Los discursos orales de clausura de reuniones o actos científicos, con frecuencia están llenos de lugares comunes, amanerados y tediosos.
Voy a transcribir unas notas, que podrían ser un ejemplo, quizás heteróclito, a la búsqueda del humor y la originalidad, y que fueron leídas en la clausura de la primera reunión de casos clínicos de enfermedades sistémicas autoinmunes (Sociedad de Medicina Interna de Madrid-Castilla La Mancha, Hospital Universitario Gregorio Marañón, Madrid 23 de marzo de 2012).
INTRODUCCIÓN
Buenas tardes. Agradezco al Comité Organizador su amable invitación para clausurar esta reunión, y sobre todo a su coordinador, el Dr. Canora Lobato, mi antiguo alumno de patología general en la Universidad Autónoma de Madrid. Una gran satisfacción: le enseñé a hacer historias clínicas. Su tenacidad e ilusión han hecho posible esta jornada.
De las raíces etimológicas (claudo = cerrar, clavis=llave) deduzco que me han encargado de “echar la llave” a esta apasionante discusión de casos clínicos.
Así como los prefacios no se leen, los actos de clausura suelen estar casi vacíos. El tiempo ha llegado, se inician las letras al final de la película y se abandona la sala. Sin embargo, voy a leer unas cuartillas. No he traído imagenología, sugestivo vocablo propuesto por Fernando A. Navarro y aceptado en el reciente Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina. Todavía, como dijo Blas de Otero, “nos queda la palabra”.¿Palabras perdidas?. No, heteróclitas, como una exudación espontánea, lejos del lugar común académico, encorsetado y desagradable.
La medicina icónica y los protocolos están entre nosotros. Y , parodiando a Canetti “no se puede respirar, todo está lleno de victoria…de la imagen! Sin embargo, aparte del uso, o mal uso de las nuevas tecnologías y de las guías clínicas, es necesario transmitir y compartir, las vivencias (la vivencia orteguiana o la vividura de Américo Castro) de la práctica médica con enfermos, en esta ocasión con enfermedades autoinmunes del tejido conectivo.
Muchos de estos enfermos, como hemos visto en esta jornada, son de difícil diagnóstico: con preludios insidiosos o subrepticios, con manifestaciones clínicas o biológicas aisladas, huérfanas, sin nosología, fuera de las agendas de consultas o unidades de alta resolución o rápido diagnóstico. El símbolo es el título de un caso:”Veinte años de dificultades”. Además no tenemos un conocimiento definitivo de sus causas y mecanismos, no existe un tratamiento resolutivo. Por cierto, esto induce una situación difícil para los gestores de estándares y planes estratégicos de medicina interna. Yo creo que estas sesiones contribuyen a iluminar (¡como Max Estrella en “Luces de Bohemia”!) la interpretación y manejo de estos enfermos.
Don Gregorio Marañón, epónimo de este hospital, escribía en 1929, en un sencillo y sugestivo libro de casos clínicos (Trabajos del Servicio de Patología Médica del Hospital General de Madrid):”el saber no es un cúmulo de nociones, sino una táctica, un criterio, para enfrentarse con precisión y originalidad a la realidad, llena de siempre de incógnitas”.
BREVE SEMBLANZA DE LA UNIÓN DE LAS COLAGENOSIS
¿Por qué acudir a las raíces históricas? Pues, porque los conocimientos actuales de las enfermedades autoinmunes se comprenden mejor a la luz de sus antecedentes nosológicos.
El padre de las colagenosis fue Jorge Klemperer, profesor de Clínica Médica en Berlín, en el año 1942. ¿Es que no existían antes estas enfermedades? Sí, tenían entidad nosológica. ¿Entonces? Pues el mérito innegable de Klemperer (¡un innovador para la actual pedantería!) fue reunir bajo el término Collagen Diseases, un grupo de entidades con alteraciones difusas del tejido conjuntivo. Klemperer , como decía Szent-Györgyi, “vió lo que todo el mundo había visto, pero pensó lo que nadie había pensado”.Una curiosidad: para Bogomoletz, médico de Stalin, y creador de un famoso suero citotóxico antirreticuloendotelial (1915) , “cada ser tiene la edad de su tejido conjuntivo”.Y un detalle: En el Index Medicus de los años 1941-1947) solo aparecen dos referencias en “enfermedades del colágeno”. Seis años después (1953) pasaban de 120.Hoy se advierten más de 30.000 referencias. Y una duda: ¿la falta de un agente etiológico demostrado, une o separa a las enfermedades sistémicas autoinmunes? Mientras llega un Linneo –que era médico- quizás las conectivopatías continuarán unidas por sus discrepancias.
Un escéptico, Lloyd Smith , decía en 1983 en el prólogo del libro Vasculítides de Fauci : “algunos años atrás un académico declaró que solo creía en la autoinmunidad manifestada por un colega que escapó milagrosamente ileso de tres accidentes de autovía”. Sin embargo, Don Agustín Pedro Pons en el pre-scriptum a la primera monografía española sobre colagenosis (1967) – como ven Vds. soy un ávido y compulsivo lector atípico de prólogos-, reconocía que : “las enfermedades difusas del tejido conjuntivo tienen un disturbio de naturaleza autoinmune”.Y con Don Carlos Jiménez Díaz, otro gran impulsor de la medicina científica hospitalaria en España, fue un hito su concepto de disrreacción y autoplasmonocividad, y sus mostazas nitrogenadas como tratamiento inmunosupresor . Todavía más, Novoa Santos habló en su patología general (1916) de sustancias (anticuerpos) contra autotoxinas (autoantígenos).En un país de adanistas justo es reconocerlo.
UNA JORNADA CON BIOGRAFÍAS DE ENFERMOS
Se han presentado 28 casos, aunque por límite de tiempo se han expuesto 15. De los 28 casos, 20 tenían una conectivopatía clásica (vasculitis, lupus eritematoso sistémico, miopatía inflamatoria idiopática, esclerosis sistémica progresiva) y una sorprendente miscelánea de 10 casos con situaciones solapadas o indiferenciadas.
Un dato inquietante. En los 28 casos enviados a esta jornada, la media de líneas escritas dedicadas a la exploración física en cada enfermo fue solo de siete, y la media de folios para presentar cada caso fue de tres.
¿La exploración física venida a menos? ¿Pasar visita a las historias clínicas en los despachos en vez de hacerlo a los enfermos? ¿Decadencia, misoneísmo , choque generacional? Se ve que el viejo adagio “nunca a mayor distancia del enfermo que las gomas de nuestro fonendoscopio” está obsoleto. Tenemos que aceptar hoy que predomina el diagnóstico de imagen (icónico) y el médico no tiene que aguzar sus sentidos (diagnóstico semiótico). El ojo electrónico –distante- ha sustituído al viejo ojo clínico –cerca del enfermo. Y yo no quiero entrar en el catálogo de Jordi Gracia de “intelectuales melancólicos”.
Quiero advertirles sobre el dogma de la medicina factual o probatoria aplicada a la vida real del enfermo, a su patobiografía, en el pase de visita clínica. Don Pío Baroja en su ensayo casi autobiográfico “Juventud, egolatría” ( 1917), se reconocía ¡dogmatófago!. ¿Qué significa? Pues, masticar y digerir los dogmas. También debemos serlo en medicina clínica, y leer o releer a Marañón en su “Crítica de la medicina dogmática”.
No parpadeen. Les voy a contar una anécdota. Una mañana gris, cuando era médico adjunto, estaba perdido por un pasillo del Hospital La Paz. Barbado ¿de dónde viene Vd.?, me preguntó el profesor Ortiz Vázquez. De ver la autopsia de un enfermo de mi Sala. Ah, sí ¿y que tenía?. ¡Una púrpura benigna hipergammaglobulinémica de Waldenström!, contesté con tono de suficiencia.¡Pues no sería tan benigna!, respondió.
Sin duda, el médico, tiene que aspirar a la verdad, incluso en el arte clínico, a la exactitud de Stendhal de “ver en lo que es”.Veamos un ejemplo anti-Stendhal. Un cardenal visita un poblado chabolista. ¿Sabéis quien es el Niño Jesús?, preguntó a los niños rumanos gitanos. Sí, el hijo de la Lucía, respondió uno de ellos.
EPICRISIS
En tiempos de predominio cibernético, compartir las vivencias que Vds. han tenido con los enfermos de su especialidad, todavía es una excelente pedagogía teñida de humanismo médico.
A lo último, ante el humilde “ver enfermos”, soy partidario de las hermosas palabras de Leonardo de Vinci :”Antes la muerte que cansancio, no me sacio de servir, no me canso de gozar”.
Queridos amigos: muchas gracias por vuestra presencia física, y a los médicos residentes, que han presentado los enfermos, por su ilusión y dedicación ejemplar.
Y con mi llave virtual , cierro esta primera sesión de casos clínicos con enfermedades sistémicas autoinmune
Francisco Javier Barbado Hernàdez
Jefe de Secciòn Medicina Interna
Tutor de Docencia
Hospital Universitario La Paz, Madrid