfermizo. Su amigo y contemporáneo, el Conde de Roca, le describe como persona de salud quebradiza y achacosa. Ancho, achaparrado, con tendencia a la obesidad, estructura pícnica, con calvicie precoz. Los episodios de gota fueron frecuentes a lo largo de su vida y los intensos dolores que provocaban estos episodios le obligaron, en ocasiones, a suspender alguno de los actos oficiales. Era habitual verle ayudarse por un bastón para caminar.
Pero la característica más importante de la salud de Olivares era su tendencia ciclotímica maníaco depresiva. Alternaba momentos de depresión profunda y gran melancolía con momentos de euforia. Los episodios de furor explosivo y violento eran frecuentes. Era considerado, en los ambientes de Palacio, un hombre triste. Con esta personalidad nuestro protagonista hubo de enfrentarse, con todo su poder, a la decadencia del Imperio y a episodios dramáticos de la historia de España, como la pérdida de Portugal, la guerra en Cataluña con la pérdida del Rosellón y la Cerdaña que pasaron a manos de Francia, la desdichada guerra en Flandes, el intento del Duque de Medina Sidonia de independizar Andalucía, el intento del duque de Hijar de independizar Aragón y las constantes intrigas de la nobleza en su contra hasta conseguir su dimisión como valido en 1643. Todas estas negativas circunstancias aumentaron su tendencia ala depresión y le llevaron a presentar su renuncia al rey en más de una ocasión, renuncias que al principio no fueron aceptadas.
Esta tendencia depresiva aumento aun más a la muerte de su única hija, María, en 1621. María muere sin descendencia lo que para Olivares era todavía más negativo. Los intentos para conseguir descendencia llevaron al matrimonio Olivares a hacer uso de métodos rayanos con la superstición y la hechicería, sin resultado. Tampoco resultó el método, aconsejado por su confesor, de hacer uso del matrimonio en el convento de San Plácido, en presencia de las monjas que rezaban por el buen fin del acto.
EL PRINCIPIO DEL FIN
Acosados por todos estos acontecimientos y por todas las intrigas de los nobles, alguno de los cuales aspiraban a suceder a Olivares en la privanza, don Gaspar presenta su renuncia al rey y abandona Palacio el 17 de enero de 1643. Se dirige al pueblo de Loechces, en la provincia de Madrid, donde tenía una residencia. Las intrigas de los nobles no cesan pues creen que desde Loeches, demasiado cerca de la Corte, el Conde Duque sigue influyendo sobre el rey Felipe IV y consiguen que Olivares, ya muy enfermo, sea desterrado a la ciudad de Toro. En esta ciudad reside el el palacio de la duquesa de Alcañiz, su hermana.
En Toro su salud se deteriora. Su obesidad le lleva a hacer una vida sedentaria. Poco a poco abandona la equitación de que tanto gustaba. Camina con dificultad y con la ayuda indispensable de un bastón. Se fatiga fácilmente. El insomnio le impide el descanso nocturno.
Sus enemigos no le dejan en paz. Se inicia un proceso por parte de la Inquisición, acusado de tener en su biblioteca el Corán y algunos escritos de Lutero, lo cual era cierto pues como responsable de una política de ámbito mundial tenía que estar bien informado. Su esposa Inés es despedida de su cargo de dama de la reina. La mente de Olivares se despeña en la depresión profunda que llega a la demencia. Contrae una erisipela y en noviembre es sangrado tres veces. Recae y en abril del año siguiente es sangrado de nuevo. El término erisipela, en aquellos tiempos, se utilizaba par cualquier tipo de infección generalizada. Es sabido que don Gaspar tenía infecciones frecuentes en la dentadura, con supuraciones y fiebre. Tal vez esta fuera la causa de su erisipela. También padeció de tabardillo o tifus, pero era un término que se aplicaba a cualquier proceso febril en una época donde el diagnóstico preciso era imposible.
LA MUERTE
El 5 de julio de 1645, Olivares ha de interrumpir un paseo en su coche de caballos porque se encontraba mal. Le atienden tres médicos. Dos son médicos generales de Toro, don Francisco Medina y don Lázaro de la Fuente. El tercero, don Cipriano de Maroja, era catedrático en Valladolid y médico de cámara del Rey y fue llamado en consulta urgentemente. Su informe nos muestra un paciente completamente demenciado, dado gritos y dificultando la realización de las sangrías propuestas. Se administra una ayuda (seguramente una purga), que provoca 22 ó 23 deposiciones. Con todo esto, aunque parezca mentira, el paciente mejora y recobra el juicio lo suficiente para dar poder a su esposa para testar (este poder fue contestado durante el juicio de herederos posterior a la muerte de Olivares). De nuevo viene la fiebre y la pérdida de conciencia ya sin delirio.
El Conde de Olivares, Duque de Sanlucar la Mayor, Duque de Medina de las Torres, Marqués de Eliches, Adelantado Mayor de la muy noble y muy leal provincia de Guipuzcoa, Gran Canciller de las Indias, Comendador Mayor de Alcántara, Comendador de Víboras y Segura de la Sierra y de Herrera, Sumiller de Corps, Camarero y Caballerizo Mayor de s.m. el Rey, y de su Consejo de Estado y Guerra, Alcaide perpetuo de los Alcáceres Reales de Sevilla, de la Casa Real del Buen Retiro, de Vaciamadrid y la Zarzuela, y Capitán General de la Caballería de España, muere el 22 de julio de 1645 a las 9 de la mañana.
Sus restos fueron enterrados en Loeches junto a los de su hija María. El entierro se lleva a cabo en medio de una fuerte tormenta de agua, rayos y truenos que sirvió a sus enemigos para insinuar cual sería su destino eterno.
LA AUTOPSIA
La autopsia mostró un abdomen lleno de líquido (lo que hoy llamamos ascitis), una asadura (hígado) muy dañado y un corazón enorme, el más grande nunca visto. El Dr. Gregorio Marañón, gran estudioso del Conde Duque de Olivares, a la vista de estos hallazgos concluye que son compatibles con una insuficiencia crónica renal y cardíaca. La gota, que no es sino el resultado de un elevado ácido úrico durante muchos años, puede producir una insuficiencia renal y esta puede llevar a una uremia con trastorno del estado mental. Todos estos diagnósticos hechos con la consabida prudencia, pues dependen de datos consignados hace varios siglos cuando los medios diagnósticos y los criterios médicos no son los de hoy,
Para realizar este estudio nos hemos apoyado en los siguientes textos:
Gregorio Marañón. El Conde Duque de Olivares. La Pasión de Mandar. Espasa Calpe. Madrid 1980.
Diccionario de Historia de España. Dirigido por Germán Bleiberg. Aianza Editorial. Madrid 1979.
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