LA IMPOSICION DE MANOS POR LOS REYES COMO TRATAMIENTO MEDICO

Durante siglos, tal vez miles de años y en diversas culturas primitivas, la imposición de manos se ha utilizado como un mecanismo de traspasar una virtud superior desde un individuo ungido por los dioses a otro individuo, generalmente su sucesor en el poder. El acto consiste en la colocación de ambas manos sobre la cabeza del receptor mientras se pronuncian algunas palabras sagradas.

El cristianismo siempre ha utilizado este rito en su liturgia desde sus comienzos. Seguramente fue un rito adquirido de creencias más primitivas sobre las que se apoyaron los primeros cristianos. De hecho hay mención de esta imposición de manos en varios libros de Antiguo Testamento pero también era utilizado mucho antes en ritos paganos primitivos. En la actualidad, la Iglesia Católica en su liturgia, dentro de su simbolismo sacramental, mantiene la imposición de manos durante la administración de ciertos sacramentos como el orden sacerdotal y la confirmación. Cuando se produce la separación de la Iglesia de Inglaterra en tiempos del rey Enrique VIII, la nueva Iglesia Anglicana mantiene la imposición de manos en sus ritos por su poderoso simbolismo. Así en el primer libro de oraciones del anglicanismo, el Prayer Book de 1549 (libro de oraciones que sigue vigente en la actualidad) su autor, el obispo de Canterbury Thomas Cranmer, mantiene la imposición de manos como una ceremonia que debe de ser conservada en la nueva liturgia.

Pero es menos sabido que en algunas monarquías europeas, concretamente en la francesa y la inglesa, la imposición de manos fue utilizada por los reyes para curar enfermedades. Cuando se impuso el concepto del derecho divino de los reyes, es decir que los reyes eran reyes por designio divino, pareció natural que los reyes pudieran imponer las manos como lo hacían los obispos y el Papa..

En Francia, algunas crónicas consideran que fue Clodoveo, rey de los francos, convertido al cristianismo por San Remigio en el año 496, el primero en usar este privilegio. Pero lo que si queda como cierto es que fue el rey Luis I, San Luis, en 1226 el primero en utilizar estos poderes. El rey imponía las manos el día de la Pascua de Pentecostés a los enfermos de escrófula para su curación. La escrófula era y es una enfermedad de los ganglios linfáticos del cuello de origen tuberculoso que producía grandes deformidades aunque en aquellos tiempos pasaría por escrófula cualquier enfermedad crónica en en esta región. Al mismo tiempo que se imponían las manos se pronunciaban las palabras sagradas: yo te toco y Dios te cura. Por cierto, el rey Luis I fue canonizado por el Papa Bonifacio VIII en el año 1297. Por eso lo de San Luis.

Todos los reyes de Francia continuaron con esta ceremonia. En Pentecostés, el rey asistía a la santa misa, confesaba y comulgaba. A continuación comenzaba la ceremonia. El rey Luis XIV trasladó el acto al Jueves Santo y llegó, en una sola ceremonia, a imponer las manos a más de tres mil enfermos. El último rey de Francia en realizar la ceremonia fue Carlos X en 1825. Está bien documentado que en un día impuso manos a 120 enfermos. Pero eran ya tiempos más modernos y el reputado cirujano Dupuytren pudo examinar a estos pacientes y constatar que solo cinco habían curado de su enfermedad. Con resultados tan pobres y con la supervisión de los médicos modernos, no es de extrañar que esta ceremonia cayera en desuso.

En Inglaterra se supone que fue el rey anglosajón Eduardo III, también conocido como El Confesor debido a su piedad y que subió al trono en 1402, quien estableció la ceremonia de imposición de manos. Los reyes ingleses continuaron con este rito, incluyendo Enrique VIII como ya hemos visto. Esta ceremonia continuó aunque en el reinado de Guillermo de Orange (1650 a 1702) fue decayendo debido al escepticismo del monarca. Pero a su muerte fue sucedido por Ana, hermana de su mujer. Ana, muy piadosa ella, da un nuevo impulso a la imposición de manos pero a su muerte la ceremonia se pierde para siempre.

Nunca sabremos el porque de esta asociación de tantos siglos entre el poder supuestamente divino de la imposición de manos con la escrófula. Ciertamente que esta enfermedad, que en la actualidad consideramos de origen tuberculoso, debía ser corriente en aquellos tiempos pero también lo eran otras enfermedades. Y si se sucedieron año tras año y siglo tras siglo tuvo que deberse a que tanto los reyes como los enfermos creían firmemente en su eficacia. Pero la historia de la medicina está llena de tratamientos que hoy nos sorprenden pero que en otros tiempos tuvieron gran predicamento.

Para realizar esta artículo nos hemos apoyado en los siguientes textos:

Ramón Fernández Pickford. La Imposición de Manos de los Reyes de Francia e Inglaterra. Historia y Vida, nº 119, Febrero de 1978.

Diccionario Larousse de Historia Universal. Ed. Planeta Agostini 1988.

Mario Righetti. Historia de la Liturgia. Biblioteca de Autores Cristianos, 1955.

The Book of Common Prayer. Penguin Classics. 2012.

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