LIBRE ALBEDRIO. ¿EXISTE O NO EXISTE?

¿Realmente somos libres? Si somos libres para decidir lo que hacemos, si nuestros actos y sus consecuencias dependen de nuestra libre decisión, entonces somos responsables de lo que hacemos y se nos puede pedir cuentas de su resultado. Pero si no somos libres para tomar decisiones, no podemos ser premiados ni castigados por lo que hacemos. Sin libertad no hay responsabilidad.

LA LIBERTAD PERSONAL

El concepto de libertad personal es relativamente moderno. El hombre antiguo, incapaz de entender el mundo que le rodeaba, achacaba todos los fenómenos naturales a poderes sobrenaturales. Sus actos personales tampoco eran libres. El destino, ambiguo poder invisible, guiaba su voluntad y le obligaba acometer actos de diversa índole, incluso criminales. El hombre no era responsable, era su destino, pero como no se podía castigar al destino, pues se castigaba al hombre. La responsabilidad no estaba ligada a la libertad. Las personas que por su destino eran malignas debían ser eliminadas para defender a la sociedad.

El concepto de libertad y libre albedrío se clarifica con la aparición del cristianismo. El cristianismo, cuyo origen se remonta a un acto libremente cometido por nuestros primeros padres, introduce el pecado en la vida del hombre. El pecado es un acto cometido contra la voluntad de Dios, que es quien determina que es bueno y que es malo. Adán y Eva inventaron el pecado y lo trasmitieron a toda su descendencia. Orignes de Alejandría, importante teólogo del siglo II, considera que la libertad es responsable de todo lo bueno y de todo lo malo. Pero hay que afinar este concepto. Solo se peca si se actúa con libertad y para ello hace falta plena advertencia y pleno consentimiento. Es decir, hay que ser consciente de que el acto que vamos a realizar es malo y que, a pesar de todo, vamos a cometerlo libremente.

¿NECESITAMOS SER LIBRES?

Pero ¿realmente necesitamos ser libres? No debemos olvidar que para la naturaleza los seres humanos son simples animales como todos los demás. El estar dotados de un cerebro más sofisticado capaz funciones más elevadas como la reflexión y el lenguaje no cambia lo que la naturaleza quiere de los humanos. Que no es otra cosa que reproducirse de forma eficiente para perpetuar la especie. Es lo mismo que pide a los insectos, a los peces, a los reptiles y a todos los mamíferos. Y para cumplir esta misión, no hace falta ser libre.

Los animales cumplen su misión en el mundo de forma bien organizada y, de algún modo, racional.

ESQUEMA DEL CEREBRO HUMANO

No son libres en el sentido de poder elegir o no las distintas posibilidades que la vida les ofrece. Su “libertad” es el instinto que en realidad no es libertad. Su proyecto de vida para sobrevivir y reproducirse está grabado en las estructuras de su sistema nervioso central, a veces muy primitivo comparado con el de los humanos, pero no por ello menos eficaz. Salirse de este guión predestinado pone en grave peligro su supervivencia. El guión lo siguen con todo detalle guiados por el instinto. Pero el instinto no es libertad.

Los seres humanos tenemos todas las estructuras cerebrales de los seres más primitivos sobre las que se van superponiendo en el proceso evolutivo nuevas capas mas complejas hasta llegar al cerebro de los seres humanos tal como lo conocemos. Pero no por eso dejamos de tener ese cerebro primitivo, sede de los instintos. Instintos que son plenamente operativos en los humanos. Gran parte, sino todo, de lo que hace el hombre es instintivo. ¿Queda sitio para la libertad? ¿Realmente la necesitamos?.

NUESTRO CEREBRO

El cerebro humano, tal como lo conocemos, es una compleja máquina que regula todas las funciones y movimientos de la persona. Se localiza dentro de la caja craneal, estructura ósea que le sirve de protección. Su peso promedio es de 1.5 kilos y se divide en dos hemisferios conectados por una estructura que llamamos cuerpo calloso. Ambos hemisferios son simétricos y se componen de varios lóbulos (frontal, temporal, parietal y occipital). Otra estructura, el cerebelo, completa este complejo de cerebro superior. Este cerebro superior es la última incorporación del proceso evolutivo y está compuesto por la sustancia gris, donde radican las células fundamentales (neuronas y células gliales) responsables de las funciones más elevadas que nos distinguen de los demás mamíferos incluyendo los simios antropoides. Esta capa de sustancia gris es tan extensa que se ha de plegar en múltiples repliegues que llamamos circunvalaciones. Completa este cerebro superior la sustancia blanca, compuesta por las fibras que conectan las neuronas entre si y con otras estructuras cerebrales. Ese es el cerebro donde reside nuestra capacidad de actuar libremente.

Por debajo de este cerebro superior se encuentran unas estructuras evolutivamente mas antiguas y que en parte compartimos con los animales inferiores. Son las estructuras subcorticales (tálamo y ganglios basales) y el tronco cerebral donde se controlan las funciones no voluntarias imprescindibles para mantener la vida del organismo, como la respiración, el ritmo de los latidos cardíacos, la tensión arterial y las funciones orgánicas como la digestión entre otros.

COMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUI

La teoría de la evolución de Charles Darwin es el procedimiento más utilizado para explicar como el cerebro ha llegado hasta aquí. La primera neurona primitiva aparece hace 650 millones de años en el periodo precámbrico. El animal más primitivo, la esponja, tiene muy pocas células nerviosas sin un centro operativo que pudiéramos llamar rudimento de cerebro. Un celentéreo muy usado en investigación, el pólipo Hydra, ya tiene cien mil células nerviosas y produce algunas sustancias de tipo hormonal, los llamados neuropéptidos, como la vasopresina y la oxitocina. Ya en el gusano plano aparece por primera vez un ganglio cerebral, rudimento de un cerebro.

Cerebro y Evolución.

Si seguimos la teoría de la evolución, a partir de estos seres primitivos, seguramente por medio de diversas mutaciones genéticas, estos pequeños cerebros iniciales irían dando lugar a cerebros más complejos hasta llegar al hombre. Uno de los problemas de la teoría de la evolución es que se producen saltos difíciles de explicar. Un ejemplo es la llamada explosión cámbrica hace 530 millones de años. En el periodo cámbrico aparecen de forma repentina y rápida (rápida en términos geológicos) una enorme cantidad de organismos macroscópicos multicelulares complejos. Ente ellos están los cordados, de los que se derivaría el género de los vertebrados y de ahí el hombre. Fue el estallido de vida más intenso jamas conocido. El propio Darwin admitió que esta explosión brusca de vida suponía un serio obstáculo para explicar su teoría de la evolución..

No Todos Están de Acuerdo

El investigador español Santiago Ramón y Cajal también tuvo sus dudas. Bien es cierto que consideraba el cerebro humano como la obra maestra de la creación que se hallaba claramente organizado según el plan de los animales. Pero le resultaba difícil aceptar que la simple evolución, desde el cerebro de un chimpancé diese lugar al cerebro del hombre. Le parecía que era un salto no solo cuantitativo sino también cualitativo, un cerebro capaz de desarrollar un lenguaje articulado en diversos idiomas, la capacidad de producir y apreciar el arte. Ramón y Cajal buscó alguna diferencia original y encontró unas neuronas de axón corto, muy abundantes en el cerebro humano y prácticamente inexistente en el resto de los animales. Para él, esta era la diferencia cualitativa.

Ramón y Cajal era consciente de las dificultades para explicar como funciona el cerebro y llegó a decir que mientras nuestro cerebro sea un arcano el universo, reflejo de su estructura, también será un misterio.

Funcionamiento Extremadamente Complejo.

La materia gris contiene mas de mil millones de neuronas y una cantidad tal vez superior de células gliales. En las neuronas reside el control de todas la funciones que podemos llamar intelectuales. Las células gliales tienen una función de soporte y nutrición de las neuronas pero seguramente también tienen una actividad importante en la transmisión de los mensajes de las neuronas.

La materia blanca esta constituida por las fibras que conectan las neuronas con el resto del cerebro. Se estima que existen más de un billón ( si,un billón) de conexiones que recorren todo el cerebro.

Además en el cerebro existen hormonas propias, como la serotonina, la domapina, la oxitocina entre otras, y sus funciones son afectadas por hormonas exteriores como son las del tiroides. Un estructura subortical, la hipófisis, produce una serie de hormonas activadoras que estimulan la creación de hormonas no cerebrales como las sexuales, las adrenales y las tiroideas.

En resumen, el cerebro es una máquina muy compleja constituidas por miles de millones de células que pueden actuar de forma independiente y moduladas por un ambiente hormonal propio y externo.

¿TENEMOS CONTROL SOBRE NUESTRO CEREBRO?

Realmente, ¿podemos controlar voluntariamente este mecanismo cuyas magnitudes (miles de millones, billones) difícilmente podemos valorar?

Ramón y Cajal dejó establecido que la superioridad del cerebro humano se debe no solo al mayor número de neuronas (sustancia gris) sino sobre todo al mayor número se conexiones entre ellas (sustancia blanca). Cualquier estímulo que nos llega del exterior es captado por una sola célula y se trasmite inmediatamente por medio de estas conexiones a millones de otras neuronas, que a su vez lo trasmiten a otros millones de neuronas más. Este fenómeno la llamó Ramón y Cajal transmisión en cascada y se produce de un modo automático sin intervención de la voluntad.

Cada vez que tenemos un pensamiento o tomamos una decisión, por simple que sea como mover un dedo, se pone en marcha un mecanismo cerebral con millones de conexiones y la consiguiente transmisión de impulsos eléctricos, reacciones bioquímicas y desencadenamiento de un torrente de hormonas. Y todo ello sin que seamos conscientes de lo que está sucediendo.

EL LIBRE ALBEDRIO, ¿QUE ES?

Cuando entramos en el territorio del libre albedrío, tenemos que empezar por definir que es. Un acto libre debe de cumplir tres condiciones. La primera es que tiene que haber por lo menos una alternativa que pueda ser escogida. La segunda condición es que tenemos que tener la capacidad de escoger entre las alternativas. Y la tercera condición es que esta elección tiene que responder a una motivación razonada, no puede ser una elección al azar. Por ejemplo, si para tomar partido entre dos opciones tiramos una moneda al aire, eso no es libre albedrío. Pero si tomamos una de las opciones después de razonar cual es la más beneficiosa para nosotros en comparación con la otra opción, eso si es libre albedrío.

Muchas de las decisiones que tomamos cotidianamente y que creemos que son hechas libremente, en realidad no lo son. A veces actuamos por impulsos que nos llevan a tomar decisiones que no son las que más nos convienen. También el ambiente en el que nos movemos nos lleva a actuar de manera no reflexiva. La ética, las leyes en vigor, los principios religiosos y los hábitos sociales condicionan nuestra libertad de elección. Tampoco podemos olvidar la influencia de las capas más profundas del inconsciente donde, según Carl Jung, dormitan las imágenes primordiales del carácter universal humano. Los contenidos del inconsciente colectivo humano contiene residuos arcaicos humanos sino también residuos de las funciones de los antepasados animales del hombre. Porque el cerebro humano se halla esencialmente organizado según el plan e los animales. Con todos estos condicionamientos no es fácil que cualquier decisión human cumpla los tres requisitos mencionados anteriormente para poder ser considerado libre albedrío.

¿REALMENTE SOMOS LIBRES?

Cuando tomamos una decisión nunca nos `preguntamos si lo hacemos libremente. Sencillamente damos por hecho que somos libres. Solo consideramos el resultado de nuestra decisión sin pensar en todos los mecanismos que han tenido que ponerse en marcha para llegar a esa acción: miles de células nerviosas y decenas de miles de conexiones, sin tener en cuenta todas las reacciones bioquímicas y hormonales que han entrado en juego. Y todo esto en una fracción de segundo.

La complejidad del mecanismo de pensar, realizado por una máquina extraordinariamente complicada de cuya estructura conocemos bien poco que es el cerebro, ha llevado a muchos científicos a dudar de que nuestros actos don realmente libres. Dependen demasiado de una máquina y unos mecanismos que actúan de forma autónoma y que no controlamos pues ni siquiera pensamos en ellos. El pensamiento consciente procede de procesos inconscientes del cerebro.

Como Controla el Cerebro la Libertad.

¿Y donde se asienta dentro del cerebro este supuesto libre albedrío? El Dr. Antonio Damasio es un conocido investigador que además es especialista en neurología. El Dr. Damasio ha podido estudiar las alteraciones del comportamiento en pacientes con diversas lesiones cerebrales. Su conclusión es que los comportamientos que podríamos llamar libres, incluso morales, residen en unas zonas del cerebro llamadas corteza cingulada inferior y corteza pre frontal. Otro investigador, también neurólogo y neurocientífico, el Dr. Richard Swaab, es de la misma opinión. El Dr. Swaab es además el fundador del banco de cerebros de Holanda lo que le ha permitido correlacionar con precisión las lesiones cerebrales con los comportamientos libres.

EL INQUIETANTE RESULTADO DE UN EXPERIMENTO

Pero existen también estudios experimentales más directos. Son clásicos los estudios del neuropsicólogo B. Libet y sus colaboradores entre 1983 y 1985. La intención de sus estudios pretendía determinar si un acto libre sencillo, como mover un dedo, se reflejaba de algún modo en los registros de actividad cerebral. Para ello registraron los movimientos de los músculos de la mano (mediante un electromiógrafo) y la correspondiente actividad cerebral (mediante un electro encefalograma). Libet quería comprobar la teoría clásica del neurobiólogo y Premio Nobel John Eccles de que previo a un movimiento voluntario debería existir alguna actividad consciente en el cerebro. En su experimento, Libet pedía al voluntario que moviese la mano a voluntad cuando quisiera y sin previo aviso. El resultado fue que unos milisegundos (de 350 a 500) antes de que el voluntario decidiese mover la mano, se apreciaba actividad en la corteza cerebral. Este breve intervalo entre actividad cerebral y movimiento lo llamó Readiness Potential o Potencial de Preparación..

Estos experimentos de Libet y su equipo han sido el punto de apoyo de quienes niegan la existencia del libre albedrío. Muchos son los que apoyan esta tesis, desde el mismo Charles Darwin, que pensaba que el libre albedrío es una ilusión, hasta el fisiólogo Francis Crick, Premio Nobel de medicina por su descubrimiento de la doble hélice del ADN. El neurofisiólogo holandés Dick Swaab está convencido de que el libre albedrío no existe.

NO HAY ACUERDO.

Pero no todos los científicos están de acuerdo. Así el propio Ramón y Cajal creía que a pesar de la enorme complejidad del cerebro, el enorme salto del animal irracional al hombre tenía que proporcionar un mecanismo de libertad aunque no se pudiese demostrar. El neurofisiólogo Antonio Damasio, mencionado más arriba, que estableció la localización cerebral de los mecanismos de los comportamientos éticos y morales, es contrario al determinismo a ultranza. Nuestros incompletos conocimientos no nos permiten demostrar la falta de libre albedrío. El también mencionado neurofisiólogo australiano John Eccles era un firme partidario de la libertad del hombre. Prefería hablar de voluntad inconsciente en lugar de libre albedrío. La creatividad es una prueba de esa libertad. La posibilidad de disfrutar con una sinfonía o de cualquier obra de arte son otras pruebas en su favor. El llamado, en los experimentos de Libet, el Potencial de Preparación no sería mas que un “ruido de fondo” del cerebro siempre a punto y preparado para cualquier demanda o exigencia, el cerebro nunca duerme.

UNA ESPECIE DE CONCLUSION.

Como podemos apreciar, no hay acuerdo sobre la existencia o no existencia del libre albedrío. Tanto pesan las opiniones de sus detractores como las de sus partidarios. Para el hombre de la calle, ajeno a todas estas discusiones, la libertad parece que existe y la ejercemos todos los días. Nuestra sociedad da por hecho la existencia de la libertad, que es el santo y seña de la democracia. Constituye su esencia, podríamos decir.

Sin libre albedrío nuestra sociedad se desmorona. ¿Como mantener el orden y la convivencia si el hombre no es responsable de sus actos y no puede ser sancionado? Todo crimen y toda violencia sería responsabilidad del destino. Tendríamos que volver a la casilla de salida y castigar al destino en la persona que lo padece.

Vamos a dejarlo ahí.

Para realizar este artículo nos hemos ayudado de las siguientes referencias:

 

Santiago Ramón y Cajal. Recuerdos de mi vida. Editorial Crítica. Barcelona 2006.

 

Dick Swaab. Somos Nuestro Cerebro. Plataforma Editorial. Barcelona 2014.

Antonio Damasio. En Busca de Espinoza. Editorial Planeta 2006.

Francis Crick. La Búsqueda Científica del Alma. Círculo de Lectores, Madrid 1994.

Andrea Lavazza. Free Will and Neuroscience. Frontiers in Human Neuroscience. Volume 10, June 2016.

Libet, B., Mind Time. The Temporal Factor in Consciousness. Harvard University Press. Cambridge MA. 2004.

 

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