Forma parte del conocimiento general, de médicos y no médicos, que existe un juramento escrito por Hipócrates, al que están obligados todos los médicos. Este juramento incluye fundamentalmente preceptos éticos que obligan a los médicos a poner siempre por delante el beneficio y el bienestar del paciente en el curso de su tratamiento.
Pero en realidad no tenemos ninguna descripción escrita de dicho juramento hasta tiempos muy tardíos. Parece ser que Aristófanes (444 – 386 AC) lo menciona en una de sus comedias casi de pasada. Tenemos que esperar al siglo I de nuestra era para encontrar otras menciones. Así Scribonius Largus, en tiempos del Emperador Claudio, fue el primero sin mencionarlo claramente, pero sin dejar nada por escrito. Poco después, en tiempo del Emperador Nerón, que sucedió a su tío Claudio, el lexicógrafo Erotian vuelve a hablar del juramento, pero tampoco dejó nada escrito. Estas manifestaciones verbales, realizadas hace dos mil años, hay que tomarlas con mucha precaución. Galeno, en el siglo II de nuestra era, personaje que conoció y comentó la obra de Hipócrates, no menciona el juramento.
Hay que esperar al siglo X de nuestra era para encontrar documentos, ya escritos, sobre el juramento hipocrático. El manuscrito de Marcianus Venetus, que se conserva en la Biblioteca de San Marcos de Venecia, es posiblemente el primer documento fiable del juramento. Otro manuscrito, el conocido como Urbinas 64 y que se conserva en la biblioteca del Vaticano, ofrece una versión corregida “para que los cristianos puedan jurarla”. También en la biblioteca del Vaticano, se encuentra el manuscrito Vaticanus Graecus, obra ya del siglo XII.
Se dispone de otros manuscritos, más o menos completos, a partir de siglo XIII (Bibliotecas de París, Roma, Florencia, Milán, Roma, Londres, Viena, Praga, Oxford, Cambridge) pero en general son versiones modificadas de los manuscritos más antiguos mencionados anteriormente.
LOS JURAMENTOS
Es evidente que los manuscritos de que disponemos, todos tardíos a partir del siglo X, fueron confeccionados copiando otros manuscritos más antiguos que no han llegado hasta nosotros. No sabemos cómo de fieles fueron estas copias, como de precisas las diversas traducciones y si se introdujeron en algún momento distintas interpolaciones, como parece desprenderse del estudio cruzado de los distintos textos.
En cualquier caso, encontramos dos versiones que seguramente coincidieron en el tiempo y fueron adoptados por distintos grupos según su conveniencia. Estos dos textos son conocidos como la versión pagana y la versión cristiana. Después vendrían diversas traducciones adaptadas a otras culturas.
Versión Pagana
Vamos a incluir la llamada versión pagana por ser, seguramente la más aproximada al original. Vamos a utilizar la traducción de Antonio Zozaya de 1904. Es básicamente la misma versión que incluye en su texto Orlando Mejía Rivera en 2016 y la que es más conocida por los médicos de hoy.
Por Apolo médico y Esculapio juro:
Por Higias, Panacea y todos los dioses y diosas a quienes pongo por testigos de la observancia de este voto que me obligo a cumplir, lo que ofrezco con todas mis fuerzas y voluntad.
Tributaré a mi maestro de Medicina igual respeto que los autores de mis días, partiendo con ellos mi fortuna y socorriéndolos en caso necesario. Trataré a sus hijos como a mis hermanos y, si quisieran aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin otro género de recompensa. Instruiré con preceptos, lecciones habladas y demás métodos de enseñanza a mis hijos, a los de mis maestros y a los discípulos que me sigan bajo el convenio y juramento que determina la ley médica y a nadie más.
Fijaré el régimen de los enfermos del modo que les sea más provechoso según mis facultades y mi conocimiento, evitando todo mal e injusticia. No me avendré a pretensiones que afecten a la administración de venenos, ni persuadiré a persona alguna con sugestiones de esta especie. Me abstendré igualmente de administrar a las mujeres embarazadas pesarios abortivos. Mi vida pasaré y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No practicaré la talla, dejando esta operación y otras a los especialistas que se dedican a practicarla ordinariamente.
Cuando ente en una casa, no llevaré otro propósito que el bien y la salud de los enfermos, cuidando mucho de no cometer intencionadamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitando principalmente la seducción de las mujeres jóvenes, libres o esclavas. Guardaré reserva acerca de lo que oiga y vea en la sociedad y no sea preciso que se divulgue, sea o no del dominio de mi profesión, considerando el ser discreto como un deber en semejantes casos.
Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres. Si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte adversa.
Versión Cristiana
La versión cristiana del juramento debió circular libremente durante siglos a partir de la aparición del cristianismo. Es prácticamente la misma que la versión pagana, a veces no literalmente, pero si en su espíritu. La adaptación al cristianismo parece en su comienzo, en la que se elimina la advocación a los dioses paganos:
Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que sea bendito para siempre. Nunca mentiré.
El resto del texto es igual excepto que no se hace mención a la cirugía de la talla, es decir a la cirugía de los cálculos de la vejiga urinaria. Esta ausencia no tiene apoyo en ninguna creencia religiosa cristiana, por lo que seguramente existían copias del juramento que no lo mencionaban. Si la exclusión de la cirugía no se menciona en el texto cristiano se ha de deber a que, simplemente, no estaba en los textos antiguos. Es probable que la mención a la talla sea una interpolación tardía, tal vez en tiempos de Roma, como intento de los médicos de entonces de distinguirse de los cirujanos barberos que hacían este tipo de operaciones, y que eran considerados una clase profesional inferior a los médicos no cirujanos.
También evita la palabra juramento dando a entender que este texto es más bien un compromiso. Jurar está prohibido por el cristianismo. Así en el Evangelio de Mateo (5-34) se dice: Pero yo os digo que no juréis de ninguna manera, ni por el cielo ni por la tierra. Asimismo, suprime los párrafos iniciales sobre el compromiso con sus maestros y con los hijos de sus maestros que serían considerados como sus hermanos.
Otras Versiones.
Existe una versión árabe que figura en el libro Vida de los Médicos escrito por Ibn abi Usaybia en 1269. Sin duda es la traducción de un texto griego muy anterior. De nuevo la diferencia aparece en la introducción en la que se invoca a Dios, Dueño de la vida y la muerte, el que da la salud y Creador de todas las curaciones y tratamientos. Se excluye así tanto a los dioses paganos (aunque hay una mención a Esculapio) como cristianos. Pero en el texto se menciona, explícitamente, la exclusión de “la operación de los que tienen un cálculo en la vejiga”. Sin duda porque el texto original griego que sirvió de base a esta versión árabe, así lo mencionaba.
Posteriormente han aparecido versiones del juramento de Hipócrates en Universidades medievales europeas, como Montpellier y Glasgow, cuyos estudiantes de medicina habían de jurar para poder graduarse. El juramento se extendió gradualmente por toda Europa pero más como una directriz ética que como una obligación jurídica. El texto de Montpellier mantiene el juramento (en presencia de mis maestros, mis condiscípulos y ante la imagen de Hipócrates prometo y juro). El texto de Glasgow no utiliza la palabra juramento (solemnemente y sinceramente declaro). Es una muestra de cómo el prestigio del juramento, con su aura de mito, fue ampliamente utilizado y modificado según los usos y cultura de cada momento.
COMENTARIO
Se ha discutido si el Juramento de Hipócrates fue inicialmente un juramento obligatorio de iniciación en una hermandad, gremio o secta. Todo el primer párrafo en el que se insta a “respetar a mi Maestro como a los autores de mis días, partiendo con ellos mi fortuna y socorriéndolos en caso necesario, tratando s sus hijos como a mis hermanos y les enseñaré mi ciencia desinteresadamente, así como a los discípulos que me sigan bajo juramento”, tiene todo el aspecto de un compromiso iniciático. Tal vez los médicos hipocráticos constituían una sociedad cerrada y exclusiva que seleccionaba cuidadosamente a sus miembros. Esta idea se apoya en otra obra del Corpus Hipocrático, La Ley, en la que se determina las cualidades que debían presentar quienes quisieran entrar en la profesión: disposición natural, enseñanza, instrucción desde la niñez y amor al trabajo. Y el texto de La Ley termina con estas palabras: las cosas santas solo a los santos se revelan y les está vedado comunicarlas a los profanos hasta que en los misterios de la Ciencia consigan iniciarse.
Probablemente el Juramento estuvo dirigido a los miembros de esta secta y a nadie más. Es posible que en la versión cristiana se suprimiesen estos párrafos por su aversión a los gremios exclusivistas ya que el cristianismo era esencialmente igualitario.
En cualquier caso, el Juramento adquirió desde tiempos antiguos un gran prestigio. Aunque los primeros textos escritos que han llegado hasta nosotros datan del siglo X, no cabe duda que circularon manuscritos muchos siglos antes. Galeno, en el siglo II, no menciona el Juramento seguramente porque no circulaba entonces un texto de este tipo. Pero la versión cristiana, que tuvo que ser posterior a la versión pagana, tuvo que crearse en los primeros siglos del cristianismo. No sabemos si anteriormente existió algún manuscrito hoy perdido o si simplemente circuló una tradición oral, casi un mito hipocrático.
En cualquier caso, la fuerza ética del Juramento, en tiempos en que la ética, tal como la conocemos hoy, no estaba bien establecida tuvo un gran impacto. Bien es cierto que esta ética estaba dirigida y limitada al estamento médico. Su incumplimiento no tenía más sanción que el deshonor sin ninguna sanción legal. Las leyes de los Estados iban por otra parte.
Así a lo largo de los siglos hasta nuestros días, el Juramento de Hipócrates nunca ha tenido fuerza legal pero, aunque solo sea de forma simbólica, ha marcado la línea ética del comportamiento de los médicos desde hace dos mil años.
Para la realización de este artículo nos hemos ayudado de los siguientes textos:
W.H.S. Jones. The Doctor´s Oath. Cambridge University Press 1924
Antonio Zozaya. Aforismos y Pronósticos de Hipócrates. Biblioteca Económica y Filosófica. Madrid 1904. Nosotros hemos usado la edición facsimil de Editorial Maxtor 2008
Francis Adams. The Genuine Works of Hippocrates. Editado por la Sydenham Society. Londres 1849
Orlando Mejía Rivera. Medicina Antigua. Punto de Vista Editores. Madrid 2018