QUE ES EL INDICE DE LIBROS PROHIBIDOS
El Indice de Libros Prohibidos es un catálogo de libros que la Iglesia Católica considera perniciosos para sus fieles por su contenido contrario a la moral, a las rectas creencias de la fe, o que se oponen a la autoridad de la Iglesia Católica. Moral, fe y autoridad. El libro es un hereje mudo y de ahí su peligro. La aparición de la imprenta aumenta la difusión de la obra escrita y sus peligros. Entre 1448 y 1500 se abrieron en Europa más de mil imprentas de las que salieron doce millones de libros.
SU RAZON DE SER
La confección del primer Indice fue un proceso lento y concienzudo que duró más de diez años. Se incluían dos formas de prohibición. La primera era en conjunto, es decir la totalidad de las obras de un autor. La segunda era en particular, es decir solo alguna de sus obras específicas o corregidas, en términos del Indice, expurgadas.
Para la Iglesia Católica, lo más importante para los cristianos es la salvación de sus almas y todo lo que dificulte esta salvación debe ser eliminado Las enseñanzas de todas las otras religiones son falsas y, por lo tanto, deben prohibirse porque contaminan la fe verdadera con el daño que supone para los creyentes. Ninguna creencia, manifestación o actitud, pueden obstaculizar la salvación de las almas. Ni la cultura, la filosofía, la ciencia ni los avances de la técnica, pueden enfrentase a las enseñanzas de la única y verdadera Iglesia, y deben de ser prohibidas.
LOS CRITERIOS DE INCLUSION
Hay casos en que buenos libros que han sido alterados maliciosamente por los herejes, o han sido traducidos de forma inadecuada. Por eso se prohíbe la traducción de las Sagradas Escrituras a las lenguas vulgares, solo se permiten las escritas en latín. Tengamos en cuenta que el Indice se promulga a raíz de la reforma luterana que promovía la traducción libre de la Biblia a las lenguas vernáculas.
Por el mismo motivo son prohibidos todos los textos escritos por los reformadores como Lutero, Calvino y Zwinglio. También el Corán de los musulmanes ya que el islam era el enemigo histórico del cristianismo.
También se prohíben libros de tema no religioso pero que tratan de cosas lascivas y de amores. Todo ello a criterio de los inquisidores, lo que daría lugar a prohibiciones cuando menos curiosas como veremos más adelante.
Asimismo se prohíben las oraciones con promesas extravagantes. También la astrología y los tratados de “geomancia, hidromancia, aeromancia, piromancia, onomancia, quiromancia, negromancia o los que contienen sortilegios, hechizos, agüeros, encantamientos, adivinaciones, brujería e invocaciones al demonio” tal como figura, palabras textuales, en la introducción del Indice
Luego hay libros considerados buenos en general pero que contienen algunos pasajes que deben de ser expurgados para poder ser admitidos y puestos en circulación.
A QUE OBLIGA ELINDICE
Quedan terminantemente prohibidos todos los libros incluidos en el Indice. No solo leerlos, sino tenerlos, imprimirlos, venderlos o traerlos a estos reinos .
Todos los ciudadanos están obligados a denunciar a quienes tuviesen estos libros prohibidos, así como a los impresores o a los importadores de libros, que en caso de duda debieran poner en conocimiento de los inquisidores.. Incluso los confesores deben de preguntar si la persona que se confiesa tiene libros prohibidos. Las librerías debían tener una lista de los libros sospechosos y los nombres de sus compradores.
LAS PENAS
Las penas por leer o poseer estos libros, además de caer, como es lógico, en pecado mortal, serán objeto de excomunión. Pecan gravemente quienes han leído solamente unos pocos párrafos. Los libros serán retirados a su dueños que además tendrán que pagar una multa de seiscientos ducados.
HAY DOS INDICES DE LIBROS PROHIBIDOS
Es importante destacar que han existido dos Indices de Libros Prohibidos. El primero es el Index Librorum Prohibitorum, también conocido como Indice Romano o Vaticano. En 1515 el Papa León X estableció la censura, según lo acordado en el Concilio de Letrán, prohibiendo imprimir libros sin la autorización del Obispo. Ya en tiempos de la reforma luterana, el Emperador Carlos V encarga a la Universidad de Lovaina, en 1546, una lista de libros que deberían ser prohibidos por ser contrarios a la fe católica . En esta línea y a petición del Concilio de Trento, el Papa Paulo IV promulga el Index Librorum Prohibitorum en 1564. Este sería el Indice definitivo en el que se irían incluyendo nuevos libros a lo largo de los tiempos.
Ha estado vigente hasta después del Concilio Vaticano II, cuando el Papa Pablo VI decidió cerrar el Indice Romano. Era el año 1966. Todavía a lo largo de los primeros años del siglo XX se incluyeron autores tan relevantes como Anatole France en 1922, Andre Gide en 1952 o Jean Paul Sartre en 1959. Gran parte de los pensadores, filósofos y escritores de la Ilustración fueron incluidos en este Indice.
El cierre del Indice Romano no supuso su extinción. La Iglesia seguía recomendando no leer las obras condenadas aunque ya no darían pie a sanciones como la excomunión. La Congregación del Santo Oficio, de la que dependía el Indice, fue sustituida por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El segundo Indice es el Indice de Libros Prohibidos de la Inquisición Española. Este Indice se establece en 1551 adoptando el Indice de Lovaina de 1546. Daba por hecho que todas las obras incluidas en el Indice Romano estaban de facto prohibidas, pero la Inquisición española quiso vigilar los libros de producción local o aquellos importados y traducidos que pudiesen ser peligrosos para la moral, la fe y la autoridad de la Iglesia. Este Indice dejó de incluir textos en 1877 y fue editado por el periodista católico León Carbonero y Sol en 1880 en su versión original en latín.. Es esta edición y su traducción de 2001 la que vamos a utilizar en este artículo.
El Indice de los Libros Prohibidos de la Inquisición Española contiene 8199 entradas, que son otros tantos textos prohibidos para los fieles que habitaban en los territorios de la Corona Española, es decir España, América Española y Filipinas. La mayoría de estos textos son libros pero también se incluyen folletos, sermones, dictámenes jurídicos y declaraciones políticas. Entre los libros se encuentran novelas, obras de teatro, poemas, relatos de viajes y, sobre todo, traducciones de las Sagradas Escrituras y sus comentarios.
LA MEDICINA EN EL INDICE
De estas más de ocho mil entradas, solo cuarenta corresponden a textos escritos por médicos y así consta en el Indice pues la autoría, procedencia y adscripción religiosa aparece casi siempre de forma clara. Cuarenta textos parecen pocos en relación al total, pero hasta bien entrado el siglo XIX eran muy pocos los libros médicos publicados en España o importados del extranjero. Y además su importancia radica en que se trata de libros médicos, científicos, en los que el fino escrutinio de los inquisidores era capaz de encontrar alguna palabra, alguna idea, que podía poner en peligro la salvación de las almas.
De alguna manera la Iglesia siempre ha considerado a la medicina como algo peligroso para la salud de las almas. Unos individuos que se interesaban más por la cura delos cuerpos que por la cura de las almas, no podían ser buena gente.
De hecho, en 1243, mucho antes de publicarse el primer Indice, la Orden de Predicadores, los Dominicos, prohibía a sus miembros estudiar medicina, filosofía natural (lo que hoy llamamos ciencias naturales) y química, que tal vez asimilaban a la alquimia.
Los textos incluidos en el Indice son muy variados. Algunos son fundamentales y otros anecdóticos, pero en general muestran una gran resistencia de la Iglesia al cambio, al progreso, tanto del paso de la edad media al renacimiento como, más tarde, a la Ilustración y sus consecuencias. Por un lado podemos entender que las nuevas corrientes de pensamiento podían socavar las bases de la fe y de la moral, pero por otro lado podemos intuir que las nuevas ideas permitían entender el mundo, por primera vez en la historia de la humanidad, al margen de las explicaciones transmitidas por la tradición religiosa. Y este cambio de paradigma resultaba en una enorme pérdida de poder de la Iglesia establecida.
Destacamos los textos médicos mas significativos incluido en el Indice español.
Así algunos comentarios a la obra de Galeno, publicadas en París en 1578 fueron incluidos en el Indice por un edicto de 1747. Tiempo tardaron los inquisidores, con su fino olfato, en encontrar objeciones a la obra de un médico escrita más de mil años antes.
Menos tiempo tardaron los inquisidores en comprobar que Hipócrates tampoco era defiar pues un discurso sobre su obra, publicado en Montpellier en 1801 fue incluido en el Indice en 1804. Claro que la obra de Hipócrates databa del siglo IV AC. .
Paracelso (1493– 1541), médico, alquimista y cirujano, fue un personaje fundamental en el paso de la ciencia médica del medievo al renacimiento. Fue de los primeros en poner en duda las recomendaciones de Galeno. Intentó clasificar las enfermedades por sus causas e insistió en la dosificación precisa de los medicamentos. Fue el primero en tratar la sífilis con mercurio, tratamiento que sería seguido durante muchos años. Igualmente introdujo el láudano en la terapéutica, medicamento utilizado durante siglos después. Gran parte de su obra, especialmente su Opus Paramirum y su Archidoxa, terminaron en el Indice. Recomendamos a nuestros lectores el artículo “Paracelso, de la Alquimia a la Medicina” en este mismo blog en el apartado Practica Médica en la Historia..
Nostradamus (1503 – 1566), aunque más conocido por sus profecías, fue un prestigioso médico. Estudia medicina en la universidad de Montpellier, la facultad más importante de su tiempo. Completa sus estudios en Milán, Florencia y Venecia. Fue médico de los reyes de Francia Enrique II, Francisco II y Carlos IX. Sus profecías sobre reyes y Papas le enemistaron con la Iglesia. No menos problemas le causaron sus trabajos de alquimia. Fabricó filtros de amor y sus famosas grageas de Hércules para mejorar la potencia viril. Estas grageas, según los inquisidores, promovían la lujuria y eran un peligro para el matrimonio cristiano..Fue condenado a pesar de que Nostradamus rectificó asegurando que sus grageas iban solo destinadas a los hombres casados. Recomendamos a nuestros lectores la nota sobre este autor en el apartado También Fueron Médicos en este mismo blog.
Andrés Laguna (1499 – 1559) fue uno de los médicos más importantes de su época en Europa. Nacido en Segovia estudia medicina en La Sorbona de París. Fue médico personal del Emperador Carlos V y del Papa Paulo III. Como auténtico humanista dominaba el griego y el latín por lo que tradujo a Galeno y a otros clásicos entre ellos el Dioscórides que era el compendio de botánica más importante de todos los tiempos. . Escribió numerosos tratados de medicina pero su inclusión en el Indice, al menos esa fue la excusa, de debió a ciertos pasajes de su Dioscórides que no refutaba con claridad ciertas supersticiones y creencias de los autores antiguos. Como siempre, los inquisidores tardaron en darse cuenta y su entrada en el Indice fue en 1747 a la espera de ser expurgado. Recomendamos a nuestros lectores el artículo “Andrés Laguna, Médico y Europeista Español del Siglo XVI” en el apartado Práctica Medica en la Historia de este mismo blog.
Más importante fue la inclusión en el Indice de Hermann Boerhaave (1668 – 1738). Este médico holandés fue profesor de la universidad de Leiden que bajo su magisterio .se convirtió en el centro de la medicina europea. Buen conocedor de la filosofía de Descartes, Spinoza y Laibnitz, desprende la medicina de toda influencia medieval y escolástica. Su Praxis Medica, escrita en 7 tomos, fue severamente expurgada en muchos pasajes por los inquisidores. En ocasiones era simplemente la exclusión de una palabra o frase. Tal vez el hecho de que Boerhaave fuese un estricto protestante fuese motivo suficiente.
Al margen de destacar los casos de estos autores fundamentales, apuntaremos algunos casos curiosos, sin gran trascendencia pero demostrativos del celo, casi enfermizo, con el que los inquisidores actuaban. Este es el caso de Juan Bautista Manzaneda, médico y cirujano del Cabildo dela Catedral de Jaén, que escribió un curioso “Discurso medicinal y cuestión médica y moral sobre el no quitarse los PP Capuchinos el hábito de a raíz de las carnes en su graves y horribles enfermedades”. Tal vez alguno de los inquisidores era un Padre Capuchino.
Otro caso curioso es el del Dr. Sebastián Soto, incluido en el Indice por su “Discurso médico y moral de las enfermedades por las que pueden las religiosas dejar la clausura”.
Se incluye una obra de Alejandro Dumas, El Collar De La Reina. ¿por que? Porque trata de las memorias de un médico. Su segunda parte es prohibida por real orden de 7 de octubre de 1852. Prohibición que fue ratificada por el obispo de Lugo en 1864.
PROHIBICIONES NO MEDICAS PERO QUE AYUDAN A ENTENDER EL PROPOSITO DEL INDICE.
Amor, sexo y lascivia, una misma cosa
Es interesante comprobar el rigor de los inquisidores contra todo escrito que versara sobre sexualidad, que equiparaban a la lascivia. Esto llevó a la revisión y corrección por medio de las expurgaciones, cuando no a la simple prohibición.
Así obras clásicas como La Celestina, prohibida en 1793 incluso para quienes tienen licencia para leer libros prohibidos. El Si de las Niñas, de Moratín, siguió el mismo camino en 1815. Ni que decir tiene que Don Juan Tenorio, de Zorrilla, obra teatral donde un aventurero seduce a una monja, no podía escapar indemne. Fue prohibido por decreto del Obispo de Segorbe en 1863.
Obras escritas por autores extranjeros pero de tema amoroso también fueron al Indice. Nada menos que dos obras de William Shakespeare como son Otelo y Romeo y Julieta fueron prohibidos, ambos por el Arzobispo de Valencia en 1829. Muchos años entre el estreno de estas obras y su prohibición.
Más significativo aun es el caso de la obra de Ovidio, Ars Amandi (arte de amar), escrito en el siglo II AC y que fue incluido en el Indice en 1825 a instancias del Arzobispo de Valencia. Mucho tardaron los inquisidores en advertir esta obra, aunque estaba escrita en el idioma eclesiástico, el latín.
De la autoridad de la Iglesia no se duda.
Volviendo a los autores españoles, obras de Francisco de Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Calderón de la Barca (por el Alcalde de Zalamea), Tirso de Molina (don Gil de las Calzas Verdes), Vicente Espinel (Vida del Escudero Marcos de Obregón) y alguna obra anónima como El Lazarillo de Tormes. Todas en el Indice.
Volviendo a los autores extranjeros, y solo por poner unos ejemplos, Dante con su Divina Comedia, Daniel Defoe con su Robinson Crusoe por defender un concepto naturalista de la vida humana (ya hay que hilar fino). Maquiavelo, descrito en el Indice como florentino, pseudopolítico, ateo e impío, por su Príncipe. Erasmo de Rotterdam por casi ta su obra, es el autor que ocupa más páginas en el Indice, cerca de cuatro. Parece que solo se libra su traducción del Nuevo Testamento. Por supuesto todos los autores de la Enciclopedia y la lustración que ya estaban en el Indice Romano, se vuelven a incluir por si acaso en el español.
Las palabras también pueden pecar
En el ámbito puramente doctrinal, encontramos que el Catecismo Ripalda, compuesto por el Padre. Gerónimo Ripalda en 1848, porque en el sexto mandamiento pone “no cometer adulterio” en lugar de decir “no fornicar” (olfato de inquisidor en estado puro). Una vez corregido, este catecismo ha sido de uso habitual en las escuelas españolas. Miguel de Cervantes por su Don Quijote (si, Don Quijote de la Mancha) porque en su segunda parte, capítulo 36, debe borrarse la frase “las obras de caridad que se hacen flojamente no tienen mérito”. Que decir del caso de Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática de la lengua castellana, que fue condenado por sus comentarios sobre 50 pasajes bíblicos. No le quedó más consuelo que decir que en este país, eran los teólogos y no los gramáticos, filólogos o humanistas los que decidían sobre la idoneidad de las traducciones de las sagradas escrituras. Y el caso más brutal fue la del fraile agustino Fray Luis de León, que buscó la verdad textual de la biblia en hebreo y que se atrevió a traducir El Cantar de los Cantares. Pagó su atrevimiento con cinco años de cárcel.
La Política
Por criterios políticos mencionaremos que fueron incluidos las varias felicitaciones que las corporaciones municipales enviaron a las Cortes por la abolición de la Inquisición. Las Cortes de Cadiz deciden suspender la Inquisición Española en 1813, en apretada votación, por 90 votos a favor y 60 en contra.
También Francisco Pi y Margall, presidente de la I Primera República por su obra La Revolución.
Por causas no bien aclaradas, Mozart entra en el Indice por su opera La Clemencia de Tito. Por lo visto esta obra no gustó al Arzobispo de Valencia que la incluyó en el Indice en 1829.
ULTIMOS COMENTARIOS
Como es lógico, a lo largo de los varios siglos de su existencia, el Indice de la Inquisición Española fue evolucionando y sufrió un serie de cambios. Gradualmente las traducciones de la Biblia a las lenguas vernáculas fueron autorizadas. La obra de Erasmo de Rotterdam, inicialmente prohibida, fue entrando poco a poco y puesta al alcance de los humanistas españoles. Poco a poco pierde influencia y se paraliza en en 1877 mientras que el Indice Romano no se cierra hasta 1966.
En este artículo hemos querido presentar los aspectos más oscuros del Indice que pudo suponer un filtro muy tupido a la entrada en España de las ideas más modernas imperantes en Europa. Aun así, no vamos a dejar de señalar que una autoridad como Marcelino Menéndez Pelayo insiste en que las prohibiciones del Indice fueron pocas y a veces limitadas a algunas palabras y frases por lo que su influencia en a cultura española fue escasa. Ahí lo dejamos y que el lector opine.
Para realizar este artículo nos hemos ayudado de los siguientes textos:
Indice de Libros Prohibidos. Edición Oficial Española. Don León Carbonero y Sol. Madrid. Imprenta de Antonio Pérez Dubrull, 1880.
Indice de Libros Prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisición Española. Don León Carbonero y Sol. Traducción al español Editorial Maxtor, Valladolid, 2001.
Angel Alcalá. Inquisición Española y Mentalidad Inquisitorial. Editorial Ariel. Barcelona 1984.
Bartolomé Bennassar. Inquisición Española: Poder Político y Control Social. Editorial Crítica. Barcelona 1981.
I. Grigulevich. Historia de la Inquisición. Editorial Progreso. 1980.
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