EDUARDO VII DE INGLATERRA. EL REY QUE PUDO MORIR POR UNA APENDICITIS AGUDA

Eduardo VII era hijo de la Reina Victoria de Inglaterra y del Príncipe Alberto. Al morir la reina Victoria en 1901 Alberto sube al trono a los 60 años de edad. Alberto había sido una persona que gustaba del buen vivir, de las fiestas y de los viajes. A pesar de su obesidad, era considerado uno de los hombres más elegantes del reino. Su madre nunca gusto de esta conducta y le mantuvo alejado de toda actividad de gobierno.

 

La ceremonia de la coronación estaba prevista para el día 26 de junio de 1902. Pero unos días antes de esa fecha salta la noticia: la ceremonia de la coronación tiene que aplazarse. El Rey está gravemente enfermo y tal vez tenga que ser sometido a una intervención quirúrgica. El cuadro médico que le asiste emite un comunicado: el Rey padece una peritiflitis.

PERITIFLITIS Y APENDICITIS

Peritiflitis quiere decir inflamación del ciego, es decir de la porción inicial del intestino grueso. Este era el nombre con el que en Europa, en aquellos años, se denominaba a un proceso inflamatorio agudo de la zona del ciego, que generalmente evolucionaba hacia la formación de un absceso purulento que habitualmente se abría a la cavidad peritoneal, causando una peritonitis y la muerte. Con suerte, el absceso encontraba su camino hacia la superficie y se abría a la piel, lo que podía resultar en una curación. Más raramente,el proceso inflamatorio era leve y quedaba limitado a los alrededores del ciego, enfriándose espontáneamente.

Los cirujanos de los Estados Unidos llamaban a este mismo proceso apendicitis, pues habían comprobado que la inflamación no se producía en el ciego sino en el apéndice vermiforme, que era una pequeña prolongación del ciego y que por su estrechez se inflamaba fácilmente. En realidad se trababa de la misma enfermedad con dos nombres distintos.

El proceso se presentaba con dolor abdominal, especialmente en la fosa iliaca derecha, nauseas y fiebre. Evolucionaba a la formación de un absceso y a la peritonitis.

El tratamiento consistía en dieta ligera, laxantes y opio. El opio calmaba el dolor y reducía los movimientos intestinales con lo que los pacientes mejoraban algo. Aun así, la mortalidad superaba el 70% de los casos. A pesar de que era bien conocida la evolución hacia el absceso, es decir una colección de pus, el tratamiento quirúrgico no era recomendado. En aquellos tiempos, sin antibióticos y con una anestesia primitiva, operar en la cavidad abdominal se consideraba una temeridad.

Hubo que esperar hasta el año 1887 cuando el Dr. George Morton, cirujano de Filadelfia, realizó la primera operación de apendicitis aguda en un caso avanzado. El Dr. Morton estaba condicionado por el hecho de que un hermano y un hijo habían muerto por apendicitis aguda. En 1889, el Dr. Charles McBurney de Nueva York comunica los primeros éxitos con la cirugía del apéndice, aunque en casos avanzados. En el mismo año, el Dr. John Murphy, de Chicago, realiza y recomienda la operación temprana, apenas aparecidos los primeros síntomas. En Europa, el Dr. Frederick Treves, en Londres, realiza por primera vez la extirpación de un apéndice inflamado, bien que en un caso avanzado y ya con un absceso.

LA ENFERMEDAD DEL REY.

La enfermedad del Rey Eduardo VII había comenzado el día 13 de junio. Presentaba un cuadro de dolor abdominal y nauseas. Su médico de cabecera. El Dr. Laking, le suministró un laxante, como era habitual en esos casos. Al día siguiente el dolor era más intenso, y aparecieron los vómitos y la fiebre. Fue tratado con opio.

El Rey mejoró algo pero el día 18 la situación empeoró. El cuadro médico (ningún cirujano entre ellos) hizo el diagnóstico de peritiflitis. Se llama a consulta a un cirujano, el Dr. Frederick Treves, que recomienda esperar y seguir el tratamiento con opio. El Rey mejora algo pero el día 23 de junio aumentan los dolores,los vómitos y la fiebre. El Dr. Treves se decide a operar.

La operación se lleva a cabo el mismo día 23 en el Palacio de Buckingham. El Dr. Treves abre el abdomen y drena un gran absceso en cuyo fondo se encuentran los restos de un apéndice prácticamente destruido. Deja un drenaje para la evacuación del pus restante. La operación ha durado 40 minutos. El Rey evoluciona favorablemente y se recupera totalmente.

EL RESTO ES HISTORIA

EL REY EDUARDO VII de Inglaterra vivirá y reinará hasta su muerte en 1910. Fueron años difíciles, con e inicio del declive del gran Imperio Británico y con la Primera Guerra Mundial a la vista.

Para realizar esta artículo nos hemos apoyado en los siguientes textos:

Juren Thorwald. El Siglo de la Cirugía. Ediciones Destino, 1970

Diccionario Larousse de Historia Universal. Editorial Planeta Agostini, 1988

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