EL AUTOR
Miguel de Cervantes nace el 29 de septiembre de 1547. No sabemos con certeza su lugar de nacimiento pero sí que fue bautizado en Alcalá de Henares el día 9 de octubre del mismo año. Su padre era cirujano, que en aquella época era más un barbero que hacía sangrías que lo que hoy conocemos por ese título. Se definía a los cirujanos como “la mitad del justo precio del médico”.
Por motivos económicos la familia Cervantes cambió de residencia en varias ocasiones. Tal vez por ese motivo, Miguel y sus hermanos, no pudieron recibir una educación adecuada. Solo sabemos que Miguel era muy aficionado a la lectura. Pero también sabemos que en 1568, con casi 20 años de edad, era alumno de humanidades del Estudio de Madrid que dirigía Juan López de Hoyos. Buscándose la vida, Miguel de Cervantes viaja a Roma como ayuda de cámara del cardenal Julio Acquaviva. Más adelante toma la profesión militar y lucha en la batalla de Lepanto a bordo de la nave La Marquesa mandada por Francisco de San Pedro. Como es bien sabido, en esta batalla Cervantes es herido y pierde la función de su brazo izquierdo.
En septiembre de 1575 sale de Nápoles en la galera Sol con destino a España `pero en el trayecto son apresados por piratas argelinos que le llevan prisionero a Argel. Intenta fugarse en tres ocasiones sin éxito. Finalmente, en 1580 s liberado por los frailes trinitarios previo pago de un rescate. Regresa a España e intenta conseguir algún empleo en la Corte. Obtiene una asignación como recaudador de impuestos en Andalucía donde pasa varios años. Algún problema con el dinero recaudado le llevan a la cárcel en Sevilla, pero por poco tiempo.
Antes de ir a Andalucía, Cervantes ha publicado su primera novela, La Galatea, en 1585. También escribe varias obras de teatro con la esperanza de conseguir algunos ingresos que aliviasen su siempre difícil situación económica.
EL QUIJOTE
En 1605 publica la primera parte de la que sería su gran obra. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha fue impreso en Madrid, en la imprenta de Juan Cuesta. Este libro fue dedicado al Duque de Bejar, con el propósito de conseguir algún apoyo económico de este noble. Sorprendentemente, esta obra constituyó un éxito editorial extraordinario, teniendo que hacer seis ediciones en el primer año y posteriormente, en vida de Cervantes, 16 ediciones más. El Quijote se traduce al inglés en 1612 y al francés en 1614. El autor consigue gracias a esta obra fama y algún dinero.
LA PRIMERA MUERTE DE DON QUIJOTE
No vamos a entrar en los aspectos literarios de esta obra, de sobra conocidos, ampliamente estudiados y analizados por importantes críticos de la literatura española e internacional. Solo vamos a centrarnos en las razones de Cervantes para dar muerte a su personaje.
Al final de la primera parte, don Quijote regresa a su pueblo (por cierto pueblo del que Cervantes nunca quiso dar el nombre en esta primera parte ni en la segunda), derrotado y abatido y es atendido por su ama y su sobrina. En este punto el autor, Cervantes, deja el futuro un tanto abierto y sin definir. Dice que no ha podido encontrar noticia de lo que pudo ser la vida de su héroe si es que volvió a salir en busca de nuevas aventuras. Pero nos habla sin dar fechas, de una caja que un médico había encontrado en las ruinas de una ermita, caja que contenía unos pergaminos escritos en castellano y con letra gótica donde informa sobre nuevas hazañas de don Quijote, la hermosura de Dulcinea del Toboso, de la figura de Rocinante y de la fidelidad de Sancho Panza. Pero además, en estos pergaminos aparecen algunos epitafios en verso sobre las tumbas de estos personajes. Un ejemplo:
Aquí yace el caballero
Bien molido y mal andante
A quien llevó Rocinante
Por uno y otro sendero.
Sancho Panza el majadero
Yace también junto a él,
Escudero el más fiel
Que vio el trato de escudero.
De esta forma, Cervantes deja abierta la posibilidad de hacer o no una continuación de las hazañas de Don Quijote. Al no poner fechas, entre el final de la primera parte y la posible muerte de don Quijote quedaba tiempo para nuevas aventuras.
LA SEGUNDA Y DEFINITIVA MUERTE DE DON QUIJOTE
Ante el éxito de la primera parte, Cervantes decide escribir una continuación de las aventuras de don Quijote. En el planteamiento de esta segunda parte hay algunas novedades. En primer lugar, se da por hecho que don Quijote es conocido pues los personajes que aparecen en la novela ya han leído la primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. En segundo lugar, se considera que esta segunda parte es un texto encontrado en algún lugar de Toledo, escrito en lengua arábiga por un historiador llamado Cide Hamete Benengeli, texto que posteriormente fue traducido al castellano. Con este truco Cervantes se permite dudar de algunas de las más inverosímiles aventuras de don Quijote, pero que así las había descrito su autor árabe.
Esta segunda parte se publica en el otoño de 1615 y está dedicada al Conde de Lemos. Parece que Cervantes la escribe sin prisa hasta que en 1614 aparece impresa una obra sobre las venturas de don Quijote firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda. El libro se titula Segundo Tomo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha y está publicado en Tarragona. El nombre de Fernández de Avellaneda es un seudónimo y nunca se ha sabido quien fue el verdadero autor que se escondía tras ese nombre. Desde luego no era un amigo pues en su prólogo habla muy mal de Cervantes y le llama viejo y manco entre otras cosas.
Cervantes decide contra atacar y acelera la publicación de su segunda parte. En el prólogo deja bien claro que Avellaneda es un impostor y que él es el único con derecho a escribir la segunda parte. Anuncia, todavía en el prólogo, que al final de la obra don Quijote quedará muerto y sepultado para que nadie pueda escribir nuevas aventuras.
A lo largo de esa segunda parte Cervantes no deja de aludir en varios pasajes su crítica a Fernández de Avellaneda, cuya verdadera personalidad nunca pudo averiguar.
Al final de la obra don Quijote regresa a su pueblo vencido y derrotado. Tal como anunció Cervantes, don Quijote llega a su fin. Sufre una fuerte calentura que le postra en cama durante seis días. Cuando se recupera de la fiebre sigue muy débil y el médico que le atiende es muy pesimista. Le recomienda que se preocupe de la salud de su alma ya que la del cuerpo no tenía remedio. Don Quijote escucha este pronóstico y pide que le dejen dormir un rato. Cuando despierta, ha recuperado la razón y reconoce el trastorno que en su mente produjeron los libros de caballería. Yo fui loco, dice, y ahora soy cuerdo. Fui Don Quijote y ahora soy Alonso Quijano. Confiesa con su amigo el cura y hace testamento con un escribano. Fallece y el escribano, por expreso encargo de Don Quijote, deja constancia por escrito de que Don Quijote ha muerto y que no caben nuevas aventuras suyas en el futuro. Sobre su tumba un epitafio escrito por el bachiller Sansón Carrasco:
Yace aquí el Hidalgo fuerte
Que a tanto extremo llegó
De valiente, que se advierte
Que la muerte no triunfó
De su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco;
Fue el espantajo y el coco
Del mundo, en tal coyuntura,
Que acreditó su ventura,
Morir cuerdo y vivir loco.
Miguel de Cervantes aceleró la publicación de la segunda parte de El Quijote cuando apareció la versión de Fernández de Avellaneda. De no ser así, tal vez nunca la hubiese terminado pues murió pocos meses después de su publicación, en abril de 1616, sin haber disfrutado del éxito de su obra. Tal vez ya se sentía enfermo y nos adelanta su propio final en un corto verso que incluye, sin gran razón, en uno de los episodios de esta segunda parte:
Ven muerte tan escondida
Que no te sienta venir.
Porque el placer de morir
No me torne a dar la vida.
Para escribir este artículo nos hemos apoyada en las siguientes referencias:
Miguel de Cervantes Saavedra. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Colección Austral. Espasa Calpe. Madrid 1960
Ramón Menéndez Pidal. De Cervantes y Lope de Vega. Colección Austral. Espasa Calpe. Madrid 1958.
Historia de la Literatura Española. Ed. Plaza y Janés. Barcelona 1987.