Durante la Guerra Civil Española, como en todas las guerras, se produjeron una gran cantidad de heridos entre los combatientes. Por esta razón los cirujanos, tanto los militares como los civiles militarizados (es decir, todos los cirujanos), tuvieron que enfrentarse a heridas de las que tenían poca o ninguna experiencia. Cierto es que los cirujanos de más edad habían atendido a los heridos de la Guerra de Marruecos, pero para la mayoría, incluso para los más experimentados, la situación era completamente nueva.
NO ERA FACIL
Sin antibióticos, sin transfusión sanguínea (solo disponible en algunos hospitales de la retaguardia), en hospitales de campaña montados precariamente en casas de labor, en iglesias, monasterios, colegios o incluso en tiendas de campaña, con anestesia rudimentaria a base de éter y cloroformo y sin intubación endotraqueal, la cirugía de guerra no era fácil.
LA NECESIDAD OBLIGA A IMPROVISAR.
Cogidos casi por sorpresa y sin medios adecuados, los médicos tienen que improvisar. Mesas de quirófano artesanales construidas sobre el terreno, lámparas domésticas montadas sobre soportes improvisados, que producían sombras que oscurecían el campo operatorio, instrumentación básica y no siempre suficiente lo que obligaba a esterilizarla rápidamente ente operación y operación. En los hospitales de campaña en primera línea, donde eran tratados en primera instancias todos los heridos, la misión era clara: operar inmediatamente bajo anestesia general los casos más graves, estabilizar a los enfermos, curar las heridas menos graves bajo anestesia local y evacuarlos a todos a hospitales de retaguardia lo antes posible. Es en esta situación cuando la cura oclusiva de las fracturas abiertas se impone en los hospitales de primera línea.
La cura oclusiva consiste en la limpieza inmediata de la herida con extirpación de todos los tejidos blandos afectados, respetando arterias, venas y el hueso, cobertura de la herida con una cura estéril en inmovilización con escayola. De esta manera se facilitaba la evacuación inmediata a un hospital de retaguardia donde se completaría el tratamiento. En teoría, en este hospital de segunda línea se procedería al tratamiento definitivo de la fractura. Pero no siempre será así pues el gran volumen de heridos conllevaba en muchos casos el retraso del tratamiento. Los heridos así tratados mantenían la escayola durante semanas, las heridas supuraban manchando el yeso y produciendo un olor nauseabundo. Pero cuando finalmente se quitaba la escayola y se levantaba la cura, sorprendentemente las heridas estaban limpias y sanas en proceso de cicatrización. Cuando el ejército republicano cuza la frontera al final de la guerra, sus heridos son tratados por los médicos franceses que aprecian esta cura y la incorporan a sus tratamientos durante la Segunda Guerra Mundial que comenzó unos meses más tarde. Llamaron a esta cura el método español. Por otro lado el Dr. José Trueta, había atendido a muchos de estos pacientes en el Hospital General de Cataluña, donde era jefe del servicio de traumatología. A este hospital de retaguardia llegaron muchos de estos pacientes tratados con el método oclusivo en primera línea. Al final de la guerra, Trueta se traslada a Oxford al servicio de su maestro el Dr. Girdlestone y lleva consigo este tratamiento. Desde entonces se conoce también como método de Trueta que, aunque no fue el descubridor de esta cura, sin la popularizó en Inglaterra y fue muy utilizado durante la II Guerra Mundial.
LOS PRECEDENTES
La cura oclusiva no fue utilizada por primera vez en la guerra española. Pero fue en esta guerra civil cuando se utilizó de forma masiva y se popularizó. Podemos remontarnos al Siglo XVI cuando Ambrosio Pare describió el tratamiento de las heridas por arma de fuego mediante un emplasto de aceite de rosas. También en la Guerra de Crimea en 1854, el cirujano ruso Pirogoff utilizó una técnica parecida, como también lo hicieron los cirujanos alemanes en la Guerra Franco Prusiana. Pero en aquellos tiempos la difusión de los nuevos tratamientos era difícil y no llegaron a ser conocidos por la mayoría de los médicos. En 1898 el cirujano alemán Friederich describe su método de extirpación del tejido lesionado de las heridas. Concluye que si se realiza durante las primeras seis horas de la herida, se puede suturar sin miedo a la infección. Eran tiempos sin antibióticos. Durante la Primera Guerra Mundial de 1914, el cirujano norteamericano Winnet Orr utiliza profusamente esta técnica, en su país conocida como Cura de Orr, con buenos resultados. Posteriormente ha sido utilizada en el tratamiento de la osteomielitis.
EN ESPAÑA
Fue en la Guerra de Marruecos cuando se populariza entre los cirujanos españoles el método de cura oclusiva para el tratamiento de las heridas por arma de fuego. El Dr. Bastos Ansart es enviado como médico militar a la primera línea y posteriormente al Hospital Militar de Málaga a donde eran evacuados los heridos de Melilla. Posteriormente en el año 1934 recibió en el Hospital Militar de Carabanchel, en Madrid, los heridos de la revolución de Asturias. En 1936, el Dr. Bastos publica su experiencia en un libro, “Las Heridas Por Arma de Fuego”, en el que describe detalladamente el tratamiento mediante la excisión de Friederich, la oclusión de le herida con apósito estéril y la inmovilización con escayola. Este libro fue, sin duda, la guía que siguieron los cirujanos españoles durante la Guerra Civil. En ambos bandos, el tratamiento de las heridas por arma de fuego, fue idéntico pues seguían las recomendaciones de Bastos. Por no decir que muchos de estos cirujanos eran discípulos suyos.
CURA OCLUSIVA, METODO ESPAÑOL, METODO DE TRUETA
De todas estas formas se denomina esta técnica de tratamiento de las fracturas abiertas por arma de fuego, de forma urgente en el hospital de primera línea. Al hospital de retaguardia llegaban las heridas en muy buen estado lo que permitía su tratamiento secundario sin tener que llevar a cabo una amputación en la mayoría de los casos. Esto suponía un avance enorme en aquella situación.
Aunque, como hemos visto existían precedentes, fue en la guerra civil española cuando la cura oclusiva fue perfeccionada y utilizada de forma masiva. Parece fuera de toda duda que fue el Dr. Manuel Bastos Ansart, cirujano militar y encargado de cátedra en Madrid, el primero en protocolizar la cura oclusiva. En 1921, en plena guerra de Marruecos sucede el estrepitoso fracaso de Annual donde el ejército español sufrió una fuerte derrota con un enorme número de bajas. El Dr. Bastos, que se encontraba en ese momento en Alemania en viaje de estudios, fue llamado urgentemente por el gobierno y enviado a Melilla para hacerse cargo de la situación médica. En Melilla solo existía un hospital, el de la Cruz Roja, y allí se realizaron los tratamientos urgentes. Posteriormente el Dr. Bastos organizó el Hospital Base en Málaga donde fueron evacuados los heridos por vía marítima. Fue esta experiencia la que dio lugar al libro sobre el tratamiento de heridas por arma de fuego que hemos mencionado más arriba.
Durante la guerra civil española de 1936, El Dr. Bastos Ansart era jefe de cirugía del hospital militar de Madrid en Carabanchel. España fue dividida en dos bandos de guerra pero los cirujanos de ambos bandos utilizaron los mismos tratamientos. Es obligado remarcar que todos los cirujanos trataron a todos los heridos sin preguntar en que bando militaban. Todos los heridos recibieron así el mejor de los tratamientos disponibles. Y fue la cura oclusiva un procedimiento fundamental en ambos lados. En la zona republicana el Dr. Bastos Ansart como el Dr. José Estelles y en la zona nacionalista el Dr. Vara Lópea y el Dr. Mariano Zumel, por mencionar solo a algunos de los más conocidos y que dejaron evidencia escrita de su experiencia en la guerra. El método español estaba perfectamente establecido y probado.
En 1936 el Dr. José Trueta era en jefe de traumatología del Hospital General de Cataluña, más tarde conocido como Hospital de San Pablo. Trueta era ya un prestigioso cirujano y recibió en su hospital de retaguardia un enorme número de heridos procedentes del frente, especialmente después de la batalla del Ebro. Pudo así constatar el buen resultado de la cura oclusiva realizada en la primera línea. Cuando termina la guerra civil Trueta, como tantos otros, marcha al exilio. Es acogido con entusiasmo en la Universidad de Oxford, pues ya era un conocido y prestigioso cirujano. Es allí donde explica la bondad de la cura española y que por ello fue utilizada con gran provecho por los cirujanos británicos durante la II guerra Mundial.
Método Español, Método de Trueta, Método de Bastos – Trueta. A cada uno lo suyo.
Para la realización de este artículo hemos utilizado, fundamentalmente, estas referencias:
Los Médicos y la Medicina en la Guerra Civil Española. Monografías Beecham, 1986.
De las Guerras Coloniales a la Guerra Civil. Manuel Bastos Ansart. Ediciones Ariel 1969.
Rafael Vara López, Un Cirujano Cabal del siglo XX. José Manuel López Gómez. Academia Burgense de la Historia. Burgos 2005
Josep Trueta, el Médico y el Hombre. Antonina Rodrigo. Historia y vida. Nº 108, Marzo de 1977.
Fue el Dr. Bastos Ansart el autor de la cura oclusiva, o cura española. La llevó a cabo como médico militar durante la Revolución de Asturias en 1934, y lo escribe perfectamente en su libro: «De las guerras coloniales a la guerra civil. Memorias de un cirujano».
Sin embargo fue el Dr. Trueta quien se apropió de dicha cura, siendo el Dr. Bastos el autor de la misma. A cada uno lo suyo.
creo que no te has leído todo el artículo Juan