Uno de los grandes misterios del mundo es su propia existencia. La existencia de todo el universo y de la vida que se ha desarrollado en él. El filósofo alemán Leibnitz (1646-1716) ya se preguntó ¿por que existe algo en lugar de no existir nada?
El hombre antiguo ya se hizo esta pregunta y su respuesta coincidió con la que daría Laibnitz. Todo existe porque un Ser Superior lo ha creado. Es el origen de las religiones, creencias que vienen de tiempos remotos de los que nadie tiene un conocimiento directo y que forman un conjunto de principios y normas que regulan la vida de las respectivas comunidades. El hombre antiguo no conoce ningún acto que no haya sido planteado anteriormente por otro, otro que también era un hombre. Lo que él hace ya se hizo.
EL HOMBRE ANTIGUO INTENTA EXPLICARSELO
Todas estas religiones primitivas tienen una historia sobre la creación del mundo, de todo lo conocido incluyendo la vida. La creación entendida como el paso de lo no manifestado a lo manifestado. Y todas tienen algunos puntos de coincidencia. El bien está en lo alto, en el cielo. De ahí las montañas sagradas donde viven los Dioses. El mal esa bajo tierra, en lugares tenebrosos, el infierno donde moran los diablos. Otro concepto común es el concepto de un “centro”, se supone del mundo, en el que están las montañas sagradas y el origen de la vida. El Rig Veda hindú concibe el universo como si hubiese comenzado a extenderse desde un punto central .La tradición mesopotámica considera que el hombre fue hecho en el ombligo de la tierra. El paraíso de Adán, hombre que fue creado con el barro de la tierra, estaba en el centro del mundo.
Pero lo fundamental de todas las religiones era declarar el destino final del hombre. La religión se dirige al hombre y habla de su destino. La vida no tenía sentido si solo estaba llena de sufrimientos, lucha para simplemente sobrevivir, reproducirse y finalmente morir. Esta vida simplemente animal no era tolerable para el hombre. La religión le aseguraba que todo este sufrimiento tendría un premio en otra vida después de la muerte. El paraíso.
TIENE QUE HABER UNA VIDA MEJOR. EL PARAISO.
El paraíso era representado de diversas formas según la cultura en la que se desarrollase cada religión. En general todas ofrecían una vida sin sufrimiento. Algunas eran muy explicitas como la de los aborígenes de Norte América para quienes el paraíso era una pradera llena de bisontes donde podrían cazar libremente. Para los musulmanes, hombres del árido desierto, unos jardines llenos de ríos de leche y miel. (Dando un salto en el tiempo recordaremos que el escritor argentino Borges creía que el paraíso era un lugar lleno de libros) Otras religiones ofrecen paraísos con ofertas menos explícitas. Para los cristianos, el paraíso consiste en gozar de la presencia de Dios. Para los budistas, si acumulaban suficiente buen karma en sus sucesivas reencarnaciones, alcanzarían el nirvana. Nirvana quiere decir extinción. Es decir que su oferta es la extinción de todo sufrimiento (para los budistas toda la vida es solo sufrimiento), un ámbito de paz absoluta donde no existe la vejez, la muerte, la miseria ni el sufrimiento.
LLEGA EL CRISTIANISMO.
Vamos a concentrarnos en el cristianismo, por ser la religión de nuestra cultura occidental. Con el cristianismo llega el concepto del pecado que nos impedía merecer el acceso al paraíso. Nacemos ya con el pecado a cuestas, el pecado original heredado de nuestros primeros padres. Uno de los Padres de la Iglesia, San Gregorio de Nisa (335 – 394) nos dice que por culpa del
DIOS CREO TODO LO QUE EXISTEpecado original el hombre se reproduce sexualmente, porque si no se reproduciría espiritualmente como los ángeles.
Pero la propia
Iglesia nos da los remedios para deshacernos del pecado y merecer el paraíso. El bautismo es una ceremonia iniciática con la que nos incorporamos a una nueva vida y dejamos atrás la vieja vida con sus pecados. Porque para el cristianismo primitivo solo importa una cosa: salvar el alma, única forma de entrar en el paraíso. Y esta será la idea fija durante muchos siglos. San Agustín nos dice que el hombre es un alma que vive en un cuerpo.
LA EXPLICACION CRISTIANA DEL ORIGEN DEL MUNDO Y DE LA VIDA.
Pero el cristianismo no se olvida del origen del mundo y de la vida. El ya mencionado San Gregorio de Nisa lo tiene muy claro: Dios ha creado todo de la nada, el mundo y el hombre. Las Sagradas Escrituras así lo dicen, no hay duda. San Ireneo, nacido en Esmirna en el año 126, nos da un curioso cálculo sobre el origen del mundo y de la vida. Dios creo el mundo en seis días pero hay que entender, dice Ireneo sin dar más explicaciones, que cada día en el Génesis equivale a mil años de la vida de los hombres. Por lo tanto el mundo tiene que durar seis mil años. Queda tiempo para comprobarlo.
A finales de la Edad Media ya ha quedado establecido fuera de toda duda que Dios era el creador del universo y de la vida. Y es curios ver como llegando ya a la edad moderna, todos los grandes pensadores y científicos aceptaron esta creencia aunque algunos llevaron sus ideas hasta un límite que hizo reaccionar a la Jerarquía eclesiástica.
LOS GRANDES PENSADORES Y CIENTIFICOS ACEPTAN LA EXPLICACION DE LA IGLESIA.
Así Descartes, ferviente católico educado con los jesuitas, tuvo que marchar a la tolerante Holanda para no ser molestado pero nunca perdió su fe. Y el astrónomo Copérnico (1473 – 1543) estableció que el sol y no la tierra eran el centro de nuestro sistema solar, pero no se atrevió a publicar su obra hasta el año de su muerte. Algunos de sus libros terminaron el el indice de libros prohibidos. Galileo refrendó la tesis de Copérnico y fue condenado por la Inquisición, condena que aceptó para mantenerse dentro de la Iglesia. Newton (1643 – 1772) fue un fiel creyente de la Iglesia Anglicana (incluso parece que estuvo dispuesto a ordenarse) que creía que la religión se había corrompido. Incluso la segunda edición de sus Principia se cierra con unas páginas dedicadas a la divinidad. Como curiosidad, Newton escribió una historia del mundo siguiendo las fechas de la Biblia, pero no tuvo mucho éxito (sugerimos a nuestros lectores consultar el artículo El Obispo Usher y la Creación del Mundo en este mismo blog en el apartado de ética y filosofía). Kepler, Vesalio y Leibnitz también quisieron permanecer dentro de la ortodoxia, ya fuese la católica o la protestante pero cristianos al fin.
Incluso Darwin fue devoto Anglicano. Su ordenación como clérigo de su Iglesia fue interrumpida por el viaje que realizó alrededor del mundo en el navío Beagle. Perdió la fe al morir una de sus hijas, pues no pudo asimilar como un buen Dios podía permitir la muerte de una criatura inocente.
También Albert Einstein, de fe judía, era un creyente que acuñó la famosa frase de que Dios no jugaba a los dados.
LOS TIEMPOS MODERNOS NOS LLENAN DE DUDAS.
No es hasta la llegada de la Ilustración en el siglo XVIII cuando algunos pensadores aceptan la idea de que los Dioses, cualquiera que fuese la religión, no existen ya que solo son proyecciones humanas, y pasan al inconsciente. No está demostrado que la vida y el destino concuerden con la razón humana. Aun así las creencias cristianas Bíblicas siguieron siendo influyentes. Recodemos que el Concilio de Trento, en 1546, había dejado bien claro que la Biblia era fuente de datos científicos que había de tenerse en cuenta en cualquier investigación.
EL INCONSCIENTE COLECTIVO. DIOS COMO ARQUETIPO.
El psiquiatra suizo Carl Jung (1875 – 1961) estudia cuidadosamente la mente humana y nos descubre el inconsciente. Describe el inconsciente colectivo como una manifestación de las capas más profundas de la mente, donde dormitan las imágenes primordiales de carácter universal del hombre. Sus contenidos se encuentran en la cabeza de todos los hombres y son comunes a todos ellos.
Es el sedimento de la experiencia universal de todos los tiempos. No solo residuos humanos arcaicos sino también de sus antepasados animales. En las capas más profundas del cerebro del hombre estarían anclados las estructuras del comportamiento de la especie. A estas estructuras Jung las llamó arquetipos. Hoy, en nuestro lenguaje moderno las llamaríamos chips.
Así Jung explica que el concepto de Dios es una función psicológica absolutamente necesaria, de naturaleza irracional que no tiene nada que ver con la existencia de Dios. Dios es un arquetipo. Pero entonces, ¿quien creo el mundo y la vida? ¿no habíamos quedado en que fue Dios?
Hemos pasado así de una época mítica en la que el origen del mundo y de la vida se debe a múltiples héroes y dioses, a los tiempos n que estaba claro que un solo Dios todopoderoso había creado en mundo y la vida de la nada, hasta el tiempo en que se pone en duda la existencia de cualquier Dos.
Entonces, ¿Como se crea el mundo y, sobre todo, la vida?
Y LA CIENCIA ¿QUE DICE?
La ciencia siempre quiere explicar el mundo sin apoyarse en cuestiones trascendentes, sin milagros, sin acudir a explicaciones sobrenaturales. La ciencia no entra en la discusión sobre si Dios existe o no existe. La ambición última de la ciencia es dilucidar la relación del hombre con la naturaleza utilizando datos objetivos y experimentales. Estos datos no son discutibles pero con esos datos se pueden elaborar teorías (una teoría es una explicación con datos razonables pero no demostrada), que si son discutibles.
LA VIDA ES QUIMICA.
El material básico de la vida son las proteínas, formadas por elementos más simples llamados aminoácidos. Las proteínas pueden ser de diversos tamaños, desde las formadas por cien aminoácidos hasta las formadas por diez mil o más aminoácidos. Otro componente fundamental son los ácidos nucléicos formados por unidades más pequeñas llamadas nucleótidos. No vamos a entrar en las complejidades de los diversos tipos de proteínas (globulares, catalizadores, enzimas, etc) ni de la estructura de los ácidos nucleicos. Solo decir, para simplificar, que todas las proteínas existentes se forman a partir de veinte aminoácidos solamente y que los ácidos nucléicos se forman a partir de cuatro nucleótidos nada más. Con estos aparentemente escasos elementos se crea la vida.
Elementos que reaccionan entre si dando lugar a millones de productos químicos complejos, conjunto de reacciones que llamamos metabolismo. Todos los seres vivos, desde el más simple, la bacteria, hasta el más complejo como el hombre, están formados por la misma química, proteínas y ácidos nucléicos. Lo seres vivos son máquinas químicas.
LA VIDA ES QUIMICA, PERO QUIMICA DEL AZAR.
En un momento dado de la historia del universo, hace cuatro mil millones de años, se supone que en la atmósfera y corteza de un pequeño planeta, la tierra, existían gran abundancia de compuestos sencillos de carbono, como el metano, el agua y el amoniaco. De forma totalmente azarosa, estos compuestos se combinaron para dar lugar a millones de moléculas más complejas, la mayoría de las cuales no era viables. Pero en algunos casos el azar hizo que el resultado de alguna de estas mezclas diera lugar a compuestos viables, las proteínas. En algún lugar de la extensa superficie de este líquido primordial, una verdadera sopa química, se formaron, también por azar, los ácidos nucléicos, los elementos formadores del ADN.
AZAR Y NECESIDAD.
Aquí tenemos que introducir un concepto biológico de gran importancia y que es exclusivo de estos seres vivos recién formados: la invariancia. Gracias a la actividad de ADN, la información de un ser vivo se transmites íntegramente conservada a la generación siguiente. Y esta transmisión no es azarosa, sino que se produce necesariamente. Así la formación de los primeros elementos en la sopa química primordial es azarosa y solo una pequeña cantidad de lo producido es viable. Pero una vez que, también por azar, se produce un compuesto viable entre las proteínas y los ácidos nucléicos, se lleva a cabo necesariamente la reproducción idéntica de sus características. Esta combinación de azar y necesidad, después de realizar muchas combinaciones no viables, resultan en la aparición del elemento vivo más simple, la célula. El ser vivo más simple pero al mismo tiempo tan complejo que todavía la ciencia moderna no ha estudiado por completo. Todavía por azar, cada vez menos, y necesidad, cada vez más, se llega del elemento vivo al ser vivo mas simple, la bacteria.
Una vez inscrito en el ADN una determinada característica, se va a multiplicar millones de veces. Y en este proceso multiplicador de van a producir fallos, la mayoría inviables. Pero alguno de los resultados van a ser viables y a modificar la herencia trasmitida. Es lo que llamamos una mutación. Las mutaciones son infrecuentes, tal vez una decena de casos en varios miles de millones de transmisiones. Pero con el tiempo, también miles de millones de años, pueden alterar la transmisión de las características de una bacteria, por ejemplo, y dar origen a un ser algo más complejo.
No vamos a entrar en este artículo en la discusión de la teoría de la evolución, teoría que basada en la formación azarosa y la transmisión necesaria de las características de los seres primitivos, se ha llegado a la diversidad y complejidad de los seres vivos actuales. No todos los investigadores admiten que la evolución fuese capaz de producir un ser con un cerebro capaz de desarrollar un lenguaje simbólico y de preguntarse su razón en el mundo.
LA CIENCIA NOS DICE QUE PODIAMOS NO HABER EXISTIDO..
La aparición de lo seres vivos no era predecibles a partir de los primeros elementos de la sopa química primordial. Pero era posible. En realidad, toda esta secuencia que ha dado lugar la vida, podría no haber sucedido
jamas. La probabilidad de que sucediera era casi nula, próxima a cero. Por eso la vida solo pudo producirse en una ocasión, tal vez en todo el universo. En palabras del investigador y Premio Nobel Jacques Monod, a quien hemos seguido en gran parte de este artículo, nuestro número salio en el juego de Montecarlo. .
También en palabras de Jacques Monod, el hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo, en donde ha emergido por azar. Su destino no está escrito en ninguna parte.
PERO ¿QUIEN TIENE RAZON?
La religión y la ciencia no se ponen de acuerdo y seguramente nunca se pondrán. El origen del mundo y de la vida parecen estar más allá de lo que el hombre es capaz de entender. Pero aún así, se lo continuará peguntando y buscando respuestas sin conseguirlo.
Tal vez la respuesta más sensata ya nos la dio Heráclito, el filósofo griego del siglo IV AC. El mundo, no dijo, es solo un montón de basura apilada al azar.
Para escribir este artículo, nos hemos ayudado de los siguientes textos:
Etienne Gilson. La Filosofía en la Edad Media. Biblioteca Hispana de Filosofía. Editorial Gredos. Madrid 1958.
Jacques Monod. El Azar y la Necesidad. Tusquets Editores. Barcelona 2021.
Diógenes Laercio. Vidas de Filósofos Ilustres. Ediciones Omega. Barcelona 2008.
C.B. Jung. Lo Inconsciente. Editorial Losada. Buenos Aires 1955
Mircea Eliade. El Mito del Eterno Retorno. Alianza Editorial. Madrid 2011
Eloino Nacar y Alberto Colunga. Sagrada Biblia. Biblioteca de Autores Cristianos.Madrid 1944
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