LA GUINEA ESPAÑOLA. LAS ENFERMEDADES DIFICULTARON SU COLONIZACION

El PRINCIPIO FUE FRUTO DE LA CASUALIDAD.

España nunca tuvo ambiciones territoriales en Africa más allá de las Islas Canarias. No así  Portugal que había explorado y se había asentado en amplias zonas de la costa occidental africana como Angola y varias islas frente a las costas de Camerun (entones conocido como Camarones) y Gabón. Estas islas eran Príncipe, Santo Tomé, Fernando Poo, Annobón, Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico.  Sobre la costa continental próxima a estas islas todavía no había reclamación formal por parte de las potencias europeas y se estaba en una fase de exploración sin haber establecido dominio legal.

TODO EMPEZÓ EN AMERICA

España y Portugal luchaban en la zona fronteriza de sus posesiones americanas, concretamente en la llamada Colonia de Sacramento en lo que hoy es Uruguay. Esta Colonia fue tomada militarmente por uno y otro bando hasta que se llegó a un acuerdo diplomático. Esto sucede en 1777 con el llamado Tratado de San Ildefonso, corroborado al año siguiente por el Tratado de El Pardo, firmado entre en rey Carlos III de España y la reina María I de Portugal.  Por este Tratado España renunciaba a la Colonia de Sacramento y a cambio Portugal cedía a España a perpetuidad los derechos sobre las islas africanas de Fernando Poo y Annobón así como el derecho al libre comercio en las costas continentales de la zona del golfo de Guinea,  donde ya se encontraban algunos exploradores y comerciantes ingleses, franceses y alemanes. Ni que decir tiene que en España nadie sabía donde estaban estos territorios ni qué interés tenían para nuestro  país.

LLEGAN LOS PRIMEROS ESPAÑOLES.

En Abril de 1778 parten del puerto de Montevideo las fragatas españolas Santa Catalina y Soledad y el bergantín Santiago  rumbo a las nuevas posesiones en Africa.  La expedición va al mando del brigadier don Felipe de Santo Toro, conde de Arguelejo. Su segundo es el teniente coronel de artillería don Joaquín Primo de Rivera. Mandos  y tripulación tienen como objetivo el tomar posesión de esas tierras en nombre de España.  La expedición llega a la isla de Príncipe, residencia de las autoridades portuguesas en la zona, en el mes de  junio de 1778. Gran parte de la tripulación ya está enferma aquejada de alguna enfermedad tropical. Por ese motivo se retrasa la entrega hasta el mes de octubre en que la flota española acompañada de la nave portuguesa Nuestra Señora de Gracia fondea en la bahía de San Carlos en Fernando Poo. Puesto pie en tierra, el representante portugués don Luis Cayetano de Castro hace entrega de los estos territorios a España representada por el conde de Arguelejo. Tras una breve ceremonia, se iza la bandera de España. Es de notar que la isla de Fernando Poo se llamaba sí en honor de su descubridor portugués y que Portugal nunca se había  interesado por la isla y no había establecido en ella ningún asentamiento. Simplemente, no les interesaba.

COMIENZA EL CALVARIO

Las enfermedades tropicales, englobadas casi todas bajo en nombre de fiebres, poco conocidas entones y sin tratamientos eficaces, hacen mella en la expedición española. El propio jefe del destacamento, el Conde de Arguelejo, muere el 14 de noviembre. El resto de los componentes pagan también un caro tributo sanitario.  Todos los oficiales, suboficiales y el médico mueren. De los 547 expedicionarios, fallecen 370. De los 177 supervivientes, 67 fueron repatriados por enfermedad. Solo 110 regresaron sanos.  Esta situación desastrosa lleva a la tripulación a sublevarse para abandonar la zona lo antes posible. El teniente coronel Primo de Rivera, que había asumido el mando de la expedición a la muerte de Arguelejo es detenido por los sublevados por oponerse a abandonar la zona sin instrucciones del gobierno de Madrid. Años después los sublevados fueron juzgados y absueltos por considerar el tribunal que actuaron en situación de desesperación.

LLEGAN LOS INGLESES

Tras esta experiencia, los españoles abandonan la isla de Fernando Poo, aunque no renuncian a su soberanía. El territorio se mantiene abandonado hasta el año 1827 en que Inglaterra ocupa la isla sin aducir ningún derecho para hacerlo. Ante las protestas del gobierno español, los ingleses puntualizan que aceptan la soberanía española y que utilizan la isla solo como base de apoyo para sus navíos que viajaban a otras partes de Africa. En estas circunstancias, el capitán Richard Owen funda la ciudad de Clarence, la que en el futuro sería Santa Isabel, la capital de la colonia española. Tampoco les fue bien a los ingleses. El capitán Owen había llevado doscientos expedicionarios y a los pocos meses habían muerto ciento cincuenta de diversas enfermedades. Los supervivientes fueron repatriados para no correr la misma suerte.  En un nuevo intento de establecer una base estable en Clarence, en la isla de Fernando Poo,  el capitán Beawer acude con trescientos colonos especialmente seleccionados por su robustez.  A los seis meses habían fallecido doscientos setenta y dos. Poco a poco fueron muriendo el resto hasta quedar solo dos, el capitán y un colono que rápidamente marcharon a la metrópoli.

Aun así los ingleses se resistían a abandonar Fernando Poo. En 1831 ofrecen a España permutar esta colonia por una de las Islas Vírgenes próxima a Puerto Rico, pero la oferta no es aceptada.  Los ingleses no se dan por vencidos y en 1839 ofrecen comprar a España esta colonia por 60.000 libras esterlinas. La oferta está a punto de ser aceptada pero finalmente se rechaza pues los ingleses pretendían no pagar esa suma sino descontarla de la duda pendiente con España.

DE NUEVO LOS ESPAÑOLES.

En 1843 España definitivamente decide gestionar su colonia con una expedición al mando de don José Llerena, que cambia el nombre de Clarence City por el de Santa Isabel, en honor a la reina de España. En 1858 llega una expedición más numerosa y se nombra, por primera vez, un Gobernador General de la colonia que sería don José de Gándara. Pero las cosas no serían nada fáciles.  De nuevo las enfermedades tropicales pasan factura. De 128 colonos y 110 soldados enviados en 1859, a los tres meses solo sobrevivían tres. En esta fecha ya era posible puntualizar mejor la enfermedad principal causante de estas bajas, la malaria. Las enfermedades seguían haciendo imposible la ocupación práctica de este territorio.  En 1883 llegan los misioneros claretianos para cristianizar a los indígenas. Los claretianos todavía permanecen en la colonia.

EL EXPLORADOR MANUEL IRADIER

Sobre los problemas de la colonia durante el siglo XIX contamos con la experiencia de Manuel Iradier. Iradier nació en Vitoria en 1854 y toda su vida soñó con explorar Africa. Las lecturas sobre este tema que llegaban a sus manos le hicieron concebir su aventura.  Incluso en 1873 Manuel Iradier tuvo la ocasión de conocer y conversar con Henry Stanley, el explorador que había viajado a Africa en busca de Livingstone. Stanley  se hallaba de paso por Vitoria y había estado en Fernando Poo  y cuando Iradier le comunicó su interés por viajar a las fuentes del Nilo, Stanley con buen criterio le aconsejó ir al Golfo de Guinea donde España ya tenía un territorio sin explorar.

Manuel Iradier viajó por primera vez al Golfo de Guinea en 1875. Viajó con su mujer Isabel de Urquiola y una hermana de esta, Juliana. Este primer viaje lo financió con sus propios y no muy abundantes recursos. No vamos a entrar en los detalles de esta aventura, que pueden encontrarse en otro lugar.  Son los problemas de salud los que nos interesan.   Iradier sufrió innumerables episodios de fiebre que pusieron en peligro su vida en muchas ocasiones a pesar de que llevaba una buena provisión de quinina. El propio Iradier menciona  las enfermedades más frecuentes que padeció: escorbuto, disentería, dolores abdominales, congestión del hígado y fiebres intermitentes. Las fiebres las clasifica en cotidianas, tercianas, cuartanas, septimanas y remitentes. Asimismo menciona las niguas, parásito muy molesto que se infiltra debajo de la piel.

En 1876 menciona que estando en Santa Isabel sufrió 66 ataques de fiebre, su esposa 37 ataques, 16 su cuñada y su hija Isabela, que había nacido en la isla de Annobón,  sufrió 15 ataques. Como consecuencia de uno de estos ataques, la niña fallece el 28 de noviembre de 1876. Este episodio afecta muy profundamente a Manuel Iradier que decide regresar a España en compañía de su familia.

SEGÚNDO VIAJE DE MANUEL IRADIER

A pesar de todas estas penalidades, Iraddier decide regresar a Africa. Esta segunda vez lo hace bajo el patrocinio de La Sociedad de Africanistas. Le acompaña un médico, el Dr. Antonio Ossorio. Llega a Santa Isabel el 28 de septiembre de 1884. La misión que se había impuesto era tomar posesión para España de los territorios que se le habían adjudicado por el Tratado de El Pardo de 1778 en la costa continental Africana. Cuando llegó pidió ayuda al Gobernador General de la Colonia pero no hubo medios para ayudarle. Pudo informarse de que la mayor parte de los territorios en cuestión ya habían sido ocupados y reclamados jurídicamente por Francia, Inglaterra y Alemania. Solo quedaba una pequeña franja en la desembocadura del rio Muni, pero los franceses  pensaban adjudicársela. Había prisa pero no había medios de transporte. Iradier, el Dr. Ossorio y el notario de Santa Isabel  don Bernabé Jiménez viajan en un buque mercante inglés a la zona del Muni. Tienen que negociar con el capitán del barco para que haga una parada no prevista. Negocian con los jefes de las tribus indígenas y adquieren su adhesión a España. Así se obtuvo la pequeña colonia de Rio Muni que aparece en los mapas.

Aquejado de nuevo por las intensas fiebres, Manuel Iradier ha de regresar a España antes de lo previsto y por indicación del Dr. Ossorio, Parta usted para España si en algo estima su vida, le dijo el médico.

Con toda la documentación que probaba los derechos de España en la región del Golfo de guinea, Manuel Iradier regresa a la península el febrero de 1885 y se presenta en la Asociación de Africanistas para dar cuenta de su subvención de 2.150 pesetas. Los derechos de España en la pequeña zona reclamada por Manuel Iradier fueron ratificados por el Tratado de Paris de 1900  suscrito entre Francia y España. Esta zona se llamaría Río Muni.

CONCLUSION FINAL

En  los primeros años del siglo XX se suceden los intentos de colonizar de firme esta colonia llamada entonces Guinea Española. Pero la falta de medios, sobre todo la gran dificultad de luchar contra las enfermedades tropicales y los problemas políticos del país, dejaron algo olvidados a Guinea y sus pocos moradores. Fue solo después de la guerra civil española cuando se envía un contingente de ingenieros, de agrónomos, médicos y administradores para hacer habitable esta colonia. Los avances médicos de que se disponía (recordar que, por ejemplo, los antibióticos no estuvieron disponibles hasta 1940) hicieron posible la supervivencia, por fin, de estos nuevos colonos.

 

Para le realización de este artículo nos hemos apoyado sobre todo en lo siguientes textos:

 

Carlos Fleitas Alonso. Guinea, episodios de la vida colonial. Agencia Española de Cooperación Internacional. Madrid 1989.

Manuel Iradier. Africa, un español en el Golfo de Guinea. Edición de Ramón Jiménez Fraile. Mondadori, 2000.

Diccionario de Historia de España. Alianza Editorial, 1979.

 

 

 

 

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