RENE DESCARTES. EL FILOSOFO QUE MURIO DE FRIO Y PERDIO LA CABEZA

JUSTIFICACION

La figura de Rene Descartes es sobradamente conocida. Su obra científica y filosófica fue enorme y sus consecuencias han llegado hasta nuestros días. En este artículo no vamos a entrar en la descripción y análisis de sus escritos pues nuestros lectores pueden encontrarlos fácilmente en los numerosos estudios académicos disponibles. Nosotros vamos a limitarnos a describir los distintos episodios de su accidentada biografía, episodios propios de su espíritu inquieto que pudiendo escoger una vida tranquila y acomodada, escogió una vida viajera llena de dificultades e incertidumbres, entrando de lleno en los debates científicos, filosóficos y religiosos imperantes en el complicado mundo que le tocó vivir.

LA INFANCIA Y JUVENTUD

Rene Descartes nace en La Haye, pequeña ciudad de la Turena francesa, el 31 de marzo de 1596 en una familia acomodada. Su padre era un magistrado que llegó a ser consejero del parlamento de Rennes. Su hermano Pierre también fue abogado.

Cuando Rene tenía 14 meses de edad su madre muere de parto. Rene y sus hermanos inicialmente son acogidos por su abuela materna pero finalmente Rene va a vivir con su padrino Michel Ferrand, hombre acomodado y ciudadano prestigioso que participó por parte católica, en las negociaciones del edicto de Nantes por el que se regulaba la difícil convivencia entre católicos y protestantes. Michel Ferrand era un hombre culto y seguramente influyó en la dirección que la educación de Rene iba a seguir. El padre se volvió a casar y fundó una nueva familia desentendiéndose de Rene y sus hermanos.

Eran tiempos agitados en Europa, tiempos de la contra reforma (el concilio de Trento transcurre entre 1545 y 1563) y de la guerra de los 30 años.

A los diez años de edad, Rene Descartes entra en el colegio de La Fleche bajo la dirección de los jesuitas. Su hermano mayor, Pierre, había entrado en este colegio unos años antes. La educación impartida en este colegio era muy clásica y toda en latín. Gramática, retórica, filosofía y en el último año también ciencias y matemáticas, disciplina esta última en la que destacó el joven Rene. Y, por supuesto, toda la educación envuelta en un riguroso catolicismo como era de esperar en un colegio de la orden de San Ignacio, en medio de la tempestad contra reformista.

Aunque parezca algo anecdótico, es importante reseñar en este punto que la salud del joven Rene era bastante débil con un problema pulmonar seguramente heredado de su madre, que le producía una constante tos seca. Por esta razón, el colegio de La Fleche permitía a Rene permanecer en la cama hasta el mediodía. Esta costumbre adquirida durante su infancia la iba a mantener Descartes durante toda su vida, no comenzando a trabajar hasta pasado el mediodía.

EN LA UNIVERSIDAD Y EN EL EJERCITO

Terminados sus estudios en La Fleche, Descartes acude a la Universidad de Poitiers donde se gradúa en derecho civil y derecho canónico en 1616. De entrada parecía que se inclinaba por la carrera jurídica como su padre y hermano pero, sin razón aparente, Descartes va a tomar una decisión muy distinta.

En el verano de 1618 Descartes se decide por la carrera militar y se alista en el ejército de Mauricio de Nassau, Príncipe de Orange. Esta decisión en principio parece poco lógica pues Descartes era un fervoroso católico y Mauricio de Nassau era protestante y su poderoso ejército luchaba contra las tropas católicas de España en los Países Bajos. Pero había una razón poderosa. El ejército del Príncipe de Orange era en aquellos momentos el mejor dotado y armado de Europa, y disponía de una prestigiosa escuela militar en la ciudad de Breda. En esta escuela y gracias a su dominio de las matemáticas, Descartes se familiariza con la construcción de baluartes de defensa, puentes, pontones y cálculos de balística en artillería. De este forma se convierte en un espléndido ingeniero militar.

Un vez completado este periodo de estudio militar, Descartes toma una decisión más lógica y se alista en el ejército del católico de Maximiliano de Baviera. A la muerte sin descendencia del Emperador de Sacro Imperio Romano Matías de Habsburgo en1619, fue sucedido por el también católico Fernando II. La región de Bohemia, de mayoría protestante, decide aprovechar la ocasión e independizarse del Imperio y nombrar a su propio monarca. La elección recayó en el elector del Palatinado Federico V que era protestante y aspiraba a ser coronado rey de Bohemia. La guerra era inevitable y se enfrentaron las tropas católicas de Maximiliano de Baviera (en las que figuraba Descartes) y de España contra el ejército protestante de Federico V. En la batalla de la Montaña Blanca a las afueras de Praga, la suerte es favorable a los católicos, Bohemia permanece en el Imperio y Federico V ha de huir a Holanda.

PIENSO LUEGO EXISTO

Es precisamente, durante su participación en el ejército de Maximiliano de Baviera, cuando Descartes encuentra la inspiración que le lleva al hallazgo de su conocida máxima, pienso luego existo. El propio Descartes nos lo cuenta. El ejército de Maximiliano de Baviera se encontraba inmovilizado por los rigores del invierno en la ciudad de Ulm en el estado de Neoburgo a orillas del Danubio. Descartes pasaba su tiempo de inactividad en una habitación caldeada por una estufa para protegerse del frío. Dedica mucho tiempo a pensar sobre como resolver la dificultad de conocer la verdad sin riesgo a equivocarse. Busca una base sólida, una verdad tan evidente que no necesitase demostración sobre la que apoyarse en su camino hacia un método en el que confiar. Y esa verdad era “pienso luego existo”. Parece que a esta conclusión llegó el día 10 de noviembre de 1619. El resultado de estos días de profundas reflexiones fue descrito con todo detalle

RETRATO DE DESCARTES POR FRANS HALS

en el conocido Discurso del Método que no fue publicado hasta muchos años después, en 1637, en una imprenta de la ciudad holandesa de Leyden. Esta obra la pueden encontrar fácilmente nuestros lectores pues ha sido traducida todos los idiomas. Descartes aprovechó bien el tiempo en esta estancia invernal, pues además de su Discurso desarrolló las bases de la aplicación del álgebra a la geometría y se Matemática Universal.

NUEVE AÑOS DE VIAJES

En 1920 Descartes abandona la vida militar y se dedica a viajar durante nueve años para mejorar sus conocimientos de ciencia y filosofía. Viaja por Francia, Alemania, Suiza e Italia. Finalmente en 1625 se establece en París donde pasará los siguientes tres años.

En París se relaciona con el mundo intelectual y conoce a Fermat, Gassendi y Pascal. Defiende las ideas de Copernico y Galileo, ideas absolutamente contrarias a la doctrina de la Iglesia Católica Romana, doctrina defendida por la Universidad de la Sorbona hasta el punto que en 1624 el Parlamento de París declara ilegal cualquier doctrina que negase la autoridad de la Biblia como método científico.

SE ESTABLECE EN HOLANDA

En esta ambiente Descartes no se siente seguro y a finales de 1628 se traslada a Holanda, donde pasará los siguientes 20 años. El católico Descartes busca en la protestante Holanda la seguridad y tranquilidad que no tenía en París. En este país, tolerante con las ideas de los extranjeros con tal de que no se dedicasen a la política, Descartes publicó toda su obra que le convertiría en un personaje de prestigio en el mundo de la ciencia y la filosofía. Su obra más conocida y todavía actual, el Discurso del Método la publica en 1637 en Leyden. Pero su obra se extiende no solo a la filosofía sino a las matemáticas, la geometría, las ciencias naturales e incluso la medicina.

Es durante su estancia holandesa cuando se entera de la condena de Galileo por la Inquisición Romana en 1633. Galileo es condenado a reclusión en su domicilio durante el resto de su vida y solo evitó la pena de muerte por retractarse y abjurar de su doctrina heliocéntrica. Pero todos sus libros fueron quemados públicamente. Esta condena completaba la de Copérnico en 1616. Muy afectado Descartes empieza a dudar de su catolicismo y se va distanciando de sus amigos y maestros jesuitas. Se intenta consolar porque fue la Inquisición y no el Papa quien condenó a Galileo.

Descartes se encontraba seguro en Holanda pero no estaba a salvo de las críticas. Tanto filósofos como científicos encontraban sus ideas demasiado avanzadas. Su método de duda sistemática era más de lo que la mayoría de los estudiosos de su tiempo podían aceptar.

ALGO EMPIEZA A CAMBIAR

El último año de su estancia en Holanda va a dar un giro en la vida de Descartes. El embajador francés en Suecia, Chanut, le comunica el interés de la Reina Cristina de Suecia de invitar al filósofo a trasladar su residencia a Estocolmo para enseñar filosofía a la reina y a los miembros de su corte. En principio Descartes no acepta esta invitación pues no quiere convertirse en su simple funcionario y tutor de la reina. Pero la misma Cristina en una serie de cartas convence finalmente a Descartes que decide arriesgarse y aceptar.

LA REINA CRISTINA DE SUECIA

Cristina de Suecia nace en 1626. Es hija única del Rey Gustavo Adolfo que había engrandecido el poder e influencia de Suecia en el concierto europeo inmerso en la guerra de los 30 años entre católicos y protestantes. Gustavo Adolfo, luterano pues el luteranismo era la religión oficial de Suecia, lleva a su poderoso ejército contra las tropas católicas del Sacro Imperio Romano. Tras una serie de importantes victorias, muere en la sangrienta batalla de Lutzen en 1632.

Su hija y heredera Cristina tiene entonces 6 años. Su madre, María Eleanor de Brandenburgo, tal vez a consecuencia del parto de Cristina, había perdido la cabeza y estaba confinada en una residencia lejos de la Corte.

Se nombró

RETRATO DE CRISTINA DE SUECIA POR JACOB VOET

regente a un noble, Axel Oxenstierna, que resultó ser un gobernante muy capaz. Continuó la guerra contra los católicos y negoció un resultado muy ventajoso para Suecia a la firma de la paz de Westfalia en 1648, que pondría fin a la guerra de los 30 años.

Cristina comenzó a asistir a las reuniones del consejo de gobierno al cumplir los 14 años y obtuvo la mayoría de edad a los 18 años. No resultó ser una buena gobernante y fue impopular entre sus súbditos. Se encontraba incómoda en el estrecho ambiente luterano de la corte y su válvula de escape fue crear otro ambiente, esta vez cultural, en la que se encontraba más cómoda. Invitó a su corte a estudiosos, escritores, académicos, músicos y artistas. Fue en este proyecto en el que pensó que podía encajar un personaje como Descartes.

VIAJE A SUECIA

En Septiembre de 1649 Descartes,junto al embajador Chanut, viaja a Suecia. Era una decisión muy meditada desde que en 1645 el embajador Chanut, en ruta a Estcolmo para tomar posesión de su cargo diplomático, visitó a Descartes en su residencia en Holanda. Fue, sin duda, este el momento en que se desarrolló la idea de la posibilidad de viajar a Suecia con la intención de conseguir un posición bien remunerada. Descartes y la Reina Cristina habían establecido contacto epistolar por lo que no eran dos personas desconocidas. Descartes dudaba porque sabía que sus ideas no eran bien consideradas en los ambientes culturales y temía fracasar en la Corte de Suecia.

Pero por fin se realiza el largo viaje y es recibido con gran afecto por la Reina. Mas en seguida sufrió una decepción porque Cristina no estaba muy interesada en ese momento en las lecciones de filosofía sino que deseaba celebrar la paz de Westfalia, que puso fin a la guerra de los 30 años. Para la ocasión organiza un ballet y pide a Descartes que escriba el libreto. De mala gana realizó este encargo y, para su sorpresa, el ballet fue un gran éxito. Entusiasmada, Cristina´le pidió otro libreto para un nuevo ballet. El embajador Chanut, dándose cuenta de la incomodidad de Descartes, que ya le había manifestado que estaba arrepentido de haber ido a Estocolmo, habló con la Reina y en su lugar le pidió que elaborase unos estatutos para la futura Academia Sueca a imitación de la prestigiosa Academia Francesa. Descartes aceptó encantado aunque sabía que los intelectuales suecos habían tomado como una ofensa que se hiciese el encargo a un extranjero.

EL PROBLEMA DEL FRIO

Pero había que prepararse para las clases de filosofía que eran el principal proyecto que le había llevado a la Corte de Suecia. Lo que no esperaba Descartes era el frío tan intenso que hacía en ese país. Sabía que Suecia era un país frío pero daba por hecho que sus habitantes habrían encontrado la forma de protegerse al menos dentro de las viviendas. Pero no era así y Descartes llegó a decir que con temperaturas tan bajas se habían de congelar las ideas de la misma manera que se congelaba el agua.

Pero las clases tenían que comenzar. La Reina Cristina sabía perfectamente la costumbre de Descartes de no madrugar, de levantarse a mediodía. Pero la Reina no estaba dispuesta a tomar las clases por la tarde y tomó una drástica decisión. Las clases se llevarían a cabo a las cinco de la mañana en su biblioteca. La primera clase a primeros de enero.

A esa hora el frío era muy intenso. Descartes se desplazaba en un carruaje desde el domicilio del embajador, donde residía, pero tenía que caminar un trecho hasta la puerta lateral del palacio que daba acceso a la biblioteca que tampoco estaba caldeada. Descartes daba la clase de pie abrigado lo mejor posible pero pasando mucho frio.

ENFERMA DE FRIO

Apenas dos semanas después Descartes empezó a sentirse enfermo. El embajador Chanut, aquejado de una fiebre intensa, tuvo que guardar cama a causa de una bronquitis. Descartes no confiaba en los médicos suecos a los que no entendía. Llamó en consulta a un médico holandés, el Dr.Weulles, que se encontraba en Estocolmo y a quien conocía de su estancia en Holanda. Pero no quiso tomar las medicinas que Weulles le recomendó pues solo confiaba en sus propias panaceas y remedios que había traído consigo. Tomó tabaco líquido en vino caliente que tenía un efecto expectorante para eliminar sus flemas. Posiblemente tomó algún otro medicamento de su botiquín pero no nos ha llegado sus nombres.

A finales de enero Chanut estaba mejor y pudo abandonar la cama. Pero Descartes estaba peor. A primeros de febrero, confesó y comulgó con el capellán de la embajada. Con gran esfuerzo acudió a misa.

El día 3 de febrero el Dr. Weulles no tuvo dudas, Descartes padecía una pulmonía y recomendó una sangría, que era un tratamiento habitual en aquellos tiempos. Pero Descartes se negó. Tenía el pecho lleno de flemas y respiraba con dificultad. Su criado le alimentaba con bizcocho y sopa que eran los únicos alimentos que toleraba. Su estado empeoró y ya, casi sin fuerzas, no pudo resistirse y le hicieron varias sangrías según parece por medio de sanguijuelas.

Se produjo una leve mejoría y pudo recibir alguna visita. Pero poco más tarde sufre un desmayo y cuando se recupera le dice a su criado que se estaba despidiendo de este mundo. Cuando llegó el confesor, ya no podía hablar.

LA MUERTE

A las 4 de la mañana del día 11 de febrero de 1650 Descartes fallece. A su lado, hasta el último momento, estuvieron el embajador Chanut y su esposa. Faltaban seis semanas para que Descartes cumpliera 54 años. Su estancia en Suecia había durado unos escasos seis meses y había dado solo cinco o seis clases a la Reina.

ENTIERRO PROVISIONAL EN ESTOCOLMO

La muerte de Descartes causó una gran impresión y disgusto en la Reina Cristina que decidió que tal personaje merecía un funeral de Estado y ser enterrado en la cripta de la iglesia de Riddenholm donde estaban enterrados los reyes de Suecia. Pero todo esto llevaría tiempo y, mientras tanto, Descartes fue enterrado al día siguiente de su muerte en un cementerio público en la zona reservada a los no bautizados por ser católico. Su cuerpo fue introducido en un modesto féretro de madera y sobre la tumba una lápida con su nombre y las fechas de nacimiento y muerte.

Pero los grandes proyectos fueron olvidados. La Reina Cristina abdicó en 1654 para convertirse al catolicismo y trasladare a Roma donde moriría en 1689. La conversión de la Reina fue atribuida, con razón o sin ella, al católico Descartes que durante sus lecciones a la Reina habría enseñado algo más que filosofía. Cristina no dejó descendencia. El nuevo rey, Gustavo X Adolfo, no tenía ninguna intención en glorificar al malvado católico francés.

SUS RESTOS SE TRASLADAN A FRANCIA

En 1666, diez y seis años después de su muerte, Francia se acuerda de su ilustre hijo y decide trasladar sus restos al país que le vio nacer. Los trámites del traslado fueron encomendados al entonces embajador de Francia en Suecia, el Sr. Hugues de Terlon. Los restos de Descartes, apenas unos pocos huesos reconocibles y otos convertidos casi en polvo, fueron trasladados desde el primitivo ataúd de madera a otro de cobre.

Comienza el viaje. Desde Estocolmo hasta Dinamarca, siempre bajo la tutela del embajador francés. Tres meses permanecen lo restos en la capital Danesa antes de seguir el viaje a través de Alemania y Holanda hasta llegar a París. Mientras se decide el destino final de los restos de Descartes, se depositan en la iglesia de San Pablo. En 1667 se trasladan a la iglesia de Santa Genoveva. Aquí permanecen hasta que en 1792, en que se trasladan al Jardín de los Monumentos Franceses, antiguo convento de los agustinos. Son tiempos turbulentos de la Revolución Francesa que dificultan un entierro definitivo. Por fin, en 1819, los restos de Descartes encuentran el reposo eterno en la iglesia de San Germán de Près de París.

¿DONDE ESTA LA CABEZA?

Cuando el ataúd con los restos de Descartes llega a París, se procede a examinar su contenido. Se confirma la presencia de pocos huesos reconocibles y algunos fragmentos incompletos y en parte pulverizados. Pero el cráneo no estaba. La búsqueda y seguimiento de este ilustre cráneo da para un verdadera novela de aventuras. Si ha podido seguirse con cierta seguridad su recorrido, es porque sus sucesivos propietarios dejaron su nombre escrito sobre el hueso. Parece que no quisieron perder la oportunidad de pasar a la historia junto a tan venerable reliquia. Queremos advertir a nuestros lectores que la reconstrucción del viaje del ilustre cráneo puede ser incompleta y no segura.

En 1821 el químico sueco Jacob Berzelius se entera de que a la muerte de un prestigioso cirujano, Ander Sparrman, sus herederos están subastando muchos de sus bienes entre los que se encuentra un cráneo que podría ser el de Descartes. Las firmas escritas en el hueso parecen confirmarlo. Berzelius lo compra y lo envía a París.

Pero ¿como había llegado el cráneo hasta aquí? Se cree que durante el desenterramiento de los restos en Estocolmo para pasarlos al féretro de cobre, el jefe de la guardia que los custodiaba, de nombre Planstrom, fue quien sustrajo el cráneo. Poco después, Planstrom entregó el cráneo a un empresario del juego, de nombre Argren, como pago de una deuda. De alguna forma a lo largo de los siguientes años, el cráneo pasa a las manos de diferentes propietarios (hemos contado hasta 6) hasta que finalmente cae en manos del cirujano Sparrman y después a manos del mencionado químico Berzelius en 1821.

Finalmente Berzelius envía el cráneo de Descartes a París donde es depositado en el Museo del Hombre del Palacio de Chaillot que asegura que todavía

SUPUESTO CRANEO DE DESCARTES EN EL MUSEO DEL HOMBRE DE PARIS

está allí.

Con tanto viaje de unos restos óseos incompletos (falta la mandíbula) a lo largo de ciento cincuenta años, no es raro que salten las dudas. Así, cuando Berzelius adquirió el cráneo, un amigo le informó de que en la universidad sueca de Lund se custodiaba un cráneo que aseguraban era el auténtico de Descartes.

En cualquier caso, al día de hoy, cual sea el destino del cráneo de Descartes carece de importancia comparado con la inmensa obra que este filósofo nos ha legado.

Sobre su tumba se colocó un busto de Descartes. Como no se disponía de la cabeza original como modelo, se recurrió a utilizar la del monje dominico e historiador francés Jean Mabillon, que a su muerte fue enterrado junto a Descartes en San Germán de Près.

Para realizar este artículo nos hemos ayudado de los siguientes textos:

A. C. Gayling. Descartes. Editorial Simon & Schuster, Londres 2006.

Descartes, Rene. El Discurso del Método. Edicomunicación, Barcelona 1998.

 

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