Martin Lutero nació en la ciudad de Eisleben, en el estado de Sajonia, Alemania, en 1483. A los pocos años de edad su familia se traslada al pueblo minero de Mansfeld, a 11 kilómetros al norte de Eisleben. Su padre gestionaba unas minas de plata y cobre, con Lo que la familia, sin ser rica tenía un nivel de vida acomodada.
Su padre, Hans Luder (el apellido posteriormente se latinizaría a Luter ó Lutero) tenía previsto que su hijo estudiase derecho para hacerse cargo de los asuntos legales del negocio familiar. Para ello acudió a la Universidad de Erfurt en 1501 donde no destacó como estudiante. Pero durante un viaje de regreso de la ciudad de Mansfeld, donde había acudido a visitar a su familia, se desato una tormenta que asustó profundamente a Lutero, que hizo la promesa de ingresar en un convento si sobrevivía a la tempestad. Así es como abandonó sus estudios de derecho e ingresó como novicio en el monasterio de los monjes agustinos de Erfurt.
En este monasterio progresó rápidamente hasta el punto de hacer méritos para ser enviado a la Universidad de Wittemberg en la que se doctoró en Teología en 1512. Posteriormente en esta misma Universidad fue profesor de Sagradas Escrituras.
LA REFORMA
Pero Lutero ha pasado a la historia como instigador de la Reforma Protestante. Descontento con la estructura y funcionamiento de la Iglesia pensaba que eran necesarias profundas modificaciones para devolverla al buen camino del que, según Lutero, se había separado dejando de lado el verdadero cristianismo fundado por Jesucristo. La gota que colmó el vaso fue la institución de las indulgencias por el Papa León X con el propósito de obtener fondos para terminar la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Fuese esto cierto o no, el hecho es que Lutero hizo públicas su famosas 95 tesis para la reforma de la Iglesia. Como era habitual en aquellos tiempos para dar publicidad a las noticias, Lutero clavó el pliego con las 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittemberg. Esto sucedía en 1517.
Realmente Lutero no pretendía con esta maniobra otra cosa que mejorar y regenerar la Iglesia. Pero como no aceptó las exigencias de Roma para retractarse, fue excomulgado por el Papa en 1521. Las tesis fundamentales de Lutero de que la Biblia era la única fuente de conocimiento del cristianismo, sin necesidad de los Concilios, la Tradición ni la jerarquía eclesiástica, fueron más de lo que Roma estaba dispuesta a aceptar. Si añadimos que la fe, sin necesidad de las buenas obras era suficiente para salvarse ya que Dios,en su infinita sabiduría, ya sabía quien se iba a salvar y quien no (la tesis de la predestinación) hicieron la ruptura y el cisma inevitable.
Consciente de las graves consecuencias de esta ruptura, el Emperador Carlos V intentó conciliar a las dos partes. Se sucedieron sucesivamente las dietas de Nuremberg, Leipzig, Worms y Ratisbona donde los teólogos romanos y los reformados, después de largos debates, no llegaron a un acuerdo conciliador. La ruptura, la Reforma, era definitiva.
La Reforma iniciada por Lutero ha condicionado la historia de Europa hasta nuestros días. No es posible entender la Europa de hoy sin referirse a este cisma.
Pero nuestros lectores pueden encontrar la historia de la Reforma en otros lugares mejor informados. Aquí lo que queremos estudiar es a Martín Lutero como ser humano, como sujeto de temores, dolores y enfermedades como cualquier otra persona. La enfermedad y la muerte igualan al pobre y al rico, al poderoso y al débil, al sabio y al ignorante. Como ya se ha dicho en otros lugares, la gloria en este mundo es efímera.
LUTERO JOVEN Y DEPRESIVO
Desde joven Lutero fue una persona depresiva. Frecuentemente caía en episodios de melancolía, por usar sus propias palabras. Pero físicamente era un hombre fuerte y sano, sobre todo en su juventud,antes de entrar en el convento. En su biografía solo se menciona un caso de herida accidental al producirse un corte profundo en un pierna con el filo de su espada. La hemorragia fue intensa y el propio Lutero se aplicó una especie de torniquete. A pesar de todo los episodios de sangrado se repitieron pero finalmente la herida curó lo que nuestro personaje atribuyó a sus oraciones la Virgen María. A lo largo del resto de su vida Lutero sufrió de una úlcera en una pierna que nunca terminó de cerrar y que supuraba con frecuencia. Es difícil saber si fue una secuela de esta herida o si simplemente se trataba de una variz no cicatrizada.
EN EL CONVENTO
La disciplina en el convento era muy estricta. Los novicios vestían un hábito de áspera lana que era insuficiente para protegerlos del frío invierno de Sajonia. Lutero hizo los votos de pobreza, obediencia y castidad. La dieta era básicamente vegetariana y los ayunos eran frecuentes. El sueño era interrumpido pues tenían que levantarse en plena noche para rezar maitines. En medio de esta vida de mortificación los episodios de ansiedad eran frecuentes, en realidad lo fueron durante toda su vida. Se acompañaban de sudoración intensa, ruidos en los oídos, dolores de cabeza y náuseas. Pasó 15 años con esta disciplina, lo que tuvo efectos negativos sobre su salud. Más adelante en su vida reconocía que de no haberse sometido a esta observancia tan estricta, sería más sano y más fuerte. Ya separado de la disciplina de Roma, en plena Reforma, abandonó la vida monástica pero estos episodios de ansiedad, cefaleas, pitidos en los oídos y náuseas continuaron sucediendo, a veces de más de una semana de duración. Lutero siempre dudó si la causa era el agotamiento o si era una tentación de satanás. Según se fue haciendo mayor, se fue afirmando su creencia de que la causa de sus episodios depresivos y de ansiedad eran causados por el mismo diablo.
EN EL CASTILLO DE WARTBURG. LOS PRIMEROS PROBLEMAS DE SALUD.
En 1521 el Emperador cita a las dos partes en disputa, los fieles a Roma y los Reformados, a reunirse para intentar aproximar criterios. Es la llamada Dieta de Worms, por celebrarse la reunión en esta ciudad. Lutero y sus partidarios tiene la ocasión de explicarse ante el pleno. No se consigue el acuerdo y Lutero abandona la ciudad. El Emperador firma el un edicto por el que Lutero era puesto fuera de la ley y prohibía que se le diera cobijo y sustento. También se prohibía la lectura, posesión y edición de sus obras. Para no se apresado, Lutero se refugia en el castillo de Wartburg bajo la custodia de su protector el Elector Federico de Sajonia. Para no enemistarse aun más con el Emperador, la custodia se mantiene en secreto y Lutero abandona el hábito eclesiástico y viste ropas de caballero. Incluso utiliza una peluca.
Lutero tiene ya 38 años y durante su estancia en Wartbug dicen que se dedicó a la bebida. Parece que ya siempre mantuvo esta afición o por lo menos sus enemigos le acusaban de borracho. Menciona por primera vez padecer de estreñimiento severo y hemorroides. En sus cartas describe su defecación como muy dolorosa, habla de “dolor en el trasero”. Años después, en una carta fechada en 1528, hace una descripción muy gráfica de esta dolencia. Cuando vacías las tripas,dice, sale carne alrededor del ano y se inflama hasta adquirir el tamaño de una nuez, con una pequeña herida parecida a un grano de mostaza. Cuanto más líquidas son las deposiciones mas escuece la herida. Duele menos cuando las deposiciones son sólidas. Cuando están mezcladas con sangre hacer de vientre es casi un alivio placentero hasta el punto de que apetece defecar. Aconsejaba no intentar detener el flujo, pues las enfermedades salen por la puerta de los excrementos y quien las expulsa es quien más vive. Es difícil encontrar en los textos de historia una descripción más detallada y completa escrita por el propio paciente.
Durante su estancia en Wartburg, ocioso prácticamente siempre, tiene tiempo para pensar. Ya no importaban la disciplinas, las horas de rezos, las comidas austeras ni la alteración del sueño. Renuncia a la vida de monje. Lutero sufre una transformación emocional y teológica. Dios no prohibe el sexo, ni la bebida ni la buen comida. Nada se firma en las Sagradas Escrituras sobre el celibato de los eclesiásticos. En la mente de Lutero va formándose la idea e una nueva Iglesia, no solo en lo teológico sino en lo estructural y disciplinario.
EL PRIMER COLAPSO
En 1527, ya en Wittemberg, Lutero sufre un colapso. El mismo lo describe más adelante como un ruido fuerte en los oídos y un frío intenso. Se quedó pálido y perdió el conocimiento. Se sentía morir y llamó a su mujer y a uno de sus hijos. Confesó y comulgó. No aceptó la extrema unción pues no era para él un acto necesario. Los médicos consiguieron superar este episodio con la ayuda de paños calientes. Lutero de alguna forma localiza el origen de este episodio en el corazón, lo achaca a un ataque del demonio y tarda tres meses en recuperarse por completo. Es la primera enfermedad realmente grave en su vida.
LA SALUD EMPEORA
Hacia 1530 Lutero era un hombre muy obeso. A lo largo de los años había ido ganando peso y ya nada quedaba del joven monje ascético. Su aspecto, inmortalizado en los retratos de Lucas Cranach el Viejo, preocupa a sus seguidores que ya no pueden presentar a Lutero como un hombre enjuto y austero como se suponía que deberían ser los hombres santos. Lutero, casado y padre de numerosos hijos, había perdido actividad física e intelectual. Su gusto por la cerveza, el vino y la comida, unidos a la vida sedentaria, pasaban factura.
En este mismo año se celebra la Dieta de Augsburgo, un nuevo intento del Emperador Carlos V de evitar el cisma. Lutero no acude, tal vez por miedo a ser detenido, o tal vez por no encontrarse con suficientes fuerzas. Se aburre a la espera de los resultados de la Dieta y se dedica a escribir cartas a sus conocidos. En ellas hace mención de su estado de salud. Tenía intensos dolores de cabeza que le resultaban insoportables, hasta el punto que pasaba días sin poder leer o escribir. Para empeorar las cosas, sufre un dolor de muelas y la hemorroides se activan de nuevo.
En 1543, tres años antes de su muerte, la salud de Lutero era muy frágil. Padecía de gota, mal de la piedra (en aquellos tiempos eran frecuentes las piedras de vejiga urinaria, no solo las de riñón), estreñimiento y retención de orina. Además un úlcera en la pierna estaba permanentemente abierta. No podía caminar por lo que acudía a la Universidad a dar clase y la iglesia a predicar montado en un carro. En uno de estos viajes el traqueteo del carro seguramente movió una piedra de la vejiga urinaria con lo que se resolvió la retención y pudo orinar con facilidad.
EL FINAL
En 1546, a pesar de estar muy enfermo, Lutero tiene la necesidad de viajar a Eisleben, su ciudad de nacimiento, para resolver un conflicto familiar. El viaje desde Wittemberg lo hace en un carro acompañado por tres de sus hijos. Poco antes de llegar a Eisleben, Lutero sufre un colapso en el carro. Se recupera y consigue, a duras penas, participar en algunas de las reuniones previstas. En la tarde del 17 de febrero de nuevo se siente enfermo, con frío y dolores en el pecho. Le atienden dos médicos locales con friegas y paños calientes. Quisieron administrarle alguna medicina pero Lutero se negó. Ya he emprendido el viaje y entregaré mi espíritu, dijo. Poco después fallecía “sin inquietud o malestar físico ni dolores previos a la muerte” según afirmaron los testigos presentes. Esta afirmación era muy importante pues en aquellos tiempos se consideraba que una muerte tranquila y sin sufrimiento era señal del favor de Dios y seguridad de predestinación. Es decir de salvación del alma, lo más apropiado para el reformador del verdadero cristianismo.
LAS CAUSAS DE LA MUERTE
No podemos saber cual fue la causa de la muerte de Lutero. Los dos médicos que le tendieron no eran sus habituales y no conocían su historial clínico. Uno ellos mencionó una apoplejía y el otro un problema de corazón. Su médico de cabecera, el Dr. Matthaus Ratzeberger que no estuvo presente durante el fallecimiento, afirmó que había fallecido por la obstrucción de la úlcera de la pierna lo que había impedido expulsar los humores húmedos que habían alcanzado su pecho y constreñido su corazón. Con las prisas del viaje Lutero había olvidado el sublimado corrosivo con el que mantenía la úlcera abierta.
Martín Lutero, el gran Reformador que cambió para siempre la historia de Europa, era también un ser humano sometido a la enfermedad y la muerte. Eso no lo pudo reformar.
Para realizar este artículo nos hemos apoyado en las siguientes referencias:
Lyndal Roper. Martín Lutero. Renegado y Profeta. Ed. Penguin Random House. Colección Taurus de Memorias y Biografías. 2017.
Mary Fulbrook. Historia de Alemania. Cambridge University Press. 1995.