Es casi milagroso que los dos poemas más importantes de Homero, la Iliada y la Odisea, llegaran hasta nuestros días prácticamente completos, no como otros de sus poemas que solo nos han llegado en forma de pequeños fragmentos. Muchos estudiosos han puesto en duda la verdadera existencia de la persona de Homero, atribuyendo su obra a una serie de rapsodas independientes cuyos escritos han sido agrupados a través de los siglos. Pero disponemos de ocho biografías de este autor, biografías escritas por sus casi contemporáneos, por lo que la mayoría de los expertos en literatura griega clásica admiten la existencia de la persona del poeta Homero.
Homero nace, según parece, en el año 1102 AC. Escribe la Iliada que se compone de 15.674 hexámetros divididos en 24 partes llamadas rapsodias. En esta obra relata unos episodios de la guerra de Troya, guerra declarada después del rapto por parte del troyano Paris (también llamado en la Iliada Alejandro) de la bella Helena, que era la legítima esposa del griego (aqueo) Menelao. Nuestros lectores pueden encontrar en otros textos la historia completa de este episodio bélico.
En la Iliada Homero relata unos episodios que sucedieron durante 51 días. No es, por lo tanto, una historia completa de esta guerra que duró 10 años. El relato comienza, cuando Aquiles, el mejor guerrero de los griegos aqueos, se enfada con el rey Agamenon por haberle despojado de parte de su botín, incluyendo la bella Briseida. Aquiles decide apartarse de la batalla y los griegos aqueos, privados así de su mejor guerrero, sufren numerosas derrotas a manos de los troyanos dirigidos por su héroe Hector. El relato termina cuando, después de numerosos episodios, Aquiles regresa a la batalla y mata a Hector en singular combate.
La Iliada no es un libro fácil de leer. Los distintos dioses del Olimpo participan en la guerra en favor o en contra de uno u otro bando. Es fácil perderse en el tumulto de los numerosos dioses (algunos dioses tienen varios nombres distintos) y los muy numerosos combatientes cuyos antecedentes se describen detalladamente por lo que el relato es lento y, a veces, farragoso. Pero el lector minucioso y atento a los detalles, sin duda disfrutará de esta gran obra.
EL PRIMER MEDICO
Uno de lo primeros médicos de la Grecia clásica y sin duda el más conocido fue Esculapio, también conocido como Asclepio. Huérfano desde muy joven, Asclepio fue adoptado por el centauro Quirón, hermano de Zeus (ambos eran hijos de Cronos). Quirón, dios médico e incluso cirujano,enseñó a Asclepio todo lo conocido en artes curativas y en hierbas medicinales. Lo interesante para nuestro relato es que dos hijos de Asclepio fueron a a guerra de Troya como médicos, como veremos más adelante.
La pericia de Asclepio curando enfermos fue tan notable que los dioses se quejaron de que estaba despoblando el Hades (Infierno). Para remediar esta situación Zeus lanza un rayo que destruye al Aclepio humano y le transforma en un dios. Comienza entonces una época de construcción de templos en su honor, a donde peregrinaban grandes multitudes en busca de curación. Y eso que los tratamientos se limitaban a dietas, masajes e hidroterapia. Y, por supuesto, mucha sugestión.
LA MEDICINA
La medicina en tiempos de Homero estaba dominada por creencias mágicas. Los dioses enviaban caprichosamente las enfermedades a los humanos. Para aplacar estos dioses, lo único que podían hacer los hombres es ofrecer hecatombes (sacrificios de animales), en número proporcional a la gravedad de la enfermedad, para así aplacar la ira divina y conseguir la curación. Quedaban muchos siglos hasta Hipócrates (460 AC) y sus métodos de observación, historia clínica y diferenciación sistemática de las diversas enfermedades. Hipócrates quitó a los dioses la responsabilidad de las enfermedades y las achacó a causas naturales. Pero todavía estábamos muy lejos de Hipócrates.
Los tratamientos eran empíricos, sencillos y lógicos. En el caso de una guerra, casi todos los problemas eran heridas por arma blanca. Primero era necesario extraer el arma de la herida, después controlar la hemorragia mediante vendajes, limpiar la herida y aplicar diversos emplastes.
COMIENZA NUESTRA HISTORIA. LA PESTE
La primera rapsodia de la Iliada se titula nada menos que Peste y Cólera. Los griegos aqueos están acampados frente a Troya. Crises, sacerdote de Apolo, acude al rey Agamenon para que le devuelva a su hija prisionera, Criseida, para lo que está dispuesto a pagar un cuantioso rescate. Agamenon se niega y despide a Crises de mala manera. Enojado, el sacerdote pide a Apolo venganza. El dios, irritado por la ofensa causada a su sacerdote, dispara sus flechas (tanto Apolo como su hermana Artemisa eran buenos arqueros) contra los griegos causando una gran mortandad. Es la peste. Consultados los augures, estos concluyen en que la causa de esta epidemia es el enfado del dios Apolo por la ofensa a Crises. La única solución es aplacar al dios mediante una hecatombe y devolver a la bella Criseida a su padre. Así se hace con gran enfado de Agamenon que para compensarse se apropia de una de las esclavas de Aquiles, la bella Briseida. Aquiles se enfada y decide retirarse de la batalla con lo que la suerte de los griegos será negativa.
La primera estrofa de esta primera rapsodia, el principio de la Iliada dice: canta, oh diosa, la cólera de Aquileo, cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos todos. El resultado es que Apolo envía la peste, pues era creencia habitual que las enfermedades eran enviadas por los dioses como castigo por alguna ofensa o simplemente por capricho.
LA HERIDA DE MENELAO
Entre los numerosos combatientes griegos aqueos que acudieron a Troya se cuentan dos hijos de Asclepio, Podalirio y Macaón, médicos ambos como su padre. En el curso de la lucha Menelao, rey de Lacedemonia y hermano de Agamenón, fue herido por una flecha. Inmediatamente fue llamado Macaón para curarle. Este arrancó la flecha , chupó la sangre de la herida y aplicó drogas calmantes que le habían dado a su padre el centauro Quirón. Menelao curó y a los pocos días pudo retornar a la batalla.
LOS DIOSES TAMBIÉN TENIAN SU MEDICO
Los dioses del Olimpo eran inmortales pero podían sufrir heridas. Así, en la confusión de las batallas en las que se mezclaban los hombres guerreros con los dioses, que para la ocasión tomaban forma humana, el dios Hades fue herido por una flecha en la espalda. Acude Hades al Olimpo y Zeus ordena a su médico, Peon, que le atienda. Peon cura la herida con drogas y calmantes pues como Hades no había nacido mortal no podía ser curado por médicos mortales.
En otra ocasión Ares, dios dela guerra, acudió en ayuda de los troyanos contra los griegos aqueos. Se encontró frente al bravo Diómedes, rey de Argos. Ares lanzó un venablo contra Diómedes con intención de causarle la muerte pero la diosa Atenea, que estaba de parte de los griegos, desvió la flecha salvando al guerrero. Pero Diómedes, que no reconoció a Ares por haberse este presentado con figura humana, lanza su arma y, también con la ayuda de Atenea, hiere al dios de la guerra en la cintura. El dios herido marcha furioso al Olimpo y se queja ante Zeus, Este llama al médico Peon que no encuentra nada grave. Lava la herida y aplica drogas calmantes y Ares cura rápidamente.
LOS MEDICOS TAMBIEN LUCHAN Y TAMBIEN SON HERIDOS
En otra ocasión, el médico Macaón estaba lejos luchando en la batalla (los médicos también eran guerreros) y el otro médico, Podalirio, estaba herido y no podía encargarse de los otros heridos. En esto, el héroe Euripilo, hijo de Heracles (Hércules) ha sido herido en el muslo por una flecha. Encuentra a Patroclo, el amigo y compañero de Aquiles, y le pide que haga algo para detener la hemorragia. Patroclo no tiene más remedio que actuar ante la falta de médico. Tiende a Euripilo sobre una piel de buey y utilizando su daga extrae la flecha del muslo. Seguidamente lava la herida con agua tibia y la espolvorea con polvo de una raíz amarga, fórmula utilizada por el centauro Quirón que también había sido maestro de Aquiles. Ni que decir tiene que Euripilo cura de su herida y queda listo de nuevo para el combate.
En otras ocasiones los métodos eran más expeditivos. Menelao hiere en la mano con su lanza a Heleno, hijo de Priamo rey de Troya. La mano queda colgando por un trozo de piel y Agenor, príncipe teucro, al verle en esta situación arranca completamente la mano y cubre el muñón con una venda de lana de oveja que le facilitó su escudero. En otra ocasión, Glauco, guerrero troyano fue gravemente herido en la batalla y ante la urgencia del caso invocó al dios Apolo, que como sabemos estaba del lado de los troyanos, que vino en su ayuda y controló la hemorragia aunque no se nos cuenta que método usó.
Poco más podemos decir de las medicinas usadas en la guerra de Troya. Alguna pista nos la da la ninfa Tetis, madre de Aquiles, que utiliza un llamado pingüe aceite y un ungüento que tenía nueve años que aplicado a las heridas las cicatrizaba inmediatamente. La misma Tetis utilizaba unas gotas de ambrosía y rojo néctar que aplicadas a la nariz de los muertos sus cuerpos se hacían incorruptibles.
POCO MAS PODEMOS DECIR
En la guerra de Troya el trabajo de los médicos no fue determinante, pues la mayoría de las heridas eran mortales de inicio. Mortales bien por la gravedad de las lesiones mismas, por cierto detalladamente descritas en el texto, como por la falta de medios curativos para las heridas que no fuesen mortales de entrada. Tampoco parecía importarle mucho a Homero, pues el mensaje que quería transmitir era la gran crueldad de esta guerra, donde hombres y dioses luchaban sin tregua y donde la mayor parte de los guerreros encontraban la muerte. Esto ha sido así siempre, las guerras han causado una gran mortandad y los médicos han hecho lo que podían.
Para realizar este artículo nos hemos apoyado en las siguientes referencias:
Homero. La Iliada. Colección Crisol. Editorial Aguilar. Madrid 1956.
Brian Inglis. Historia de la Medicina. Ediciones Grijalbo 1968.
Albert S. Lyons. Historia de la Medicina. Ediciones Doyma. 1980.