FELIPE II, PODEROSO REY PERO AL FIN HUMANO

Felipe II nace en Valladolid en 1527 y muere en El Escorial en 1598. Sube al trono de España en 1556. Es proclamado rey de Portugal en 1581. Como soberano de España y Portugal reina sobre un inmenso imperio con territorios en Europa, América, Africa y Asia. Pero a pesar de su enorme poder, el rey Felipe II era un ser humano y como tal, sujeto a la enfermedad como cualquier otra persona, poderosa o humilde. Y como le sucede a cualquier persona, la enfermedad influye, a veces de forma decisiva, en su forma de actuar. Y cuando se es un rey poderoso, su forma de actuar afecta a las Naciones y a la Historia, es decir a millones de seres humanos.

SU INFANCIA Y JUVENTUD

En 1535 el Emperador Carlos V nombra a Don Juan de Zúñiga, que había sido Comendador Mayor de Castilla, ayo de su hijo Felipe que entonces tenía 12 años. Por Zúñiga sabemos de las enfermedades que periódicamente sufría el Príncipe Felipe, enfermedades propias de su edad. Pero no podemos decir que fuese de naturaleza enfermiza. Llevaba una vida activa con frecuente actividad física. Era aficionado al baile, a las fiestas y a los ritos de la caballería.

En 1543 el personal asignado para atender a sus necesidades diarias incluía, ademas de porteros, cocineros, mozos de cuadra y secretario, a un médico. También contaba con 73 pajes, todos hijos de los nobles. En total las gentes a su servicio superaban los 100.

Conocemos su dieta en estos años. Gran cantidad de carne para cocido, asado y potage. También pan, pollo (que en aquellos tiempos no se consideraba carne) y huevos. Dos veces a la semana lechuga y endivias. Una vez a la semana fruta de temporada. Pescado solo cuando viajaba a zonas de la costa. En sus viajes por Europa, especialmente por Flandes, la dieta incluía queso y a veces cerveza. Felipe nunca fue aficionado a la bebida, solo en los años finales de su vida el vino estuvo habitualmente en su mesa.

Todavía Príncipe, fue pintado por Tiziano, cuadro que podemos ver en el Museo del Prado, y que nos muestra a un Felipe joven y lleno de fuerza.

EL CARACTER DEL LLAMADO REY PRUDENTE

Felipe II ha pasado a la historia con el sobrenombre de prudente. Es bien sabido que el Rey se tomaba mucho tiempo en estudiar cada caso antes de tomar una resolución. Sus secretarios y colaboradores le acusaban de nunca resolver nada. Otro testimonio dice que su Majestad tarda tanto en consultar sus empresas que cuando llega la hora de ejecutarlas ya es tarde. Su propio confesor, el Padre Chaves, le acusó de no hacer justicia con brevedad. Tanta indecisión ha sido considerado por muchos como prudencia, de ahí el sobrenombre.

Fue Cánovas del Castillo el primero en proponer que esta lentitud en actuar no era prudencia sino debilidad de carácter. Gregorio Marañón ha insistido en este aspecto y considera que Felipe II era muy tímido y con tendencia a le depresión. Esta timidez llevaba a la desconfianza, la falta de seguridad y a la suspicacia, temiendo siempre ser engañado. De ahí la lentitud en resolver. Esta lentitud en resolver fue, según Marañón, la causa de la mayoría de los desastres de su reinado. Los problemas con Flandes, Francia, Inglaterra e Italia precisaban de decisiones rápidas y efectivas. No fue así y casi siempre terminaron mal.

Bien es cierto que no todos los autores están de acuerdo con esta descripción. Así Kamen, uno de sus biógrafos, considera que Felipe II fue realmente un rey prudente. Pero es cierto que Felipe no tenia la personalidad heroica de su padre que pasó gran parte de su reinado fuera de España luchando en diversos escenarios europeos contra los protestantes y maquinando con los electores para ser elegido Emperador. Felipe no tenía espíritu militar y siempre prefirió gobernar desde los despachos. La única excepción fue, tal vez, la batalla de San Quintín en agosto de 1557, en la que estuvo presente pero sin una participación demasiado activa. La imagen heroica de su padre siempre le pesó, siempre temió no estar a su altura. En 1561 comienza la construcción del Monasterio de El Escorial para conmemorar la victoria de San Quintín.

LA SALUD DEL REY

Felipe heredó de su padre el Emperador Carlos V muchos de sus achaques. Padeció el Emperador dolores articulares (que llamaban gota), dolores de cabeza tan intensos que los médicos le recomendaron que se rapase la cabeza. También Carlos V sufría de frecuentes depresiones intensas, a raíz de una de las cuales decide abdicar y retirarse a Yuste.

Felipe II sufre su primer ataque de gota en 1568 a los 36 años de edad. Este fue el año en el que se produjo la sublevación de los moriscos en Las Alpujarras de Granada. En aquellos tiempos se llamaba gota a cualquier tipo de dolor articular recurrente, que bien podrían haber sido algunas artritis agudas en incluso artritis reumatoide. No se conocía la causa ni la naturaleza de esta enfermedad. En ocasiones se consultó con médicos moriscos como cuando enfermaron los hijos del Rey. Pero Felipe siempre tuvo una especial confianza en su médico habitual, el Dr. Vallés. Esta enfermedad acompañaría al Rey a lo largo de toda su vida y condicionaría muchas de sus decisiones. Como contrapunto histórico recordaremos que la batalla de Lepanto sucedió en 1571.

EL MEDICO DEL REY

El Dr. Francisco Vallés (1524 – 1592) fue el médico mas famoso de España en esos años. Estudió en Alcalá en el Colegio Mayor de San Ildefonso. En 1454 fue nombrado catedrático de Prima de Medicina de la Universidad Complutense. Explicó a Galeno con tanta autoridad que fue llamado el Galeno español. Por sus éxitos como médico fue conocido como el Divino, sobrenombre con el que ha pasado a la Historia,

LA GOTA, ENEFERMDAD REAL

Hoy sabemos que la gota es un cuadro producido por una alteración del metabolismo del ácido úrico que produce elevación de este compuesto en la sangre (hiperuricemia) que lleva a padecer ataques recurrentes de artritis aguda muy dolorosa, con la aparición de tofos (depósitos de cristales de urato) en la articulaciones, tofos que pueden ulcerarse e infectarse. El caso más frecuente es la afectación de la articulación metatarso falángica del dedo gordo del pie, la conocida podagra. Pero pude afectar a cualquier otra articulación. Además el ácido úrico en exceso se deposita en el riñón llegando a producir una insuficiencia renal grave con el tiempo. También puede producir cálculos renales. Existe un factor hereditario por lo que no e raro que este enfermedad se transmita de padres a hijos.

Por supuesto en tiempos de Felipe II se desconocía todo esto. Solo se sabía que Hipócrates había descrito la podagra y que Galeno describió los tofos. Dentro del diagnóstico de gota se incluían todos los procesos articulares, como los episodios agudos de la fiebre reumática, artritis reumatoide, osteoartritis, sarcoidosis articular, bursitis, tendinitis y otros procesos. No hay forma de saber con seguridad cual era la verdadera naturaleza de la gota que sufría Felipe II pero lo mas probable es que fuese producida por un exceso de ácido úrico.

La gota en un pie y un afección gripal y los médicos deciden sangrarle. Era el año 1577. Un par de años después sufre una afección de garganta y de nuevo fue sangrado. La sangría era un tratamiento habitual para cualquier alteración de la salud. Son los años de la sublevación de los Países Bajos y del nombramiento de don Juan de Austria para gobernar aquellos territorios.

En 1580 se produce una epidemia de gripe que afecta a toda España causando una gran mortandad. En Cataluña mueren muchos. En Madrid son tantos los muertos que “han sido muchos y todavía no cesan”. El Rey estaba en Badajoz pendiente de las maniobras militares en Portugal. Cae enfermo de gripe y tiene que guardar cama. Tan grave se encuentra que decide hacer testamento y recibir el viático. Se recupera gracias a los cuidados de su médico, el Dr. Vallés. Muchos miembros de la administración fallecen. La Reina Anna de Austria, cuarta esposa de Felipe, cae enferma de gripe estando en avanzado estado de gestación. Tiene fiebre alta y sangra. Finalmente fallece, víctima de la epidemia. Había contraído matrimonio con Felipe en 1570. El Rey no volvería a casarse.

En 1578 es asesinado en Madrid Don Juan de Escobedo, secretario de Don Juan de Austria, hermanastro del Rey Felipe. La Historia achaca al propio Rey la orden de llevar a cabo el crimen. Sea no no cierto, la realidad es que la muerte de Escobedo sume al Rey en un estado de profunda depresión. En 1579, un año después del crimen, los médicos le encuentran en un estado de gran fatiga y le prohibieron leer y escribir para que se dedique solo a descansar. El mismo año, en medio de grandes disturbios en Flandes en guerra con los protestantes, le acomete una fiebre alta y fue preciso sangrarle, tratamiento habitual en aquellos tiempos.

En los años siguientes los ataques de gota se hacen más frecuentes pero el Rey los acepta con resignación y no abandona su trabajo administrativo ni se priva de algunas fiestas y cacerías, que tanto le gustaban.

En junio de 1585.el Rey acude a las Cortes de Aragón en Monzón. Durante los meses que duraron las sesiones, se desencadenó una terrible epidemia, no sabemos de que naturaleza. El hecho es que los muertos se contaron por centenares, entre los que se encontraron varios miembros de la comitiva Real. Se produce una gran alarma cuando el propio Rey enferma con fiebre alta y gota. Su estado se agrava y Felipe dicta testamento y se confiesa. Por si acaso las Cortes aragonesas toman juramento al príncipe Felipe, heredero de la corona. El Rey finalmente curó pero este acontecimiento cambió para siempre su forma de gobernar. Prácticamente se anularon los Consejos, como el de Castilla y el de Indias, y se pasó a gobernar mediante la llamada Junta Grande compuesta a una serie de ministros de su total confianza. Así sería la forma de gobierno durante los últimos años del Rey. Esto provocó el resentimiento de muchos Nobles, acostumbrados a dominar los Consejos hasta entonces. Felipe II, seguramente consciente de que su estado de salud podía acabar con su vida en pocos años, no tuvo inconveniente en prescindir de la Nobleza.

CADA VEZ PEOR DE SALUD

La salud del Rey cada vez es peor y prácticamente suspende sus apariciones públicas. En Mayo de 1586 es aquejado por un ataque agudo de gota que le mantienen en cama durante más de dos meses, tempo en que los asuntos de Estado quedan e manos de sus ministros. Durante el resto de este año casi nunca abandonaba el Alcazar, su residencia habitual en Madrid. La Navidad la pasó en El Escorial pero no fue capaz de presidir la misa mayor del día 25. Se considera llamar a consulta a diversos médicos e incluso a un curandero, pero el Rey solo quería que le atendiese su querido Dr. Vallés. Empieza a usar un bastón para ayudarse a caminar. Los testigos de la época nos describen al Rey como viejo y enfermo.

La escuadra inglesa al mando de Francis Drake arrasaba las posesiones españolas en el caribe. Y el mismo Drake ataca por sorpresa Cádiz, sin encontrar apenas resistencia. En general, toda la costa de España estaba desguarnecida y sin defensas contra cualquier ataque. Estamos en 1587.

En enero d 1588 tuvo que guardar cama varias veces y el dolor le impedía pensar con claridad. Apenas podía trabajar con sus ministros a pesar de los graves problemas pendientes, entre ellos el de la Armada Invencible, episodio que acabó en un gran desastre y que llevó al Rey a decir que era la hora más negra de España.

En 1589 utiliza habitualmente una silla de ruedas, pues apenas puede caminar aunque lo intenta con ayuda de un bastón. En 1591 pasa grandes temporadas en la cama a causa de los ataques de gota que reducen su movilidad, Y en 1592 muere su médico, el Dr. Francisco Vallés. Esto supuso un gran disgusto para el Rey pues era el único médico en el que confiaba. Recibe la noticia cuando estaba preparando un viaje a Tarazona para asistir a las Cortes de Aragón, viaje que precisamente había desaconsejado el Dr. Vallés debido al estado de salud del Rey. Felipe hizo todo el viaje en una litera y la comitiva tuvo que hacer muchas paradas debido a su estado. Salieron de El Escorial en mayo y no llegaron a Tarazona hasta finales de noviembre. Dicen las crónicas que el Rey parecía consumido, viejo y enfermo.

De 1590 es el cuadro del Rey obra de Pantoja de la Cruz que nos muestra a un Felipe II envejecido y cansado, con mirada triste. Este cuadro se conserva en el Monasterio de El Escorial. Comparando este retrato con el pintado por Tiziano en 1551, se aprecia claramente el declive del Rey.

A su regreso de Tarazona, ya en 1593, el proceso de la gota se agravó. Los cirujanos tuvieron que sajarle dos abscesos, probablemente tofos infectados, de la mano derecha. El rey no podía escribir ni firmar. Y todo documento ejecutivo debía llevar la firma del Rey. Fue preciso buscar un sustituto. El Príncipe heredero no estaba preparado todavía por lo que se recurrió al Archiduque Alberto. En marzo de 1594 la salud del Rey se agrava, por lo que dicta, firma y rubrica su testamento, un documento de 49 páginas en el que detalla todos los derechos que depositaba en el Príncipe, futuro Felipe III.

Al año siguiente fue preciso construir una silla articulada que podía transformarse en litera, pues el Rey ya no podía caminar. El dolor es tan intenso que no puede mover el brazo derecho. Desarrolla una hidropesía,es decir una acumulación de líquido en el vientre y en las extremidades lo que nos hace pensar en una insuficiencia renal producida por el ácido úrico.

EL FINAL

En 1597 todos los documentos llevan la firma del Príncipe heredero. La salud del Rey empeora. La gota abre varias llagas en los dedos de la mano derecha y otra en el pie derecho. En septiembre la gota atacó el cuello y el rey tuvo dificultad para tragar. También fiebre alta, gran debilidad, falta de apetito y dificultad para dormir.

A finales de junio de 1598 el Rey insiste en ir a El Escorial en contra de la opinión de sus médicos y consejeros. El viaje lo tuvo que realizar en litera y duró cuatro días, con descansos nocturnos, debido a la debilidad y dolores del monarca. Al final del viaje apareció de nuevo la fiebre y se abrió un absceso en el muslo derecho por encima de la rodilla. También otros abscesos más pequeños por el resto del cuerpo. Los dolores eran tan intensos que los médicos no se atrevían a moverle. Los último cincuenta días de su vida los pasó tendido de espaldas. Hacía sus deposiciones en la cama en esta postura con gran dificultad para cambiar las sábanas. Su habitación tenía un olor pestilente, olor del que el Rey no era consciente pues al parecer padecía anosmia (falta de capacidad para apreciar los olores). La fiebre era constante lo que provocaba una intensa sed.

El 8 de agosto pidió que le trajeran algunas reliquias, de las muchas que había en El Escorial. Le trajeron un brazo de San Vicente Ferrer y una rodilla de San Sebastian. Confesó por última vez el 8 de septiembre pero no pudo comulgar pues no podía tragar la hostia. Pasaba el tiempo escuchando a los lectores leerle textos de Teresa de Avila y Fray Luis de Granada.

Fallece en la mañana del día 13 de septiembre de 1598, domingo. Tenía 71 años de edad.

Gobernó como un Rey, murió como un Hombre.

Para confeccionar este artículo nos hemos ayudado de las siguientes referencias:

Henry Kamen. Felipe de España.Siglo XXI de España Editores. Madrid 1997.

Gregorio Marañón. Antonio Pérez. Espasa Calpe. Madrid 2006.

Diccionario de Historia de España. Alianza Editorial. Madrid 1979.

Losé Luis Abellán. Historia Critica del Pensamiento Español. Circulo de Lectores. Madrid 1992.

Javier Portús Pérez. El Retrato Español. Museo Nacional del Prado. 2004.

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