Ignacio Guillotin nace en la ciudad francesa de Saintes el 28 de mayo de 1738. No tenemos información sobre sus estudios médicos pero sabemos que en 1770 presenta su tesis doctoral sobre «Los Efectos de la Rabia»
El Dr. Guillotin era un hombre preocupado por los huérfanos de los orfelinatos, las viudas y los ancianos abandonaddos, por lo que sus colegas le conocian por el cariñoso sobrenombre de «el bueno del Dr. Guillotin».
Su prestigio profesional le llevó al puesto de Regente de la Univesidad de Paris y a ser invitado a entrar en la Masonería, invitación que en aquellos días solo se ofrecía a individuos destacados en la sociedad y la profesión.
Además de hacérse con una nutrida clientela privada, el Dr. Guillotin se preocupó por los problemas de la salud pública y algunos de sus escritos están dirigidos a recomendar el secado de los pantanos de Poitou y Saintonge. También se preocupó durante la Revolución Francesa del bienestar de los diputados de la Asamblea Constituyente, instalando un respaldo en los asientos y poniendo en funcionamiento unos urinarios públicos.
Pero el Dr. Guillotin ha pasado a la historia por uno de sus inventos, la guillotina. Hasta entonces, la ejecución de la pena de muerte se hacía por varios procedimientos, sobre todo la horca y la decapitación. Estas ejecuciones, realizadas generalmente en público, daban lugar a espectáculos muy sangrientos con evidente sufrimiento para los reos. La idea de Guillotin era conseguir que la pena de muerte fuese indolora y rápida y eso le llevó a idear su célebre artilugio. En realidad, hacía siglos que en diversos países se habían utilizado métodos de decapitación más eficaces que el hacha o el espadón usados habitulmente en Francia con más o menos destreza por el verdugo de turno. Guillotin se informó sobre estos métodos pero fue una máquina de juguete utilizada en un teatro de marionetas para decapitar a un muñeco lo que inspiró su idea definitiva. Esto ocurría en el año 1770. Diseñó un mecanismo para decapirar al condenado de forma muy rápida e indolora.
Pero su idea no fue admitida de inmediato y las ejecuciones siguieron con los métodos acostumbrados. Pero finalmente, tras el rechazo popular al espectáculo cruel y escandaloso del cadalso, se aprueba la idea. El 25 de marzo de 1792 el rey Luis XVI firma el decreto para instalar la guillotina.
Ahora el problema era encontrar a la persona que estuviese dispuesto construir esta máquina de la muerte. Finalmente fue el alemán Tobias Schimidt, fabricante de pianofortes y que había ideado una máquina hidráulica para trabajar debajo del agua, quien construyó la primera guillotina bajo las indicaciones de nuestro buen doctor. La máquina fue probada primero con animales y después en cadáveres. El diseño incial incluía una hoja de corte de filo curvo que no conseguía un corte limpio. Finalmente se sustituyó por una cuchilla triangular de filo sesgado que era más eficaz. De esta manera, la cuchilla, de 60 kilos de peso, cae desde una altura como un rayo produciendo una decapitación instantánea. Parece ser que fue el mismo rey Luis XVI, muy aficionado a la mecánica, quien sugirió este cambio. Poco sospechaba el soberano que poco después perdería la cabeza en este invento.
El 25 de abril se lleva a cabo la primera ejecución mediante la guillotina y seguirían muchas más. El nombre de esta máquina se derivó de forma natural del nombre del autor de la idea y del proyecto. El Dr, Guillotin nunca lo aceptó e hizo todo lo posible por que se cambiara el nombre sin éxito. Para huir de esta popularidad, abandona Paris y es nombrado médico militar del Ejército del Norte.
Sus últimos años los dedicó Guillotin a impulsar la vacunación antivariólica en Francia. Incluso solicitó la ayuda del Papa Pio VII para convencer a la población de que la vacuna no era un método diabólico. Siempre fue el Dr. Guillotin un médico preocupado por el bienestar de la gente.
El Dr. Guillotin muere en el mes de marzo del año 1814, sin haber conseguido evitar que su nombre quedase unido para siempre a una máquina mortífera.