LOS MEDICOS NAZIS ¿COMO FUE POSIBLE?

Durante la existencia del Tercer Reich, que comienza en Alemania con la subida al poder de Adolf Hitler en enero de 1933y termina con el final de la Segunda Guerra Mundial, se cometieron en Alemania millones de asesinatos en busca de la pureza de la raza Aria. Esto significaba que había que eliminar a todos aquellos individuos que impidiesen esta pureza: enfermos mentales, incurables, gitanos, homosexuales y, sobre todo, judíos. Naturalmente la ocasión era propicia para incluir en alguno de estos grupos a los adversarios políticos.

Lo que a continuación queremos exponer es que todas estas muertes fueron llevadas a cabo por médicos. El Gobierno Alemán tuvo un gran interés en que todas las muertes fuesen precedidas por un examen médico seguido de un dictamen que recomendase la eliminación del individuo en base a no existir tratamiento curativo. Era la llamada muerte piadosa. Y el método de acabar con estas vidas también estaba en manos de los médicos: inyecciones letales, administradas por los facultativos, muerte por inanición resultado de dietas insuficientes también prescritas por los médicos, y gases letales cuyos conductos eran controlados y abiertos por los médicos. Finalmente, se emitía un certificado de defunción falso firmado, como no podía ser de otra manera, por el médico ejecutor. De esta manera todas estas muertes estaban amparadas legalmente, no eran asesinatos sino consecuencia de un diagnóstico y un tratamiento médico. Parece mentira, pero así fue.

LA NACIFICACION DE LOS MEDICOS.

Lo más extraordinario de todo este proceso fue la masiva colaboración de los médicos alemanes. El proceso de nazificación fue progresivo pero rápido. Se basó en una propaganda que combinaba el entusiasmo ideológico, el patriotismo y las amenazas. Los médicos debían ser soldados biológicos dedicados a promover la salud de los alemanes y a potenciar sus capacidades genéticas y raciales. El siguiente paso fue introducir el concepto de que los médicos debían promover la salud de la nación antes que la salud del individuo. La conclusión lógica era que eliminar a los miembros inútiles, como los atrasados mentales y los incurables, era bueno para la salud del país. Era como amputar un miembro gangrenado para salvar la vida de un enfermo. Por algún sitio apareció por primera vez la palabra eutanasia.

El propio Rudolph Hess manifestó tan temprano como 1934 que el Nacional Socialismo no era más que biología aplicada. El Dr. Joachim Mrugorsky, psiquiatra de gran prestigio, director del Instituto de Higiene, publicó un libro sobre ética médica que obtuvo una gran difusión. La influencia de esta obra sobre la nazificación del estamento médico fue muy importante y así fue reconocido al final de la guerra durante el proceso de Nuremberg, donde el Dr. Mrugorsky fue condenado a muerte.

Otro método de control se realizó a través de la Cámara Médica del Reich. De alguna forma se consiguió que el 45 % de los médicos alemanes se afiliasen al partido nazi, la proporción más elevada de todas las profesiones de Alemania.

Los médicos así nazificados lo tenían muy claro: ellos solo cumplían con su obligación.

EL PRIMER PASO. EL PROGRAMA DE ESTERILIZACIÓN.

Nada más subir al poder en enero de 1933, Hitler promulga una ley de esterilización. Se establecen Tribunales de Esterilización Obligatoria compuestos por un médico general, un psiquiatra y un abogado que solía ser un funcionario del parido nazi. El objetivo era evitar la reproducción de aquellos individuos que pudiesen alterar la pureza de la raza aria. Todos los deficientes mentales del país debían ser derivados a ese tribunal. Todos los médicos de instituciones y asilos mentales estaban obligados a informar sobre sus pacientes. El 90% de los informados por este tribunal fueron esterilizados. El método fue generalmente quirúrgico aunque en ocasiones se experimento con la radioterapia. Se estima que en estos años se esterilizaron 200.000 deficiente mentales, 80.000 esquizofrénicos, 20.000 maníaco depresivos, 600 epilépticos, 600 con Corea de Huntington, 4000 con ceguera hereditaria, 16.000 con sordera hereditaria, 20.000 con deformaciones complejas y 10.000 alcohólicos. El plan era esterilizar a muchos más.

Este proyecto de esterilización masiva fue mantenido en secreto por el temor una reacción negativa de la población general. La iglesia católica se opuso a este programa y consiguió que los médicos católicos fuesen excluidos del sistema de esterilización.

EL SEGUNDO PASO. LA EUTANASIA INFANTIL.

El concepto de matar a los retrasados mentales ya aparece en los textos nazis tan pronto como 1935. Los niños con severas deficiencias mentales menores de seis años (más adelante la edad fue aumentada) fueron considerados candidatos para la “muerte piadosa”, eufemismo para eutanasia. Se establecieron Departamentos Psiquiátricos Pediátricos para realizar la selección. Los seleccionados eran enviado a “centros de muerte” (killing areas) sin conocimiento real de los padres. Se les decía que iban a ser tratados de su problema. Si se negaban se les retiraba la patria potestad. En el año 1940 había unos treinta de estos centros de muerte en Alemania, Austria y Polonia. Se mantenía a los niños unos días en esos centros, como si fuesen pacientes en tratamiento, y después se llevaba cabo el asesinato. Se realizaba generalmente mediante a administración de altas dosis de luminal por vía oral. Cuando el niño no quería tragar la medicación, se le inyectaba. De esta forma entraban en coma hasta morir. En algunos casos simplemente se reducía la dieta hasta producir la muerte por inanición. Era más barato. Por supuesto, todo el proceso era dirigido y controlado por médicos que firmaban los consabidos certificados de defunción falsos.

EL TERCER PASO. LA EUTANASIA DE ADULTOS.

El matar adultos era otra cosa. Era mucho más difícil de mantener en secreto por lo que fue necesario justificarlo de alguna manera. Se acudió a un principio ya utilizado en otras ocasiones pero que ahora se establecía como un axioma explicativo. Era “la vida que no merecía la pena vivir” y que justificaba la muerte piadosa de estos individuos.

Hitler firma el decreto de eutanasia de adultos en octubre de 1939 pero se fechó de forma retroactiva a1 de septiembre del mismo año para que coincidiese con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Así la eutanasia y el esfuerzo de guerra tendrían un impulso común. En el texto del decreto justificaba la eutanasia en estos términos: si nuestros jóvenes sanos van a morir a la guerra para defender a su patria, no es justo que los elementos socialmente inútiles vivan tranquilamente en los asilos.

La dirección de este programa se encomendó a una serie de médicos, muchos de ellos psiquiatras, afectos al régimen, de reconocido prestigio entre sus colegas y partidarios de la eutanasia. El programa se denominó T4 porque estaba dirigido desde la Cancillería, situada en el número 4 de la calle Tiergarten en Berlin.

Los candidatos a la eutanasia se dividían en varias categorías: enfermos mentales incurables, pacientes que permanecían ingresados más de cinco años seguidos, enfermos mentales encerrados por actos criminales y pacientes que no eran alemanes, que no tenían sangre alemana, según que raza o nación.

Los médicos a cuyo cargo estaban estos pacientes debían llenar un cuestionario complejo que se enviaba a los seleccionadores. Por promedio cada médico llenaba 50 cuestionarios semanales. La selección final se hacía por medio de estos informes sin necesidad de ver al paciente. Después eran trasladados a los “centros de muerte”, precursores de los campos de concentración, por medio de ambulancias o autobuses conducidos por miembros de las SS vestidos con batas blancas para mejor eludir la evidencia. Estos centros estaban ubicados en zonas aisladas para pasar desapercibidos.

La ejecución se llevaba a cabo dentro de las primeras 24 horas de llegar al centro. La muerte era siempre producida por un médico porque “la jeringa pertenece al médico”. Se les inyectaba una mezcla de morfina, escopolamina, curare y cianuro. Como este procedimiento de inyección era muy lento, pronto de procedió al uso de las cámaras de gas utilizando monóxido de carbono. Los pacientes eran introducidos en las cámaras incluso a la fuerza y gaseados. Eran los médicos los encargados de abrir las llaves del gas, comprobar por las mirillas cuando habían fallecido y terminar al proceso. Los muertos eran incinerados en hornos crematorios e incluso a cielo abierto cuando los hornos no eran suficientes. Y al final, un certificado de defunción falso, firmado por un médico.

CONCLUSION

Todo este proceso de eliminación de individuos racialmente indeseables para el régimen nazi fue solo la primera parte, algo así como un entrenamiento, para lo que vendría después: la solución final, el exterminio total (hasta el último hombre, mujer y niño) de los judíos y otros asociales como los gitanos y los homosexuales. La terrible historia de los Campos de Concentración y de las cámaras de gas más eficaces que las usadas hasta entonces. Pero esa historia merece otro capítulo.

Para la realización de este artículo nos hemos ayudado del siguiente texto:

Robert Jay Lifton. The Nazi Doctors. Medical Killing and the Psychology of Genocide. Basic Books. A Member of the Perseus Books Group. 1986.

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