El Obispo Usher y la creación del mundo

¿Cuál es la edad del Universo? Esta pregunta todavía no ha sido contestada de forma definitiva pues incluso en la actualidad, utilizando los métodos más modernos de la física y la astronomía, cada fecha que se propone es modificada poco después por nuevos hallazgos científicos. Si esto nos ocurre hoy, tenemos que poder imaginar las grandes dificultades que, para calcular la edad de nuestro mundo, tuvieron nuestros antepasados antes de la era científica.

La primera referencia que hemos encontrado data de los primeros días del cristianismo cuando Bernabé, compañero de viajes de San Pablo, calcula la duración de mundo. Claro que Bernabé disponía de la Biblia donde aparecía lo más parecido a una cronología desde la creación del mundo por Dios según se refiere en el Génesis. Bernabé considera que el relato de a creación del mundo en seis días hay que interpretarlo a la luz de otros textos bíblicos en los que se menciona que, para Dios, un día es como mil años. El séptimo día del Génesis en el que Dios descansó, lo interpreta Bernabé como los mil años en que reinará Dios en e mundo después de su venida para el juicio final. Es decir que la duración del mundo quedaba establecida en 6000 años. La carta de Bernabé a los cristianos de su tiempo, en la que se incluyen estos comentarios, tuvo tanta relevancia que fue incluida entre los libros del Nuevo Testamento de los primeros siglos del cristianismo aunque no ha sido incluida en las ediciones más modernas de las Sagradas Escrituras.

En este contexto hay que analizar los esfuerzos de los estudiosos que en tiempos posteriores intentaron establecer la cronología de la creación. De todos ellos fue, sin duda, el obispo Ussher el más destacado, o por lo menos el más recordado.

James Ussher nació en Dublín, la capital de Irlanda, en el año 1581 en el seno de una familia devota de la Iglesia Anglicana (aunque su madre, por cierto, era católica). Estudió en el Trinity Collage de su ciudad natal destacando en su interés y dominio de las lenguas clásicas. En Mayo de 1602 es ordenado sacerdote de la Iglesia Anglicana. En 1621 el rey Jaime I (el rey es la cabeza de la Iglesia de Inglaterra) le nombró Obispo de Meath y más adelante, en 1625, Arzobispo y Primado de Irlanda. Durante su episcopado destacó por su anti catolicismo, oponiéndose a todas las medidas que el monarca dictó para favorecer a los católicos con la intención de mantenerles fieles a la corona. En 1640 se traslada definitivamente a Inglaterra huyendo de los disturbios religiosos de Irlanda. Murió en Londres en 1656 a los 75 años de edad.

Pero por lo que ahora nos interesa Ussher es por su trabajo como estudioso de la historia de la religión y, especialmente, de las Sagradas Escrituras. Destacado conocedor del griego y del hebreo, dedicó muchos esfuerzos a la adquisición de manuscritos antiguos labrándose una importante reputación como experto en estudios clásicos. Cuando el rey Jaime I de Inglaterra decide, en el año 1604, que es necesario hacer una nueva traducción de la Biblia al inglés, reúne a más de cincuenta expertos para traducir el texto del arameo, griego y hebreo. El resultado es la conocida como Biblia del Rey Jaime que sigue siendo la más popular en el mundo de habla inglesa. Ussher no figura entre los convocados pero como su prestigio era notable, fue consultado por alguno de los traductores y sus comentarios aparecen escritos en el margen de alguno de los borradores.

Pero por lo que el Obispo James Ussher es recordado es por su cuidadoso y preciso cálculo de la edad del mundo. Ussher estudió la cronología disponible en las Sagradas Escrituras así como datos históricos encontrados en documentos (como la destrucción del templo de Jerusalén, por ejemplo) de las culturas Caldea, Persa e incluso Romana. Con todos estos datos, Ussher llegó a la conclusión de que Dios creó el mundo en la madrugada del día 23 de octubre del año 4004 Antes de Cristo. Y de paso calculó que el diluvio universal ocurrió hacia el año 2359 A. C., que el éxodo a Egipto sucedió en el año 1491 A. C. y que el templo de Jerusalén fue construido en el año 1012 A. C. En cualquier caso, como el mundo había de durar seis mil años (según los cálculos de Esteban que hemos mencionada más arriba) su final debía de llegar en el año 1996, cosa que evidentemente no ha ocurrido

Unos años después, en 1644, John Lightfoot, un estudioso y experto de la lengua hebrea de la Universidad de Cambridge, corrigió la fecha propuesta por Ussher. Lightfoot llegó a la conclusión de que el mundo fue creado en el año 3929 A. C. aunque coincidió con l fecha del día y del mes. También coincidió con la hora, en la madrugada del día 23 de octubre pero añadió que el hombre fue creado a las nueve de la mañana.

Hoy nos pueden parecer sin interés estos cálculos pero la edad de la Creación ha sido motivo de estudio por numerosos autores a lo largo de los siglos. Incluso algunos de los que podemos considerar más científicos, como Kepler (que fechó la Creación en 3992 A. C.) y Newton (que la fechó en el año 4000 A. C.) se interesaron por conocer este dato. Pero ninguna propuesta ha sido tan conocida como la del Obispo Ussher probablemente porque su cálculo ha figurado como comentario en las primeras ediciones de la Biblia del Rey Jaime de tan gran difusión en el mundo protestante anglosajón.

Evidentemente los cálculos de Ussher están equivocados. Hoy lo podemos decir a la vista de los grandes descubrimientos científicos acumulados desde su tiempo. Pero en la época de Ussher no existían los datos científicos y el único material de que se disponía eran las fechas bíblicas y las que aportaban las crónicas de la antigüedad. Y eso tiene su mérito.

La verdad es que incluso hoy en día no tenemos una idea, ni siquiera aproximada, de la edad del Universo. En 1920 el astrónomo Hubble llegó a la conclusión de que el universo estaba expandiéndose, como si fuese el resultado de una gran explosión. A esta teoría el físico de Caambridge Fred Hoyle, en 1949, le puso el jocoso nombre de Big Bang, no sin cierta ironía pues la teoría parece que no acababa de convencerle. Ninguno de estos dos sabios se atrevió a poner fecha de comienzo a esta gran explosión. Más recientemente, el astrofísico Stephen Hawking en su última obra divulgativa, dedica más de doscientas páginas a explicarnos como fue el origen del universo pero, desde luego, tampoco le puso fecha. Seguramente todos ellos están convencidos de que antes o después aparecerán nuevos datos que anularán esta teoría en favor de otra nueva.

De alguna manera da la impresión de que hoy en día, con cientos de miles (tal vez millones) de datos científicos acumulados, estamos tan lejos de saber la edad del mundo como lo estaba el Obispo Ussher.

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