Charles Darwin es uno de los investigadores que han dejado una huella más profunda en la historia de la humanidad. Su obra sobre la evolución de las especies fue recibida con gran escepticismo y generó una enorme controversia tanto en los medios científicos como en los religiosos. Darwin, educado inicialmente para ser un clérigo de la Iglesia Anglicana y, por lo tanto, gran estudioso de la Biblia, dio un vuelco a las creencias de su época en lo relativo a la creación del mundo. Su teoría sobre la evolución de las especies, incluyendo al hombre como una especie animal más, puso en entredicho lo enseñado en el Génesis de la Biblia cristiana.
Darwin no fue completamente original. Sus ideas fueron precedidas por el francés Lamark (la función crea el órgano) y por su propio abuelo Erasmus Darwin cuyos escritos fueron bien conocidos por Charles. Además, otro investigador inglés contemporáneo de Darwin, Wallace, había publicado una teoría de la evolución (la supervivencia del que mejor se adapta), lo que supuso una gran sorpresa para Darwin cuando se enteró. Pero Wallace no tenía interés en profundizar en su teoría y dio su autorización a Darwin para seguir adelante. En realidad, fue después de su viaje alrededor del mundo en el navío Beagle y mientras ordenaba los hallazgos obtenidos durante el viaje, cuando cayó en sus manos el libro del clérigo y economista inglés Thomas Malthus Ensayo Sobre el Principio de la Población, cuando a Darwin le vino a la cabeza la idea de la evolución. Como vemos, muchas y variadas fueron las influencias que tuvo que asimilar Darwin para llegar a la idea que revolucionó la ciencia de su época. La teoría de la evolución es solo una teoría, es decir la mejor explicación posible con los datos de que disponemos, pero no es un hecho demostrado y por lo tanto es susceptible de ser modificada si aparecen nuevos datos.
La obra escrita de Darwin es muy extensa. Las más conocidas son su Diario de Viaje de un Naturalista Alrededor del Mundo, El Origen de las Especies y, sobre todo, El Origen del Hombre. Pero escribió muchas otras de las que solo mencionaremos Los Arrecifes de Coral, La Fertilización de las Orquídeas y La Expresión de las Emociones en el Hombre y los Animales.
BREVE BOSQUEJO BIOGRAFICO
Charles Darwin nace el 12 de febrero de 1809 en la ciudad inglesa de Schrewsbury. Su padre era médico es esa ciudad y tenía una próspera clientela. Charles fue el segundo de los 6 hijos del Dr. Darwin. Su madre fue Susanah Wedgwood, hija del propietario de una importante industria de la porcelana. Charles siempre fue un mal estudiante, aficionado
sobre todo a la caza. Destacó como buen tirador y jinete. Su padre lo tenía claro: este hijo, Charles, no sirve para nada y será la vergüenza de la familia. Peo Charles también lo tenía claro: para que se iba a esforzar en estudiar si con lo que iba a heredar de su padre podría vivir cómodamente.
En 1825 su padre le envía a la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina. A Charles no le gusta esta carrera y termina abandonándola. En 1828 acude a la Universidad de Cambridge para iniciar los estudios que le llevarían a ser clérigo de la Iglesia de Inglaterra. En estos años de Cambridge Charles se interesa más por la geología y la botánica que por la teología. En 1831, mientras estaba en casa de su padre pasando las vacaciones, recibe la noticia de que un barco de la Marina de su Majestad, de nombre Beagle, va a comenzar un viaje alrededor del mundo y disponía de una plaza para un naturalista sin remuneración económica y compartiendo camarote con el capitán del barco, el capitán Fitz Roy. Charles no se lo piensa y tras vencer la oposición de su padre, se enrola en el Beagle. Aunque no fuese una plaza remunerada, la asignación de su padre cubría los gastos sin problemas.
El viaje del Beagle alrededor del mundo se inicia el 27 de diciembre de 1831 y regresa el 2 de octubre de 1836. El equipaje de Darwin era escaso, pues escaso era el espacio de que disponía. Destaca un martillo de geólogo, materia a la que era muy aficionado, y un libro, El Paraíso Pedido de Milton. Este extraordinario viaje está relatado con todo detalle en su obra Viaje de un Naturalista Alrededor del Mundo, cuya lectura no podemos menos que recomendar.
A su vuelta, Darwin se establece en Londres hasta que en 1842 se traslada a la pequeña ciudad de Down donde pasará el resto de su vida. En 1839 se había casado con su prima Emma Wedgwood y el matrimonio tendría diez hijos de los que sobrevivirán siete. En esta ciudad de Down y en la casa en la que viviría el resto de su vida, Charles Darwin escribiría su gran obra.
No vamos a entrar en el detalle de la vida y la obra de Charles Darwin, pues nuestros lectores pueden informarse fácilmente en otras publicaciones. Nosotros vamos a concentrarnos en las enfermedades que sufrió y que tanto le hicieron padecer durante toda su vida.´
LA SALUD DE CHARLES DARWIN
No tenemos demasiada información directa sobre la salud de Darwin. Es posible que, de forma deliberada, los datos sobre su salud fueran ocultados. Es cierto que se publicó una autobiografía, pero en realidad no era una auténtica autobiografía. Darwin escribió una serie de notas sobre su vida destinadas a sus descendientes, hijos y nietos, para que conociesen su trayectoria personal. Eran unas notas de carácter íntimo no destinadas para su publicación. A la muerte de Darwin, su hijo menor, Francis, decidió que era importante que el mundo conociese aspectos de la vida de este gran científico y reunió estas notas para su publicación. Pero Francis Darwin nos advierte que ha eliminado todos aquellos aspectos de carácter íntimo que no creyó necesario publicar. Entre los datos eliminados se encuentran, sin duda, lo referente a la salud de Charles Darwin. La salud del científico fue bastante mala, tanto que en ocasiones tuvo que dejar de trabajar durante varias semanas hasta reponerse. Esta información la encontramos generalmente en alguna de las muchas cartas que Darwin, hombre famoso, escribió a sus muchos amigos y corresponsales. Es decir que la autobiografía publicada está llena de omisiones en lo que a la salud se refiere.
EL VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO
Cuando Darwin se embarca en el Beagle para dar la vuelta al mundo, tenía 22 años y, seguramente, una buena salud. En un viaje que había de durar cinco años podía esperarse deterioros en la salud de tripulantes y viajeros. Por eso la tripulación al mando del capitán Fitz Roy, estaba compuesta por dos tenientes, treinta y cuatro marineros, dos grumetes, un contramaestre, ocho soldados de marina, un carpintero, un contador, un escribiente y, además, un oficial médico y un ayudante sanitario. Aunque en su extenso relato del viaje alrededor del mundo Darwin apenas menciona problemas de salud, es evidente que los tuvo. En el prólogo del libro, donde menciona los diferentes agradecimientos a quienes le ayudaron, da las gracias al Dr. Bynoe, médico del Beagle, “por los solícitos cuidados que me prodigó cuando estuve enfermo en Valparaíso”. Darwin relata con gran precisión y detalle todos los episodios del viaje, con mención explícita de la fecha y lugar en que ocurrieron. Pero cuando llega a Valparaíso no hace mención de ninguna enfermedad, lo que podemos interpretar como su intención de pasar por alto sus problemas de salud que consideraba poco importantes como para interrumpir el resto del relato.
Lo que si menciona Darwin, como de pasada, es que pocos días antes de iniciar el viaje tuvo un episodio de “palpitaciones y dolores en el corazón” que le asustó mucho y le hizo pensar que podía tener una enfermedad cardiaca. Pero no quiso consultar con ningún médico por el temor de que le prohibiese realizar el viaje, algo a lo que no estaba dispuesto por peligroso que fuese.
El 3 de octubre de 1832 se encontraba realizando una excursión en los alrededores de la ciudad argentina de Santa Fe. Tuvo un episodio de dolor de cabeza que le tuvo postrado en cama durante dos días. Fue tratado con remedios locales, como aplicar hojas del naranjo a las sienes, aplicar una habichuela cortad por la mitad también a las sienes y algunos otros remedios más repugnantes como matar y abrir en canal a un cachorro. En cualquier caso, no hace mención de la causa del dolor de cabeza, pero de alguna manera curó y Darwin pudo proseguir el viaje. Pocos días después, el 1 de octubre, se encontraba en la ribera del rio Paraná explorando la zona, pero en un momento “no se sentía enteramente bien” por lo que tuvo que suspender el viaje y regresar a Buenos Aires. No da más explicaciones.
En marzo de 1835 se encontraba en el Perú. Muy interesado por la geología de la zona organiza una ascensión a la cordillera de los Andes. El ascenso se hace cada vez más fatigoso por la disminución del oxígeno según se subía. Tenían que descansar cada cincuenta metros para recobrar el aliento. Darwin padece el mal de altura por el enrarecimiento del aire, que los indígenas que le acompañaban llaman puna. Darwin se sobrepuso a este inconveniente y continuó la ascensión con la satisfacción de encontrar algunas conchas fósiles en el cerro más elevado.
Ya al final de su relato sobre la vuelta al mundo menciona el mareo, que probablemente sufrió frecuentemente durante la travesía. Habla, dice, por su experiencia. La persona a quien afecte el mareo ha de conceder gran importancia a las molestias que ocasiona, no es un mal pasajero que se cure en una semana.
Esto es todo lo que nos cuenta sobre su salud durante los cinco años que duró el viaje.
DE REGRESO
Al regreso de su viaje, después de una breve estancia en Londres, en 1842 Darwin se establece en la pequeña ciudad de Down, donde permanecerá el resto de su vida y donde escribirá su extensa obra. Los detalles sobre su salud son escasos, pero no debió tener buena salud pues son constantes los comentarios sobre su mala salud que, en ocasiones, le obligaba a suspender su trabajo. Al principio los Darwin hicieron cierta vida social recibiendo amigos en su domicilio. Pero “mi salud se resentía a causa de la excitación” (no especifica el significado de la excitación) que le provocaba violentos escalofríos y accesos de vómitos por lo que tuvieron que reducir su vida social, declinando invitaciones a comer y recibiendo en su casa a muy escasos invitados.
Mas adelante anota en su diario que había perdido casi dos años por su enfermedad (no da más detalles), lo que le llevó al balneario de Malvern en 1848, donde pasó dos meses, para tomar un tratamiento
hidropático que le sentó muy bien, de modo que pudo reanudar su trabajo. Pero la mejoría no fue suficiente pues cuando su padre fallece el 13 de noviembre de 1848, Charles Darwin no puede acudir a su entierro ni a su funeral pues su salud no le permitía viajar. Se encontraba de nuevo muy enfermo por lo que tuvo que suspender temporalmente la corrección de pruebas de unos de sus libros sobre Plantas Trepadoras.
Su hijo, Francis Darwin, incluye en la autobiografía una carta dirigida por su padre a un amigo, el Sr. J. Fordyce en 1871. Se discuten los problemas que surgen entre la ciencia y la religión. Charles Darwin es escéptico sobre los criterios habituales de la religión, pero no descarta la existencia de Dios. En un momento de esta larga carta, le dice a su amigo que su salud es muy débil y que jamás pasa 24 horas seguidas sin algún malestar lo que le hace perder meses enteros de trabajar.
Son abundantes las menciones sobre su mala salud en su correspondencia dirigida a amigos y colegas científicos en las que se disculpa por los retrasos en responder debido a su mala salud que le obligan a descansar en cama, a veces durante semanas o meses, sin poder trabajar. En una de ellas se queja de sus enormes molestias de estómago y de gran debilidad. En 1868, en carta a su amigo Hooker, menciona que solamente la música (se refería al Mesías de Haendel) le permitía olvidarse durante unas horas de “su maldito estómago”. Es la primera vez que se enfoca en el estómago. En otra ocasión dice que no ha pasado un solo día en los últimos años sin enormes molestias de estómago. En 1872, en una carta a la Sra. Haliburton, declara que durante muchos años su salud a sido mala y ahora se siente muy viejo. Pero a excepción de su mala salud, que le ha apartado de la sociedad, su vida ha sido muy feliz.
EL FINAL
Durante sus últimos años, la salud de Darwin se fue deteriorando haciendo cada vez más difícil trabajar en sus diversas publicaciones científicas. “Durante todo el invierno he estado bastante mal. Me temblaban las manos y la cabeza me daba vueltas. Un día de cada tres no podía hacer nada” escribía en una ocasión. “Las noches las paso siempre mal lo que me impide recuperarme” dice en otra carta.
En diciembre de 1881 fue a visitar a su amigo el Sr. Romanes y como no se encontraba bien decidió marcharse a su casa antes de lo previsto. Al salir, cuando había caminado menos de doscientos metros, se tambaleó y tuvo que agarrarse a una verja para no caer al suelo. Fue ayudado por el mayordomo del Sr. Romanes, pero Darwin insistió en continuar el camino por su cuenta. Durante la última semana de febrero de 1882 tuvo frecuentes episodios de dolor en la región del corazón con irregularidad del pulso y fue atendido por dos prestigiosos médicos de Londres que acudieron presurosos a su casa de Down. El 18 de abril tuvo otro ataque, esta vez más serio, y perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí, consciente de la proximidad de la muerte dijo que no tenía ningún miedo a morir. Durante todo el día siguiente sufrió terribles náuseas y debilidad de las que no se pudo rehacer. Murió el día 19 de abril a los 74 años de edad.
Charles Darwin fue enterrado en la Abadía de Westminster como hombre ilustre que había sido. Asistieron al funeral representantes de Francia, Alemania, Italia, España, Rusia y de Universidades y Sociedades Científicas. Reposa junto a compañeros tan ilustres como Isaac Newton, Stephen Hawkins, Charles Dickens y Rudyard Kipling por mencionar solo a unos pocos.
LO QUE NOS QUEDA
Charles Darwin fue un hombre muy trabajador, pero muy metódico. En varias ocasiones dice que dedica exactamente tres horas al día a trabajar aunque seguramente trabajaba durante muchas más horas. Fue muy aficionado al dulce, que le fue prohibido por los médicos. Fumaba y tomaba rape. Apenas bebía vino. Aficionado a los paseos de los que disfrutaba mucho, pero los tuvo que reducir en sus años finales por la pérdida de fuerza. Casi toda su vida la pasó afectado por sus intensas molestias de estómago que fueron casi constantes desde 1842 cuando se traslada a su residencia definitiva en Down. Estas molestias le hicieron sufrir mucho y le forzaron a interrumpir su trabajo frecuentemente, a veces durante semanas y meses. En aquellos tiempos no se disponía de medios para hacer un diagnóstico preciso, pero seguramente se trataba de una úlcera gastroduodenal. Tampoco había tratamientos específicos por lo que se acudía a cambios en la dieta y a la hidroterapia en balnearios, balnearios a los que acudió Darwin en muchas ocasiones. En sus últimos años no cabe duda que sufrió un grave problema cardiaco que fue la causa inmediata de su muerte. Tenemos que recordar que pocos días antes de iniciar el viaje en el Beagle tuvo un episodio de palpitaciones y dolor en la región cardiaca pero no hay evidencia de que tuviese problemas de corazón a lo largo de su vida excepto muy al final.
Pero la gran contribución de Darwin fue la teoría de la evolución por la que es recordado. La teoría de la evolución es solo eso, una teoría. No hay una demostración definitiva de su realidad y son muchos los datos que la contradicen y no pocos los estudiosos que no la aceptan. Pero hasta ahora, nadie ha sido capaz de encontrar una teoría mejor para explicar el mundo.
Para realizar este artículo nos hemos ayudado de los siguientes textos.
Charles Darwin. Autobiografía. Selección de Francis Darwin. Alianza Editorial. Madrid 1977
Charles Darwin. Diario del Viaje de un Naturalista Alrededor del Mundo. Editorial Espasa Calpe. Madrid 2009
Charles Darwin. El Origen del Hombre. Biblioteca EDAF. Madrid 1963
Charles Darwin. El Origen de las Especies. Editorial Bruguera. Barcelona 1967
Néstor Luján. Charles Darwin. Historia y Vida. Extra número 28. Barcelona 1983
Thomas Malthus. Ensayo Sobre el Principio de la Población. Editorial Akal. Madrid 1990