MIGUEL DE UNAMUNO. EL HOMBRE QUE TANTO TEMIO A LA MUERTE, MURIO SIN DARSE CUENTA

NTRODUCCION

Miguel de Unamuno y Jugo ha sido uno de los intelectuales más importantes de la primera mitad del siglo XX en España.

Su irrupción en la vida universitaria e intelectual española fue iconoclasta y rompedora, lo que le causó numerosos conflictos con todas las autoridades establecidas, bien fuesen políticas, religiosas o académicas.

Unamuno probablemente es más conocido como filósofo. Pero fue mucho más que un filósofo. Fue escritor de novelas y estrenó varias obras de teatro. Su obra poética, tal vez menos apreciada de lo que se merece, fue considerable. Sus artículos periodísticos se cuentan por cientos. Se relacionó asiduamente con los intelectuales de su época como Ángel Ganivet, Ortega y Gasset, y Gregorio Marañón quienes siempre le apoyaron en sus momentos difíciles. Fue retratado en 16 ocasiones por los pintores más reputados de su época, como Zuloaga, Vázquez Díaz, Gutiérrez Solana y Joaquín Sorolla entre otros.

Se implicó activamente en política y siempre se consideró republicano y socialista. A la llegada de la República en 1931 fue elegido concejal del ayuntamiento de Salamanca primero y diputado en el Congreso Constituyente después.

Su actividad académica sufrió los vaivenes de la política de su época. El gobierno conservador de la reina regente María Cristina, aprueba una ley por la que todos los catedráticos tenían que jubilarse al cumplir los 70 años de edad con lo que el Rectorado de la Universidad de Salamanca queda vacante. Sorprendentemente, el gobierno conservador nombra nuevo Rector a Unamuno. La comunidad universitaria protesta airadamente por el nombramiento para este cargo de un confeso socialista y heterodoxo de apenas 36 años.

Con el advenimiento de la Dictadura de Primo de Rivera, Unamuno no solo es cesado de su cargo de Rector y de su cátedra sino que es desterrado a la isla de Fuerteventura. Cuando llega la amnistía marcha a París primero y después a Hendaya pues se niega a regresar a España mientras gobierne el Dictador. Así pasa seis años fuera de España y a su regreso recupera su cátedra y su puesto de Rector. Cuando cumple la edad de jubilación, ya en la República, es nombrado Rector Honorario vitalicio.

Al comienzo de la Guerra Civil, la supuesta simpatía por los rebeldes lleva al gobierno del Frente Popular a cesarle como Rector Honorario. Con la entrada de las tropas franquistas en Salamanca, Unamuno es nombrado de nuevo Rector Honorario, cargo del que poco después sería cesado a causa de sus criticas decepcionado con el gobierno de los nacionales.

Además de su historia exterior, por decirlo de alguna manera, Miguel de Unamuno vivió siempre atormentado por sus dudas religiosas, por su dudosa fe y por su miedo al más allá, la muerte. Nunca perdió la fe aunque si perdió la fe del carbonero. Se alejó de la iglesia oficial y dejó de ir a misa a los 19 años, siendo ya estudiante en Madrid. Cuando tuvo algún problema de salud, frecuentemente entraba en depresión y sentía el aleteo de la muerte, según sus propias palabras. Estos conflictos espirituales los dejó bien plasmados en su obra escrita, especialmente en la poética, que nos ha sido muy útil en descifrar sus miedos ante la enfermedad.

La vida y obra de Miguel de Unamuno ha sido extensamente estudiada. Nosotros vamos a limitarnos a destacar los aspecto de u salud que fueron relevantes para su obra como creador.

LOS COMIENZOS

En la primera página de su libro Recuerdos de Niñez y de Mocedad, Unamuno nos dice que no se acuerda de haber nacido pero que documentos fehacientes indican que nació en Bilbao el 29 de septiembre de 1864. Esta es la fecha que vamos a acepar como cierta.

Miguel nace en una familia muy tradicional y religiosa. Su padre, Félix, es panadero y comerciante de harinas lo que permite a su familia vivir con holgura. Su madre, Salomé, era una mujer muy religiosa. La segunda hija de este matrimonio, María Jesusa, muere al poco de nacer. Félix, el padre, muere a los 48 años de edad en el balneario de Urberuaga de tisis pulmonar. La madre, viuda a los 30 años después de 10 años de matrimonio, se refugia en la religión. Se nombra tutor de la familia a Félix de Aranzadi, padrino de Miguel. Es importante reseñar que a su muerte, Félix Unamuno deja una pequeña pero selecta biblioteca que fue importante en la iniciación intelectual de Miguel Unamuno.

A los once años de edad, Miguel ingresa en el Instituto Vizcaíno de Bilbao, institución privada de tendencia liberal. Estos estudios fueron costeados por su abuela Benita que disponía de una modesta fortuna que no dudó en dedicar a su nieto favorito, Miguel.

Aunque no disponemos de datos sobre su salud en esa época, si sabemos que Miguel era un chico de complexión físicamente débil que contrastaba con su brillantez intelectual. Seguramente por sus antecedentes paternos, los médicos le aconsejaron los paseos al aire libre y la gimnasia, lo que le agradaba particularmente. De nuevo los médicos insisten en el ejercicio al aire libre cuando Miguel se disponía a marchar a Madrid para iniciar sus estudios en la Universidad.

EN LA UNIVERSIDAD

En el otoño de 1880 se traslada a Madrid para estudiar la carrera de Filosofía y Letras. Entre sus profesores están Marcelino Menendez Pelayo, Emilio Castelar y Francisco Giner de los Ríos. Lee su tesis doctoral en 1884 sobre Crítica del Problema Sobre el Origen y Prehistoria de la Raza Vasca, tesis que aprueba con sobresaliente. Regresa a Bilbao.

LA DURA LUCHA POR LA VIDA. LOS DIFICILES COMIENZOS

Desde entonces Unamuno, que ha decidido a dedicarse a la enseñanza, comienza el largo e ingrato camino de las oposiciones. Prepara oposiciones a cátedras de Latín y Castellano para los institutos de Murcia, Tarragona, Zamora, Canarias y Figueras. Al mismo tiempo oposita a las plazas de Psicología, Lógica y Etica de los institutos de Bilbao y Cabra. De nuevo oposita a las cátedras de Latín y Castellano de Jerez, León, Baeza y Tapia. También se presenta a la cátedra de Metafísica en la Universidad de Valladolid. No consigue aprobar ninguna de estas oposiciones. En 1887 opta a una cátedra de profesor de vascuence dotada por la Diputación de Vizcaya, sin éxito. Otro intento, esta vez para Cronista y Archivero de Vizcaya termina en un nuevo fracaso.

A Unamuno no le queda más remedio que dedicarse a dar clases particulares y a escribir artículos periodísticos. En uno de estos artículos describe a los partidos políticos como una reunión de hombres rutinarios y sin ideas propias dirigidos por uno, rebaños de ciegos guiados por un tuerto, toda cuya crítica consiste en aceptar cuanto acepta el jefe y rechazar cuanto él rechaza. Muchos pensarán que esta descripción, realizada en 1888, se mantiene vigente.

CATEDRATICO EN SALAMANCA

El 5 de mayo de 1889 se convocan oposiciones para la cátedra de Lengua Griega de la Universidad de Salamanca. Aunque no era un tema de su especialidad, Unamuno se dedica intensamente al estudio de griego. Realiza unos magníficos ejercicios y el tribunal le otorga la plaza por unanimidad. Era el 5 de junio de 1891. El otro opositor era Ángel Ganivet, que desde entonces se convertiría en uno de sus mejores amigos. El 12 de julio toma posesión de su plaza, que estaba dotada con 3.500 pesetas anuales. Esto le permitió casarse con su novia de toda la vida, Concepción Lizárraga, Concha para siempre.

SU SALUD Y LA DE LOS SUYOS

Aunque de complexión débil, parece que la salud de Unamuno era buena. La enormidad de su obra y su destacada actividad universitaria y política hacen que sus biógrafos hayan prestado poco interés a su salud. Pero no puede evitar verse rodeado por la enfermedad. En enero de 1886 nace su tercer hijo, Raimundo. El niño, a los pocos días, sufre una meningitis que desemboca en una hidrocefalia con lo que el pequeño Raimundo se convierte en un discapacitado profundo. Unamuno se dedica especialmente al cuidado de su hijo pero sufre de intensos sentimientos de culpabilidad que le llevan a un estado de depresión e incluso a pensar en el suicidio. El pobre Raimundo moriría finalmente a los 6 años de edad. En junio de 1887 nace su hija Salomé, que va a padecer un severo problema de columna, una escoliosis, que solo con el tiempo se manifestaría su causa.

RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

En octubre de 1900 se crea el ministerio de Instrucción Pública cuyo primer titular es Antonio García Alix que trae nuevos aires al anquilosado sistema universitario. Se decreta que la edad de jubilación de los catedráticos son los 70 años. Así queda vacante la plaza de Rector. Inesperadamente, Miguel de Unamuno es nombrado nuevo Rector de la Universidad de Salamanca.

También hay alguna alegría: en 1905 nace su octavo hijo al que llamará Raimundo en recuerdo e su otro hijo fallecido.

CRISIS RELIGIOSA Y PROBLEMAS DE SALUD

1906 es un año complicado. Sufre de un estado depresivo a resultas de una nueva crisis religiosa y de su desencanto por el desinterés de sus estudiantes. Además su hermana María está enferma y la salud de su madre tampoco es buena y moriría poco después. A su desencanto moral se añaden padecimientos físicos. Por primera vez padece unos dolores en el pecho que se consideran como angina cardíaca (no se mencionan las correspondientes pruebas que pudieran corroborar este diagnóstico) y que hace pensar a Unamuno en la muerte o, en sus propias palabras, en la nada de ultratumba. Tal vez para animarse, escribe un sentido poema sobre su miedo a morir. Era la noche vieja de 1906.

Seguramente su salud le seguía dando algún problema pero hemos de esperar hasta 1910 para encontrar otra mención. En una carta a su amigo el poeta Joan Maragall, se queja de que su corazón comienza a trastornarse y pasa los carnavales en la cama, sin más que unas horas par pasear al sol. Finalmente se somete a una revisión médica pues tiene el brazo izquierdo dolorido de continuo y lleva meses con un molesto insomnio. Se comprueba su tensión arterial y se diagnostica de “estado hipertensivo”.

En 1911 muere su gran amigo, el poeta catalán Joan Maragall. Unamuno, muy afectado, vuelve a su depresión y al problema que tanto le atormenta, el problema del más allá. El corazón le dice que si pero la cabeza le dice que no. “El terrible problema del más allá me persigue como una pesadilla”, escribe a su amigo Alcides Arguedas.

En este mismo año de 1911 comienza a publicar por entregas la que sería una de sus obras fundamentales, Del Sentimiento Trágico de la Vida, que inicialmente iba a titularse Tratado del Amor de Dios.

En 1913 encontramos otra mención sobre su estado de salud. Considera que su pobre corazón “flaquea un poquito” lo que achaca a su angustia e irritabilidad. Pero decide consultar a otro médico amigo, el Dr. Hipólito Rodríguez Pinilla, que confirma su patología cardíaca hipertensiva y le recomienda reposo, que esté mucho tiempo acostado. Desde entonces, Unamuno escribirá y leerá siempre echado en la cama. Tenemos una muy conocida fotografía en la que podemos verle echado en la cama, completamente vestido, mientras escribe. No tenemos información sobre el resto del tratamiento pero en una ocasión se queja de tener que pasar tantas horas acostado y de tener que tomar medicinas por obligación.

LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. EL DESTIERRO

En septiembre de 1923 se produce el golpe militar, aprobado por el rey Alfonso XIII, del general Primo de Rivera y se instaura la Dictadura. Unamuno, siempre se ha declarado republicano y socialista y que ha escrito numerosos artículos en la prensa en contra del régimen. El Dictador decreta suspender a Unamuno de empleo y sueldo y es desterrado a la isla de Fuerteventura. La Real Orden que así lo promulga lleva fecha de 20 de febrero de 1924. Unamuno se lleva al destierro tres libros: el Nuevo Testamento en su edición en griego, la Divina Comedia y las poesías de Leopardi. No tiene quejas sobre su salud en este tiempo, al contrario presume de una salud inmejorable.

En su destierro obtiene Unamuno el apoyo de muchos intelectuales españoles y europeos. El Dictador, dándose cuenta de su error, prepara la amnistía y así lo señala en una carta que envía a Unamuno en Fuerteventura. Pero Unamuno no está dispuesto a aceptar favores de Primo de Rivera y decide fugarse de su exilio antes de que llegue la amnistía. Lo que consigue, con ayuda de los habitantes de la isla. El 13 de junio, de noche, embarca en un bergantín goleta francés que su hijo Fernando había contratado. Después de hacer escala en Las Palmas y Lisboa, finalmente llegan a Cherburgo el día 26 de Julio y de allí en tren a París donde llegaría el día 28 a las once de la noche a la estación de Saint Lazare donde le esperaba su hijo Fernando.

En París sufre una angina de pecho que le hizo temer por su vida. En sus propias palabras “sintió sobre su frente el soplo del aletazo del Ángel de la Muerte”. Pensó que iba a morir. Deprimido, vuelve a tener pensamientos suicidas.

REGRESA A ESPAÑA

Unamuno se traslada a Hendaya para estar más cerca de España hasta finalizar su auto exilio. Había decidido no egresar a su país mientras existiera la Dictadura. El 28 de enero de 1930 dimite Primo de Rivera y finaliza la Dictadura. Le sucede en la jefatura del gobierno el General Dámaso Berenguer y se reinstaura la Constitución, lo que suponía la reintegración de Unamuno a todos sus cargos. Entonces si, Unamuno decide regresar y entra en España por Irun el 9 de febrero de 1930 después de seis años de ausencia.

Unamuno recupera su cátedra de Salamanca aunque con la oposición de gran parte del claustro y del propio rector saliente, Enrique Esperabe, que recuerda los tiempos en los que Unamuno fue Rector como una verdadera dictadura. Altanería, arrogancia, intransigencia y soberbia son algunos de los epítetos que le dedica. Mientras tanto Unamuno dedica su tiempo a escribir y conferenciar contra la monarquía y a favor de una futura república. En febrero de 1931 se constituye la Agrupación al Servicio de la República que patrocinan Gregorio Marañón, Ortega y Gasset y Pérez de Ayala.

DE NUEVO SU SALUD

Es a primeros de 1931 cuando encontramos otra nota sobre su salud. En una carta que Unamuno escribe a su amigo portugués Vitorino Nemesio, dice que le han hecho una pequeña operación quirúrgica pero que su problema principal es la depresión. Dice que empieza a sufrir los achaques de la edad pero que intenta llevar una vida normal paseando y haciendo ejercicio al aire libre. No hemos podido encontrar ninguna información sobre su pequeña operación quirúrgica.

LLEGA LA REPUBLICA

En abril de 1931, tras unas elecciones municipales, el rey Alfonso XIII abandona España y se constituye la Segunda República Española. Unamuno recibe a la República con entusiasmo y es elegido concejal del ayuntamiento de Salamanca. En julio es elegido diputado de la Asamblea Constituyente que ha de elaborar una nueva Constitución. Se dispone a participar en lo que considera una república de intelectuales.

Aun así, tiene ciertas reservas pues tiene una mala opinión del nuevo presidente el gobierno, Manuel Azaña, del que dijo que era un escritor sin lectores y que nada hay más peligroso en política que un resentido con talento.

En octubre de 1932 escribe a su hijo Fernando que está inmerso en una “grandisima depresión de ánimo” y que se le está agriando el carácter.

Durante estos primeros años de la República, la figura pública de Unamuno es muy valorada. Es elegido Académico de la Lengua . El 28 de septiembre de 1934 Unamuno cumple 70 años, la edad de la jubilación. Su última lección es todo un acontecimiento. Acuden al acto el Presidente de la República y varios ministros así como el claustro de la Universidad en pleno. Los homenajes a su persona se realizan por todo el país y sigue presidiendo lo tribunales de varias oposiciones a cátedras. Unamuno,ya viejo y cansado cumple con todos estos compromisos. Viaja a Inglaterra donde es nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Oxford. Viaja a París para inaugurar el Instituto de España. Incluso se pide para él, el Premio Nobel.

MUERTES EN LA FAMILIA

Su salud parece mantenerse estable excepto por varias crisis depresivas. También la muerte le rodea. Muere su hermana María, que vivía en su casa desde hacía muchos años. También fallece su hermana Susana que era monja en Logroño y que le hace pensar en el Ángel de la Muerte. Fallece su hija Salomé, a los 36 años de edad, de tuberculosis ósea. Y, lo peor de todo, el 15 de mayo de 1934 muere su esposa Concha de un problema vascular cerebral, después de un mes en coma.

EL FENTE POPULAR. DESENCANTO CON LA REPUBLICA

En las elecciones generales de febrero de 1936, se produce la victoria del Frente Popular. La política se radicaliza, el Presidente de la República Alcalá Zamora es destituido y en su lugar es nombrado Manuel Azaña. Unamuno poco a poco se va decepcionando con el devenir de la política. En una carta al embajador de España en la República Argentina dice “en esta nuestra España veo cernerse una catástrofe si la providencia no lo impide”. El anticlericalismo del nuevo gobierno tampoco le gusta y le parece “la más solapada e innoble persecución contra la fe tradicional de la mayoría de los españoles”. Unamuno seguía siendo un hombre profundamente religioso aunque distanciado de la jerarquía eclesiástica española. “Cada vez que dicen que hay que republicanizar algo me pongo a temblar esperando alguna estupidez inmensa” sigue diciendo. Pero su apoyo a la República es firme, “porque el 14 de abril no se produjeron semejantes estupideces. Los que votaron a la República no sabían que iba a ser esta República.

LA GUERRA CIVIL

Los acontecimientos se desbocan. El 12 de julio es asesinado el teniente Castillo por unos pistoleros de la extrema derecha. Al día siguiente es asesinado el jefe de la oposición (Bloque Nacional) José Calvo Sotelo por un destacamento uniformado de la guardia de asalto. La derecha lo considera un crimen de estado y el día 15 abandonan el Parlamento. El día 18 comienza la guerra civil con la sublevación de parte del ejército. El día 19 el comandante militar de Salamanca proclama el estado de guerra y se pone a las órdenes de los sublevados.

Unamuno interpreta esta sublevación como otro de los pronunciamientos militares que tan frecuentemente ocurrieron en España. Inicialmente los sublevados se proclamaban republicanos y no dejaban de clamar Viva la República. El himno nacional seguía siendo el republicano himno de Riego y la bandera tricolor ondeaba en los edificios públicos. La bandera roja y gualda no apareció hasta finales del mes de agosto.

Unamuno no fue crítico con los sublevados al menos al principio. No sería hasta el mes de octubre cuando los militares rebeldes abandonaron los ideales republicanos e instauraron el caudillismo de Francisco Franco. Unamuno participa en la toma de posesión del nuevo ayuntamiento del que habían sido apartados los concejales más republicanos. El gobierno del Frente Popular, considera que Unamuno se ha pasado al bando rebelde y le destituye de su cargo de Rector Vitalicio. El ayuntamiento de Bilbao retira su nombre de una de sus calles que es renombrada Simón Bolivar. Unamuno insiste, yo no soy ni de derechas ni de izquierdas, yo no he cambiado, el que ha cambiado es el gobierno de Madrid. El gobierno de Franco, instalado en Burgos, nombra de nuevo a Unamuno Rector Vitalicio de la Universidad de Salamanca.

DESENCANTO CON LA DERECHA

Pero su idilio con el franquismo dura poco. Le horroriza la crueldad de la guerra y las represalias. Se refugia en la lectura del Evangelio. Pero será el 12 de octubre, celebración del día de la raza, cuando la crisis llegará a su máximo. Unamuno preside la ceremonia en representación del Jefe del Estado y la esposa de Franco está presente en el acto. Después de que varios oradores ensalzaran la guerra que salvaría a España, cierra el acto Miguel de Unamuno. Pero sus palabras van en otra dirección. Dice que esta no es una guerra civil, sino incivil. El odio no deja lugar a la compasión. Venceréis pero no convenceréis.

Es entonces cuando se produce el bien conocido episodio con el general Millán Astray, uno de los fundadores de la Legión. Indignado por las palabras de Unamuno, el general interrumpe el acto y pronuncia sus célebres palabras: mueran los intelectuales y viva la muerte. Los asistentes a la reunión muestran ruidosamente su indignación contra el viejo profesor. Doña Carmen Polo de Franco se apresura a tomarle del brazo para que pueda salir sin ser agredido. Le horroriza la crueldad de la guerra y las represalias. Se refugia en la lectura del Evangelio.

YA ES SOLO UN CATEDRATICO JUBILADO ABANDONADO POR TODOS

Este es el fin de la vida civil de Miguel de Unamuno. Al día siguiente la corporación municipal le cesa como concejal y días después es cesado como Rector Vitalicio. Unamuno ya es solo un profesor jubilado. Apenas sale a la calle pues al ser reconocido recibe constantes insultos de traidor y rojo. Sus amigos le abandonan, unos por disconformidad y otros por conveniencia o temor. Cuando sale de casa, es seguido a todas partes por un policía que controla todos sus pasos.

La guerra sigue. En noviembre el Gobierno Republicano se traslada a Valencia ante el temor de que la capital pueda caer en manos de los rebeldes. El 29 del mismo mes y tal vez como represalia, José Antonio Primo de Rivera, jefe de la Falange, es fusilado en la prisión de Alicante.

El 21 de diciembre, solo en su casa, siente su soledad y expresa su deseo de eternidad en un soneto cuyos últimos versos dicen:

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?

¿Vivir el sueño no es matar la vida?

LA MUERTE LLEGA SIN AVISAR

El día 31 de diciembre de 1936 hace frío y nieva en Salamanca. Por la tarde Unamuno recibe a uno de sus antiguos alumnos, Bartolomé Aragón. Este alumno es falangista pero aprecia francamente a su profesor. Unamuno le agradece que haya venido sin la camisa azul como otras veces. Bartolomé le pregunta por su salud y el maestro le dice que mejor que nunca. Se sientan frente a frente en la mesa camilla al calor del típico brasero. Hablan como en otras ocasiones sobre el porvenir de España. Bartolomé intenta explicarle los efectos positivos que traerá a España el nuevo régimen. Unamuno discute a veces en voz tan alta que incluso Aurelia, la criada, acude a ver que es lo que pasa pero se queda tranquila porque los dos hombres están bien. Minutos después Unamuno guarda silencio con la cabeza inclinada mientras su interlocutor habla. Bartolomé Aragón nota un olor a chamusquina, a algo que se quema. Levanta el faldón de la mesa camilla y comprueba que una de las zapatillas de Unamuno se estaba quemando. Unamuno no se da cuenta porque está muerto.

Bartolomé grita, acude la criada y tienden el cuerpo inerme del viejo profesor en un sofá. Acude su amigo, médico y compañero de tertulia Adolfo Núñez, que solo puede certificar su muerte.

HAY QUE APROVECHARSE DE LA MUERTE DE UN HOMBRE INSIGNE

 

La noticia de la muerte de Miguel de Unamuno corre rápidamente por todo Salamanca. De pronto todos los personajes que tanto le habían despreciado acuden presurosos pues no siempre es posible apropiarse, aunque sea después de muerto, de la memoria de uno de los intelectuales más importantes de España. Los falangistas no se quedan atrás.

A la mañana siguiente, uno de enero, se celebra el funeral en parroquia de las Agustinas bajo la advocación de la Purísima Concepción. Solemne misa de réquiem con tres oficiantes. Presiden sus hijos Fernando y Rafael, junto a sus hermanos Pablo, Felisa y María. No faltan el nuevo rector y el decano de Filosofía y Letras. A las cuatro de la tarde se celebra el entierro. Acude una nutrida representación del claustro universitario, escritores, periodistas y miembros de Falange. El féretro es llevado a hombros por cuatro falangistas. Las cintas del ataúd son llevadas por el decano de la facultad de Derecho y otros catedráticos, sin importarles que todos ellos habían firmado la destitución de Unamuno unos meses antes. El féretro, cubierto por la bandera roja y negra de Falange, con el birrete de doctor encima, es depositado en el nicho 340 de la galería este del cementerio de Salmanca. Cerca reposan los restos de su pequeño hijo Raimundo, de su hija Salomé y de su esposa Concha.

Sus hijos deciden que su epitafio sea la última estrofa de un largo salmo escrito por Unamuno treinta años antes:

Méteme, Padre Eterno, en tu pecho

misterioso hogar,

dormiré allí, pues vengo desecho

del duro bregar

 

NOTA FINAL

El certificado de defunción, firmado por su amigo el Dr. Adolfo Núñez, concluye con que la muerte de Miguel de Unamuno se debió a una hemorragia bulbar secundaria a una arteriosclerosis e hipertensión arterial. Esta muerte súbita es más frecuente en casos de infarto cardíaco masivo ya que una hemorragia cerebral suele acompañarse de síntomas neurológicos pero hemos de respetar el criterio del médico que estuvo presente en el fatal momento. Hay quien ha mencionado la posibilidad de una intoxicación por monóxido de carbono producido por el brasero pero su contertulio no mostró signos de tal intoxicación. Las emisoras de radio del Gobierno Republicano insinuaron la posibilidad de que Unamuno fuese envenenado.

En cualquier caso, el hombre que tanto había temido a la muerte y al más allá, murió sin darse cuenta.

Para realizar este artículo, nos hemos ayudado de los siguientes textos:

Miguel de Unamuno. Recuerdos de Niñez y de Mocedad. Editorial Espasa Calpe. Colección Austral. Buenos Aires 1942.

Collette y Jean Claude Rabaté. Unamuno, Biografía. Editorial Taurus Santillana. Madrid 2009

Luciano G. Egido. Agonizar en Salamanca. Tusquets Editores. Barcelona 2006

 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio