EL DR. KEVORKIAN Y EL SUICIDIO ASISTIDO

LA VIDA DE LOS ANIMALES

Yo no recuerdo haber nacido, nos dice el filósofo español Miguel de Unamuno en sus Recuerdos de Niñez y Juventud. Efectivamente, cuando nos damos cuenta ya estamos en este mundo, sin remedio. Nadie nos ha preguntado si queríamos nacer.

El Azar de Nacer

El nacimiento de un ser humano (en realidad de cualquier otro animal) es el resultado de una probabilidad casi imposible. Nuestros progenitores se conocieron de forma casual, coincidieron en el tiempo y en el espacio fortuitamente. Cada uno de ellos podía haber conocido a otro y el resultado habría sido totalmente distinto. Una vez apareados un espermatozoide entre varios cientos de millones y un óvulo entre varios miles, se unen de forma aleatoria. Cualquier otra combinación entre los varios millones posibles, hubiese dado lugar a otro ser.

Hemos nacido, hemos sido arrojados al mundo en palabras de otro filósofo, Heidegger. Y según el mismo filósofo, solo tenemos un destino que es morir. El hombre es un ser para la muerte.

Estamos condenados a morir pero no tan fácilmente. La verdad es que nada más nacer estamos condenados a vivir. Y tenemos que llenar nuestra vida con algo, hasta que nos llegue el final inevitable.

Que Espera la Naturaleza de Nosotros

La naturaleza sabe muy bien lo que quiere de nosotros y espera que lo hagamos. Para la naturaleza los seres humanos somos unos simples animales. Nosotros nos creemos más importantes porque en el proceso de la evolución nos ha crecido algo el cerebro y fantaseamos sobre nuestro lugar en el mundo y sobre nuestro destino en el universo. Pero somos simples animales. Otro filósofo, Peter Sloterdijk, lo ha visto muy claro: el hombre es un ser que ha fracasado en ser y permanecer animal.

La naturaleza solo quiere que los animales, incluyendo el humano, vivan el tiempo necesario para procrear, cuidar a nuestras crías hasta que sean auto suficientes para garantizar la permanencia de la especie. Todas las especies tienden a extinguirse y la naturaleza quiere evitarlo.

Cuanto Tenemos Que Vivir

La duración de la vida de cada animal está condicionada por esa exigencia reproductiva de la naturaleza. Hay insectos que mueren nada más poner los huevos, pues sus crías van a ser autónomas desde el momento de nacer. Según se avanza en la escala evolutiva los animales son más complejos y sus crías necesitan de más cuidados hasta poder emanciparse. Las aves han de alimentar a sus polluelos hasta que sean capaces de volar. Los mamíferos han de amamantar a sus cachorros hasta que estos aprenden a cazar. Una vez cumplida su misión, reproducidos en suficiente cantidad y calidad para mantener la especie, los adultos pueden morir y generalmente no tardan mucho en hacerlo.

¿Y el hombre? Es generalmente aceptado que la cría humana nace prematuramente. El recién nacido es incapaz de sobrevivir sin ayuda para alimentarse y defenderse. Tardará muchos años en ser auto suficiente y ser capaz de reproducirse. Ningún animal nace tan prematuramente y, por lo tanto, tan indefenso. Si lo comparamos con los animales más próximos en la escala evolutiva como los simios, para que un humano recién nacido tuviese la misma movilidad y autonomía que un orangután recién nacido, la gestación humana debería durar 21 meses. Por esta razón, la vida humana tiene que ser más larga.

LA MUERTE

Morir después de haber cumplido con nuestra obligación biológica es algo natural. La naturaleza nos hizo nacer sin pedirnos opinión y nos hará morir cuando corresponda. El desgaste natural del organismo y las agresiones del medio externo consumirán gradualmente nuestra resistencia. Los seres humanos, gracias a su cerebro algo desarrollado, ha conseguido retrasar la muerte un poco. Los avances de la medicina, la higiene, los habitáculos mejor defendidos y la mejor alimentación, pueden prolongar algo la vida. No mucho, pues vivir diez, veinte o treinta años más no es gran cosa si tomamos el tiempo a escala universal. Una vez cumplida nuestra misión reproductiva a la naturaleza no le importa si podemos pintar la Gioconda, escribir El Quijote o descubrir un continente.

LA MALA MUERTE

Pero hay formas de morir que no son naturales, es decir que la naturaleza no tenía previsto en su diseño. Estas formas son producto de la actividad humana, formas que no aparecen en ninguna otra especie animal. El mayor cerebro del hombre le permiten rebelarse contra su destino.

La forma más evidente de mal morir, de muerte anti natural, es la guerra. Millones de seres humanos han muerto a lo largo de la historia a cause de la guerra. Y no solo han muerto los combatientes sino también en la retaguardia las represalias y los ajustes de cuentas se han cobrado su cupo.

Sin guerra, la muerte por otros también ha sido habitual: la pena de muerte. Todas las sociedades algo organizadas han legislado los motivos para quitar la vida a sus semejantes. Las leyes determinan lo que es un delito y cual es la pena que le corresponde según su gravedad. Prácticamente todas las sociedades han determinado que delitos eran lo suficientemente graves como para merecer la muerte. Hoy en día mucha sociedades han eliminado la pena de muerte de su legislación pero todavía se aplica en casi un centenar de países incluyendo algunos de los más avanzados como los Estados Unidos y Japón.

¿Y el Suicidio?

¿Y el suicidio? Quitarse la vida de forma voluntaria es un hecho frecuente y siempre lo ha sido. No tenemos datos exactos pues no se publican por considerarse un conducta poco edificante. El suicida, en nuestras sociedades occidentales, es considerado un fracasado que no fue capaz de resolver sus problemas de forma adecuada. Seguramente mueren más personas por medio del suicidio que por accidentes de tráfico. Solo conocemos los nombres de algunos suicidas célebres, como Virginia Wolff, Ernest Hemingway, Cesare Pavese y Alfonsina Storni. A algunos personajes famosos les fue otorgado el privilegio de suicidarse una vez condenados a muerte. Tal es el caso del filósofo Sócrates y del general Rommel.

No entramos aquí en los casos de muertes violentas accidentales o por fenómenos naturales como inundaciones o terremotos.

Punto importante. El suicidio no es considerado un delito en ninguna sociedad por lo que el suicida que fracasa en su intento se reintegra a su vida normal y puede intentarlo de nuevo. Pero ayudar a suicidarse a una persona que desea libremente hacerlo si puede serlo. Es el controvertido caso del suicidio asistido.

EL DR. KEVORKIAN, PIONERO DEL SUICIDIO ASISTIDO.

El Dr. Jacob (Jack) Kevorkian nace el 29 de mayo de 1928 en Pontiac, ciudad del Estado de Michigan en los Estados Unidos. Obtiene el título de médico en 1952 en la Universidad de Michigan.

Kevorkian

EL DR. KEVORKIAN

era un hombre creyente. Después de la muerte existe otra vida que es el destino natural de todos los seres humanos. En el Paraíso seremos felices. La experiencia, como médico, de ver a tantos pacientes terminales, con atroces sufrimientos, ya desahuciados por los médicos, esperando la muerte como una liberación, incluso pidiendo que se acortase su vida, causaron un gran impacto en Kevorkian.

La eutanasia estaba completamente fuera de lugar, tanto por criterios éticos como legales. El suicidio podía ser una solución pero estos pacientes no tenían la posibilidad ni, a veces, la fuerza para hacerlo. Las drogas con las que podrían suicidarse estaban muy controladas y fuera de su alcance. Los medios más violentos no eran aceptables. Pero ¿y ayudarles a suicidarse?.

LA MAQUINA DE LA MUERTE.

Kevorkian nos cuenta que la idea de construir una máquina que ayudase a morir le vino dela película Frankenstein y el aparato con el que ingenuamente Boris Karloff le da vida. Si hay una máquina que da vida, ¿por qué no una máquina que la quita?

En 1986 el Dr. Kevorkian diseña la máquina que ayudaría a los pacientes terminales a suicidarse. Consistía, simplemente, en un sistema de inyección intravenosa que contenía los medicamentos que por su composición y debidamente dosificados producirían la muerte. Pero este aparato disponía de

EL THANATRON

un mecanismo que el propio paciente debía de activar para comenzar la inyección. Algunos llamarían a esta máquina Thanatron, es decir máquina de la muerte.

Que Todo Fuese Legal

El Dr. Kevorkian era consciente de que podía estar actuando en los límites de la ley. Por ello las drogas utilizadas eran todas disponibles en la farmacopea legal. Contrató a un prestigioso abogado, el letrado Geoffrey Fieger, para estudiar el proceso desde todos los puntos en los que podía chocar con la ley. El candidato al suicidio asistido debía ser mayor de edad, padecer una enfermedad incurable certificada como tal por sus médicos habituales, estar en plena posesión de sus facultades mentales para ser capaz de tomar la decisión libremente y sin coacciones externas. Asimismo la familia inmediata del enfermo también tenia que estar de acuerdo y hacerlo constar por escrito. Las conversaciones con el enfermo y su familia eran grabadas, grabaciones que servirían como defensa en caso de conflictos legales. Con todas estas condiciones, el abogado Fieger consideró que el proceso podía seguir adelante.

EN MARCHA

El primer intento terminó en un rotundo fracaso. El paciente tenía un tumor cerebral en estado terminal, como atestiguaron los médicos que le atendían. El fracaso se produjo porque el paciente no fue capaz de poner en marcha el sistema de infusión. Tenía que apretar tres botones en una secuencia determinada, pero no fue capaz de hacerlo tal vez por los nervios o por la propia situación médica del individuo. El proceso tuvo que interrumpirse y el Dr. Kevorkian se apresuró a simplificar el mecanismo. Pero en el intervalo el paciente falleció como consecuencia de su tumor.

Una vez mejorado el sistema de inyección, el proceso de suicidio asistido siguió adelante. Entre 1990 y 1998 al menos 130 pacientes se sometieron voluntariamente al procedimiento alcanzando la deseada muerte. Se realizaron algunas denuncias por adversarios de lo que consideraron una forma de eutanasia, pero no prosperaron en los tribunales de justicia.

EL FINAL.

El último caso se produjo el día 17 de septiembre de 1998. El sistema de inyección se aplicó a un paciente con ELA (esclerosis lateral amiotrófica) en estado terminal. Se llamaba Thomas York. Por causas difíciles de entender y en contra del criterio se su abogado Fieger, el Dr. Kevorkian comunica al Sheriff del Condado de Oakland, lo que estaba haciendo. Tal vez quiso probar definitivamente su caso ante la justicia. El Sheriff acude de inmediato pero no puede detener el proceso y el paciente fallece como estaba previsto. Kevorkian es detenido.

La Condena y la Cárcel

En esta ocasión el Tribunal que le juzga encuentra al Dr. Kevorkian culpable de homicidio en segundo grado y le condena a 25 años de prisión. En el año 2007 recibe la libertad condicional por buena conducta. La condición es no volver a realizar suicidios asistidos. En cualquier caso el Dr. Kevorkian había sido suspendido como médico y no tenía acceso a los medicamentos necesarios.

Ya en libertad, el Dr. Kevorkian es solicitado para dar numerosas conferencias defendiendo el concepto de suicidio asistido, lo que hizo hasta poco antes de su muerte que sucedió el 3 de junio de 2011

AMIGOS Y ADMIRADORES EN EL ULTIMO ADIOS

en el hospital Royal Oak de Michigan a causa de una insuficiencia renal.

LO QUE QUEDA SI ALGO QUEDA

En la actualidad la eutanasia ha sido legalizada en varios países occidentales y probablemente en el futuro lo será en algunos más. Esto seguramente legaliza también el suicidio asistido.

Con el tiempo las sociedades cambian y sus principios éticos también. Lo que fue un delito y un acto moralmente reprobable ahora puede ya no serlo. En este sentido el Dr. Kevorkian fue un pionero, un hombre adelantado a su tiempo y pagó un duro precio por ello.

Para realizar este artículo nos hemos ayudado de los siguientes textos:

Ramón Jackson. Jack Kevorkian. An Inside Journey With The Most Controversial Doctor Of The 21st Century. Editado por Ramón Jackson, Printed by Amazon Fullfilment. Sin fecha.

Susan Clevenger. Dying To Die. Sacred Life Publishers 2019.

Miguel de Unamuno. Recuerdos de Niñez y Mocedad. Colección Austral. Ed. Espasa Calpe. Buenos Aires 1942.

Peter Sloterdijk. Sin Salvación. Tras ls Huellas de Heidegger. Ediciones Akal. Madrid 2011.

 

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