ESPOZ Y MINA: EL GENERAL Y SU CANCER

Francisco Espoz y Mina fue un personaje importante del siglo XIX español que no ha recibido en los textos de historia toda la atención que se merece.  Guerrillero primero y general del ejército español después,  luchó con éxito contra las tropas invasoras de Napoleón Bonaparte y contra el ejército carlista. Hombre liberal, tuvo que marchar al exilio durante los duros años del absolutismo de Fernando VII. Nos parece que este personaje merece que hagamos una breve reseña biográfica para pasar después a su historia clínica. Muchas veces olvidamos que detrás de los protagonistas de la historia está el hombre con sus problemas de salud, a veces muy importantes, y a los que tuvieron que sobreponerse para llevar a cabo sus hazañas.

DE CAMPESINO A GENERAL

Francisco Espoz y Mina nace en Idocín, pequeño pueblo de Navarra, en 1781. De familia de agricultores, se dedicó a este oficio durante su juventud, acudiendo regularmente al mercado de Pamplona para vender sus productos. Era prácticamente analfabeto como toda la gente humilde de la época. Al producirse la invasión de España por las tropas francesas de Napoleón, muchos jóvenes navarros se alistaron en alguna de las diversas guerrillas. Espoz y Mina se apunta en 1810 a la guerrilla que dirige un primo suyo, conocido como Mina el Mozo. Al caer prisionero Mina el Mozo, Espoz  se hace cargo de la dirección del grupo compuesto por más de tres mil hombres.  Sin ninguna formación académica militar, derrota en varias ocasiones a cuerpos de ejército francés, mucho más numerosos y mejor equipados.  Por méritos de guerra accede al empleo de coronel y posteriormente al de mariscal, equivalente en nuestros días al de general de brigada. En 1820 es nombrado Capitán General de Galicia.

EL EXILIO DE UN LIBERAL

Hombre liberal, lucha contra los absolutistas que apoyan al rey Fernando VII. Pero cuando el duque de Angulema, al frente de tropas francesas (los llamados cien mil hijos de San Luis), entra en  España en 1822 para apoyar a Fernando VII, Espoz y Mina ha de abandonar España y emigra a Inglaterra primero y a Francia después. Regresa en 1833 gracias a una amnistía y es nombrado General en Jefe del ejército en Cataluña y allí se distingue en la guerra contra los carlistas. Información más detallada sobre el general Espoz y Mina pueden encontrarla nuestros lectores en los libros de historia del siglo XIX español.

LA ENFERMEDAD A ESTUDIO

Más difícil es seguir la biografía clínica de este militar. Disponemos de algunos informes de los médicos que le trataron e incluso del informe de su autopsia. Incluso disponemos de un dictamen poco conocido, realizado en 1963 por el Dr. Teófilo Hernando, catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid. Este informe fue realizado a petición de uno de los biógrafos de Espoz y Mina. El Dr. Hernando, que utiliza para su dictamen los informes médicos redactados casi cien años antes y advierte de la dificultad de hacer un diagnóstico preciso con datos tan .escasos y poco fiables debido a la precariedad de los medios diagnósticos de la época.

LA ENFERMEDAD COMIENZA EN EL EXILIO

Parece que los primeros síntomas de su enfermedad comienzan en 1827, cuando Espoz y Mina se encontraba exiliado en Inglaterra. Después de una comida copiosa sufre un episodio de dolor en la zona del estómago seguido de abundantes vómitos. Diversos remedios, no especificados, calmaron estas molestias pero en 1830, ya en Francia, vuelve a empeorar: inapetencia, malas digestiones,  dolores de estómago, pérdida de color (suponemos que quiere decir palidez) y vómitos. Se le administró un tratamiento a base de leche caliente y agua mineral. Regresa a Inglaterra (estaba exiliado a la espera de una a amnistía) en mal estado y vuelve a tener vómitos, esta vez verdinegros, y deposiciones  de color negro. Fue tratado con leche de vaca y sebo de carnero con lo que se consiguió una mejoría.

EL ENFERMO REGRESA A ESPAÑA

En 1934 regresa a España y en el viaje hace parada en Bayona, en la frontera, donde su estado se agrava con dolores abdominales y vómitos de “bilis atra” (bilis negra).  Los médicos le trataron con leche de burra y agua de cebada con lo que, de nuevo, se consiguió una mejoría. En octubre de 1834 llega a Pamplona en un estado lamentable, según su médico el Dr. Salvá, que se admira de “sus pocas carnes y su color pálido amarillo pajizo”. Tal era su delgadez que sus soldados, una vez incorporado a su cargo, le apodaron “El Esqueleto”.

Epoz y Mina trajo consigo a Pamplona un par de burras , cuya leche tomaba frecuentemente.  Pero su estado no mejoraba. Vuelven los dolores en el estómago y la espalda y los vómitos parece que contienen sangre.  Se le aplicó el tratamiento considerado adecuado entonces: sangrías, cataplasmas, láudano y pediluvios. La mejoría fue escasa y los vómitos contenían coágulos de sangre y las heces eran completamente negras (melena). En 1835 es nombrado General en Jefe del Ejército en Cataluña por lo que se traslada a Barcelona.

UN RAYO DE ESPERANZA

 

En Mayo de 1835 es llamado en consulta el Dr. Lallemand, prestigioso médico francés de Montpellier.  Lallemand llegó a la conclusión de que el problema era de origen nervioso, psicosomático diríamos hoy, trasladó al enfermo a Montpellier y cambió la dieta por alimentos normales como jamón y café.  Espoz y Mina mejora de forma notable y se instaura el optimismo entre sus allegados.

EL PRINCIPIO DEL FIN Y EL FIN

Pero, como era de esperar,  la enfermedad siguió su curso y la situación del paciente empeora. Hasta  el punto de que en agosto de 1836,  cuando  tiene que hacer frente a unos amotinados que exigían la restauración de la constitución de Cádiz, para parlamentar con ellos  en la calle lo tiene que hacerlo sentado en una silla, tal era su estado de debilidad.

El día 24 de diciembre de 1836, a las nueve y cuarto de la noche, don Francisco Espoz y Mina, fallece a los cincuenta y tres años de edad. Esto ocurría en Barcelona. No tenemos dudas de que este dato es verdadero a pesar de que en algunos textos, como el Diccionario de Historia de España señalan a Francia como el lugar donde murió el general. Seguramente esta confusión se debe a los viajes que Espoz y Mina hizo a Montpellier.

CONCLUSION MEDICA

Los datos del informe de la autopsia que han llegado hasta nosotros hablan de “unos tumorcitos en la zona del píloro y un gran perforación tapada por la reacción de los órganos vecinos”.  En otro lugar se habla de “una escirrosis ulcerada”. Con estos datos, y siguiendo el dictamen del Dr. Hernando,  parece posible concluir que el gneral Espoz y Mina padeció una úlcera gástrica prepilórica durante nueve años que finalmente se malignizó en un cáncer de estómago que terminó perforándose..

LA DESCONSOLADA VIUDA ENTRA EN ACCION

A la muerte de Espoz y Mina su viuda, doña Juana de la Vega, adquiere un macabro protagonismo. El cadáver es embalsamado y doña Juana solicita que se extraiga el corazón para conservarlo en una urna de ébano y plata. En una disposición testamentaria deja ordenado que a su muerte, el corazón de su esposo sea enterrado con ella.

Doña Juana no desea desprenderse del cuerpo embalsamado de su amado esposo y cuando se traslada de Barcelona a La Coruña se lo lleva con ella. Después de algunas complicadas gestiones con las autoridades eclesiásticas consigue autorización para mantenerlo en un oratorio que con ese fin ha construido en su domicilio. La Diputación de Navarra desea que el cuerpo del general Espoz y Mina, héroe navarro, descanse en su tierra y al efecto se construye un mausoleo en el atrio de la Catedral de Pamplona.   Pero solo a la muerte de doña Juana de la Vega en 1872,  se produce el traslado. Del cuerpo pero no del corazón, que permanecería junto a doña Juana para siempre.

 

Para la realización de este artículo nos hemos apoyado de manera fundamental en las siguientes referencias:

Espoz y Mina el Liberal. José María Iribarren. Aguilar de Ediciones. Madrid 1967.

Diccionario de Historia de España. Dirigido por Germán Bleiberg. Alianza Editorial, Madrid 1979.

 

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