LOS JUDIOS CONVERSOS Y EL PELIGRO DE LA CIRCUNCISION DURANTE LA INQUISICION

LOS CONVERSOS O MARRANOS

Durante los siglos XIV y XV el ambiente anti judío iba en aumento en España, tanto en Castilla como en Aragón, . Esto llevó a muchos judíos, por simple espíritu de supervivencia, a convertirse al cristianismo. A partir de la conversión se les conocía como conversos o marranos. Este último apelativo fue el más frecuentemente usado. El término marrano ha sido considerado por algunos autores como un insulto, una forma de llamarles cerdos, animal prohibido para los judíos. Pero seguramente la palabra marrano viene de marrar que significa equivocarse. Los marranos serían los que se equivocaron y eligieron la religión falsa.

El Rechazo Anti Judío.

La animadversión contra los judíos venía de antiguo y poco poco fue a más. El fanatismo, la envidia y la codicia llevaron a los cristianos a ver en los judíos toda clase de vicios y ser causantes de todo tipo de desgracias. Los cristianos, generalmente más pobres, se encontraban muchas veces en manos de los prestamistas y usureros judíos. Judíos que por su mejor preparación ocupaban cargos públicos y administrativos por delante de los cristianos. La mayor parte de la actividad comercial estaba en manos semitas.

Este ambiente de fanatismo llega a su máximo cuando en 1391 una muchedumbre de cristianos fanatizados asalta la judería de Sevilla y pasan a cuchillo a más de cuatro mil judíos. La noticia corre como la pólvora y se producen asaltos de las juderías de Toledo, Ciudad Real, Palencia, Gerona y Burgos, asesinando a miles de judíos.

La Disputa de Tortosa

Todavía con el recuerdo de estos asaltos, el Papa Benedicto XIII (el español Pedro de Luna, papa cismático de Avignon) convoca una reunión en la ciudad de Tortosa en la que participarían judíos y cristianos para encontrar puntos de convivencia. Es lo que se conoce como La Disputa de Tortosa.

Esta reunión se inicia en febrero de 1413 y termina en noviembre de 1414. En total se celebran 67 sesiones. Por parte judía son obligados a acudir 22 rabinos de Aragón. Por parte cristiana acuden numerosos obispos y cardenales. También acuden muchos fieles de ambas fes deseosos de conocer el resultado. Vicente Ferrer (el futuro santo) aprovecha la ocasión para predicar a todos las bondades de la verdadera fe, el cristianismo.

Lo que se suponía iba a ser una disputa teológica no fue sino un simple y contundente adoctrinamiento anti judío. Los rabinos fueron obligados a firmar un documento reconociendo los errores de su fe y proclamando que Jesucristo era el Mesías definitivo. .La bula Elsi Doctoris Gentium eleva a definitivas las conclusiones de la Disputa y prohíbe la impresión y la circulación del Talmud. .

LOS JUDIOS ABANDONAN ESPAÑA

Finalmente se procede a quemar en la hoguera los libros judíos, todos considerados heréticos. Asustados por lo que se les venía encima, miles de judíos (hay quien habla de trescientos mil) abjuran allí mismo de su fe y abrazan el cristianismo. Es decir, se trasforman en conversos o marranos a la fuerza..

En 1492 los Reyes Católicos decretan la expulsión de los judíos de todos sus territorios, incluyendo los de América. Una sola nación bajo una sola fe. Los judíos que no quisieron o no pudieron marcharse no tuvieron más remedio que hacerse cristianos, es decir conversos o marranos.

LA INQUISICION ESPAÑOLA.

Aunque ya existía una Inquisición Medieval desde el siglo XIII para combatir la herejía en toda Europa, la Iglesia Romana consideró necesario establecer otra Inquisición en España para conjurar el gran peligro que los falsos conversos suponían en este país. Así, a petición de los Reyes Católicos, el Papa Sixto IV establece con fecha de 1 de noviembre de 1478 la Inquisición Española, también conocida como Santo Oficio, otorgando a los Reyes Católicos plenos poderes para nombrar a

EL ESTANDARTE DE LA INQUISICION

los inquisidores. Estos debían de cumplir una serie de requisitos, como el ser personas de reconocida virtud, ser sacerdotes regulares o seculares, haber cumplido los 40 años y ser maestros o bachilleres en teología.

Las circunstancias mencionadas más arriba, habían llevado a la conversión a muchos judíos. El número de conversos era grande y por su capacidad y educación habían ocupado muchos puestos en la administración, en los concejos, en el comercio y las profesiones liberales como la medicina. Además muchos cargos eclesiásticos, desde sacerdotes, abades, obispos e incluso cardenales, habían surgido entre los conversos. También la hidalguía y la nobleza estaban “infectadas” por el judaísmo oculto.

Hoy nos cuesta entender este temor extremo hacia los semitas. Pero en aquellos tiempos existía una firme creencia en que el judaísmo quería socavar y destruir cualquier nación cristiana (no es este el lugar ni el momento de entrar en detalles pero los judíos fueron expulsados de varios países europeos).

Estaba claro que los conversos a la fuerza eran falsos cristianos. Y para desenmascararles y castigarles estaba la Inquisición.

El Fundamento Anticristiano del Judaísmo.

El fundamento del judaísmo medieval era la creencia de que el mesías todavía estaba por llegar. Este mesías sería un personaje de la casa de David, descendiente directo del rey David del Antiguo Testamento. Reinaría sobre todos los judíos y los llevaría de nuevo la tierra de Israel, repartiendo el territorio entre las distintas tribus. Finalmente volvería a construir el templo de Jerusalen. Durante esta espera, los judíos debían seguir observando sus ritos y creencias. La conclusión es que Jesucristo no era el verdadero mesías, lo que para los cristianos era inaceptable. Los judíos eran los enemigos del cristianismo ya que con la llegada del nuevo y definitivo mesías, el cristianismo perdía todo su fundamento.

El Proceso Inquisitorial.

La simple sospecha de ser un converso que en secreto seguía las creencias y ritos del judaísmo era suficiente par abrir un proceso inquisitorial. La acusación promovida por una pesquisa o una delación secreta ponían en marcha el proceso. El acusado podía ser encarcelado durante meses antes de ser llevado ante el tribunal. Un interrogatorio con ayuda de testigos, a veces falsos, apoyaban la acusación. El reo tenía derecho a una defensa pero el abogado defensor era nombrado por el tribunal y su misión era convencer al acusado de que lo mejor era confesar y reconocer el delito. Si el reo se negaba a inculparse pero el tribunal estaba convencido de su culpabilidad, procedía a métodos más cruentos, incluyendo la tortura. Eso si, la tortura en presencia de un médico para asegurarse de que el castigo no produjese la muerte aunque muchos torturados sufrieron invalideces permanentes.

La sentencia

Si, a pesar de todo, al final no se podía demostrar la culpa, la sentencia absolutoria era solo una sentencia suspendida y el proceso podía ser reanudado de nuevo cuando se reuniesen más pruebas. Algunos procesos fueron continuados 30 años después del primero.

Si se “demostraba” la culpabilidad, se daba la oportunidad al reo de abjurar y arrepentirse de su delito, aunque esto no anulaba la pena impuesta, solo la mitigaba. Las penas podían ser una multa y confiscación de bienes, pérdida de todos los empleos, oficios, dignidades, cargos y autoridades para el acusado y sus hijos, cárcel perpetua o muerte en la hoguera.

Si el Santo Oficio tenía tiempo, también entendía de otros delitos como la blasfemia, la bigamia, la hechicería, la astrología y la alquimia, si invocaban al diablo, y la apostasía.

DESENMASCARANDO A LOS CONVERSOS. EL PELIGRO DE LA CIRCUNCISION.

La mayoría de los conversos y sus descendientes seguramente practicaron el cristianismo de forma sincera. Pero algunos seguían ocultamente las tradiciones y ritos judíos. Se reunían en domicilios particulares ya que las sinagogas no existían. Para la sociedad en general todos los conversos eran sospechosos por lo que se establecieron los estatutos de limpieza de sangre. Para ocupar cargo administrativo o eclesiástico había que demostrar que ni el individuo en cuestión ni sus ascendientes de varias generaciones tenían sangre judía.

La Inquisición buscaba a los falsos conversos con una obsesión enfermiza. Introducía personas de confianza, verdaderos espías, en los círculos semitas para descubrir su falsedad. La presencia de textos judíos como la Torá o el Talmud, no trabajar los sábados, los ayunos de las fiestas de Purin (también conocido como el ayuno de la reina Esther) o de Yon Kippur (el ayuno mayor), el lavado de los niños recién bautizados para eliminar cualquier rastro del crisma bautismal, eran prácticas judías. Todas estas actitudes eran fáciles de llevar a cabo ocultamente en los domicilios y por lo tanto difíciles de demostrar incluso con la ayuda de testigos.

La Circuncisión. La Prueba Definitiva.

Pero había una situación objetiva imposible de ocultar: la circuncisión. Todos los judíos estaban circuncidados. Incluso el vulgo creía que los niños judíos nacían ya circuncidados.

El peligro de estar circuncidado era evidente. Por eso algunos judíos decidían no circuncidar a sus hijos en espera de tiempos mejores. Siempre podrían operarse cuando fueran mayores. Algunos rabinos justificaban esta espera como medida de supervivencia. Pero los rabinos más estrictos no lo aceptaban. Para ellos

CIRCUNCISION RITUAL DE UN NIÑO JUDIO

, la circuncisión de los recién nacidos tenía un significado sacramental y su realización no era negociable. Un judío podía hacer todo lo necesario para salvar la vida excepto el asesinato, el incesto y la idolatría (como era de hecho hacerse converso). En estos casos era mejor aceptar la muerte. Los conversos españoles generalmente seguían a los rabinos más laxos.

Ser judío adulto y no estar circuncidado era considerado como una anomalía a reparar. Algunos adultos se circuncidaban en algún domicilio de forma secreta, aceptando el intenso dolor que esta operación causaba en estas circunstancias. Esta dolorosa experiencia nos ha llegado por escrito en las memorias de algunos conversos. Para más facilidad algunos marchaban a Francia, Alemania o Venecia para operarse y volver de nuevo a España, con el peligro que podía suponer. Los que abandonaban definitivamente España para instalarse en aquellos países donde su culto era respetado, generalmente se operaban por ser condición indispensable para ser aceptados en las sinagogas y comunidades judías. Los que decidieron no circuncidarse por temor al dolor, no fueron aceptados ni fueron enterrados en sus cementerios bajo el rito judío.

El Examen Médico

La Inquisición lo tenía fácil. Lo primero que se hacía con un acusado era desnudarle y hacerle examinar por un cirujano. Este peritaje médico tenía como propósito confirmar si el individuo estaba circuncidado y, si lo estaba, si se trataba de una circuncisión ritual judía o si se debía a una “causa mórbida”, es decir si había sido realizada por una necesidad médica. Este peritaje era trascendental para la suerte del acusado. Tal vez por esa razón algunos informes de los cirujanos eran bastante ambiguos, lo que dificultaba la acción de los inquisidores. Sin duda estos informes pesaban en la conciencia de algunos médicos.

Esta situación podía adquirir caracteres dramáticos en caso de alguna enfermedad. El más frecuente era el del “mal de orina”, lo que hay llamaríamos obstrucción urinaria de graves consecuencias si no tratada. Se consideraba entonces que la causa era la presencia de “carnosidades” en la uretra y que solo tenía un tratamiento, la dilatación por medio de candelillas, Las candelillas eran unas varillas de cera (de ahí su nombre) de tamaños variables e impregnados de alguna sustancia caustica que introducidas por la uretra abría el canal y resolvían, aunque no siempre, la obstrucción. El problema es que el barbero, personaje que realizaba esta maniobra, se daba cuenta si el paciente estaba circuncidado y se obligaba a la denuncia. Hay casos documentados en que algunos conversos prefirieron morir antes de dejarse tratar.

La Circuncisión de los Cristianos

El problema también lo tenían los cristinos cuando necesitaban ser circuncidados por causa mórbida. En estos caso lo mejor es hacerse operar por un cirujano cristiano, en presencia de testigos y de un notario. Es de suponer que también algunos judíos utilizasen esta estratagema con la ayuda de gente dispuesta a colaborar. No todos los cristianos veían esta persecución inquisitorial anti semítica con buenos ojos.

El Fin de la Inquisición.

La Inquisición perdió bastante actividad anti judía a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En muchos casos actuaron contra la publicación de textos considerados cismáticos, como sucedió con el Memorial de Macanaz en 1713. El último judaizante juzgado fue Lorenzo Beltrán en 1799. Fue condenado a recibir 200 azotes, cuatro años de trabajos forzados y otros tantos de destierro.

Tuvo que llegar la invasión francesa para que Napoleón I decretase el final de la Inquisición en 1808. El regreso del rey absolutista Fernando VII, al abandonar España las tropas napoleónicas, llevó a restaurar el Santo Oficio. Fueron las Cortes de Cádiz en 1812 las que suprimieron la Inquisición de nuevo. Pero los diferentes avatares políticos con sus correspondientes periodos liberales y conservadores llevaron a su restauración en 1814 y a su abolición en 1820. De nuevo se legaliza en 1823. Por fin en 1834, por real decreto del 15 de julio, el Tribunal de la Inquisición queda suprimido definitivamente.

Para la realización de este artículo nos hemos ayudado de las siguientes referencias:

Cecil Roth. Los Judíos Secretos. Historia de los Marranos. Altalena Ediciones. Madrid 1979

Bernardino Llorca. La Inquisición en España. Editorial Labor. Barcelona 1946.

Nicolau Eymeric. Manual de Inquisidores. Editorial Fontamara. Barcelona 1974.

Juan Blazquez Miguel. Inquisición y Criptojudaísmo. Ediciones Kaydeda. Madrid 1988

Angel Alcalá. Inquisición Española y Mentalidad Inquisitorial. Editorial Ariel. Barcelona 1984.

Frederick L. Beynon. Historia de los Papas. Editorial Gaviota. Barcelona 1988.

José Pardo Tomás. El Médico en la Palestra. Consejería de Cultura y Turismo. Junta de Castilla y León. 2004.

Nuestros lectores también pueden consultar en esta misma página web otros artículos relacionados con este tema, como son La Circuncisión de los Judíos y La Inquisición y los Médicos, ambos en en el apartado de Práctica Médica en la Historia.

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